Torres redime al Atl¨¦tico
Los rojiblancos ganan de nuevo a bal¨®n parado tras una mediocre actuaci¨®n ante el Valladolid
A pelota quieta, como casi siempre, el Atl¨¦tico incorpor¨® tres nuevos puntos a su casillero. El rematador fue el habitual, Fernando Torres, que descuelga sus ganas de ganar a la m¨ªnima rendija que le concede el partido, pero el pasador no. Esta vez no fue la zurda de Stankovic la que anticip¨® el gol, sino la violenta derecha de Albertini. En todo caso, la estrategia del bal¨®n parado volvi¨® a rescatar al Atl¨¦tico de otra pobre sesi¨®n de f¨²tbol. Tambi¨¦n ante el Valladolid se ofreci¨® como un equipo peque?o.
Vac¨ªo de juego, el Atl¨¦tico destin¨® el primer tiempo a la conquista del c¨®rner, suerte que le reporta jugosos beneficios desde que Stankovic asom¨® por el equipo y que la grada celebra con enloquecido fervor. Los rojiblancos ara?aron tres o cuatro, pero esta vez no apareci¨® el petr¨®leo al final de cada centro. Lejos de los saques de esquina y de tres o cuatro contras m¨¢s aceleradas que cargadas de peligro, el conjunto local no hizo nada en esa primera fase. Otros 45 minutos de f¨²tbol plomizo y confuso.
ATL?TICO 1 - VALLADOLID 0
Atl¨¦tico: Esteban; Contra, Coloccini, Hibic, Garc¨ªa Calvo; Nagore, Movilla (Albertini, m. 60); Aguilera (Jorge, m. 46), Jos¨¦ Mari, Stankovic (Luis Garc¨ªa, m. 62); y Fernando Torres. Valladolid: Bizarri; Torres G¨®mez, Pe?a, Mario, Marcos; Jes¨²s (Richetti, m. 62), Colsa; Fernando Sales, ?scar, Olivera (Chema, m. 46); y Pach¨®n. Goles: 1-0. M.61. Albertini saca una falta desde la izquierda del ¨¢rea, el bal¨®n se envenena en el primer palo al cabecearlo Colsa y tras desviarlo apuradamente Bizarri, Torres, cerca del segundo poste, cabecea a la red. ?rbitro: Medina. Mostr¨® amarilla a Hibic, Aguilera y Bizarri. 32.000 espectadores en el estadio Vicente Calder¨®n.
Enfrente, el Valladolid, un equipo sin mucho, la verdad. Tiene una interesante banda derecha, por donde Fernando Sales explota su velocidad de v¨¦rtigo, y mucha disciplina t¨¢ctica, con la que ahog¨® a la pareja de mediocampistas rojiblancos, que vive sola y aislada. El Atl¨¦tico se defiende con cuatro y ataca con cuatro, pero elabora con dos. Los rivales ya lo han descubierto y tiran contra ese plan una presi¨®n decidida y mucha gente para ganar situaciones de superioridad donde se cuece la jugada.
El Valladolid ganaba la pelota con relativa frecuencia, pero sus mimbres tampoco dan para mucho. La zaga rojiblanca apenas pas¨® m¨¢s apuros de los que provoc¨® la rapidez de Sales, a quien, eso s¨ª, le toc¨® compartir terreno con Garc¨ªa Calvo, el bombero del Atl¨¦tico. Ya sea en una banda o en el centro de la defensa, el cinco de los madrile?os se pasa los partidos apagando fuegos por anticipaci¨®n, concentraci¨®n y facultades.
Las posesiones del Valladolid, aunque largas en las zonas inofensivas, se mor¨ªan casi siempre solas. El Atl¨¦tico comet¨ªa menos errores no forzados, pero no llegaba mucho m¨¢s lejos. Jos¨¦ Mari jug¨® como enganche, pero su alma de delantero le invit¨® m¨¢s a correr que a asociarse por la zona de entrel¨ªneas; las conducciones de Aguilera y Contra por la derecha jam¨¢s llegaban a puerto y los pases largos de Nagore condenaban a Torres a un in¨²til combate a¨¦reo en el que llevaba las de perder. Nada, en suma, m¨¢s que los saques desde la esquina.
Luis Aragon¨¦s removi¨® el paisaje tras el descanso, fase que por primera vez en la temporada utiliz¨® para hacer un cambio. Retir¨® a Aguilera y sac¨® a Jorge, que se ubic¨® de media punta y desplaz¨® a Jos¨¦ Mari al costado derecho. Y el Atl¨¦tico mejor¨®. Sobre todo, porque los movimientos del canario facilitaban la circulaci¨®n del bal¨®n y complicaban el sencillo trabajo defensivo que hab¨ªa tenido hasta entonces el Valladolid, muy claras como estaban las referencias del rival. Y le abr¨ªan al fin a Fernando Torres claros por donde desabrochar su talento. El Ni?o acarici¨® el gol en una de sus jugadas imposibles, superando uno tras otro cuanto adversario se fue encontrando en el camino y, con el correr del duelo, ofreci¨® tres o cuatro recortes de lujo.
La segunda vez que el t¨¦cnico hurg¨® en el caj¨®n encontr¨® el golpe definitivo. Retir¨® a Movilla, poco participativo, esposado como estaba, y dio entrada a Albertini, con m¨¢s oficio para escurrir la vigilancia obsesiva del contrario. La segunda acci¨®n del italiano trajo el gol. Con Albertini, Luis entendi¨® seguras las acciones a bal¨®n parado y renunci¨® a Stankovic para ganar velocidad con Luis Garc¨ªa.
El encuentro viraba hacia el contragolpe, necesitado como estaba el Valladolid de atacar con m¨¢s. Y, efectivamente, el Atl¨¦tico logr¨® parecerse a s¨ª mismo m¨¢s que nunca con fulgurantes carreras. Pero tambi¨¦n sufri¨® lo suyo con las acometidas de los de Mor¨¦. Y un convidado de piedra hasta entonces, Esteban, irrumpi¨® en el partido. El cancerbero rojiblanco despleg¨® valent¨ªa y reflejos y evit¨® mayores problemas al Atl¨¦tico. Especialmente, en un cabezazo picado de ?scar al que respondi¨® con una prodigiosa estirada felina que oblig¨® al Calder¨®n, tan del Mono Burgos, a corear su nombre.
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