Portugalete en la fotograf¨ªa
Acaba de publicarse el libro Portugalete en la fotograf¨ªa (1900-1975), apoyado de manera especial en el archivo de Eduardo Benito (Portugalete, 1938), quien, con tes¨®n y paciencia, ha conformado una interesante colecci¨®n fotogr¨¢fica de la villa jarrillera y sus gentes. La edici¨®n ha sido promovida por la Fundaci¨®n El Abra en su m¨¢s que cuidada colecci¨®n del Mare¨®metro. Esta aportaci¨®n tuvo un precedente similar el a?o pasado, aunque llegaba solamente hasta 1930. Ahora, el periodo elegido constata la transformaci¨®n ic¨®nica sufrida en la localidad a lo largo de 75 a?os, en los que distinguidas villas y palacios desaparecieron bajo abigarradas torres de sencillos apartamentos y engolados sombreros se descubrieron para mostrar lucidas melenas.
Es un recorrido gr¨¢fico, ordenado cronol¨®gicamente, desde el cual se sienten los p¨¢lpitos hist¨®ricos m¨¢s profundos. Las tres primeras d¨¦cadas del siglo XX muestran su esplendor, con el nuevo ensanche de la villa y lujosas construcciones. Las fotos ense?an la playa y el muelle, adornado por farolillos de papel de color al estilo veneciano, como lugares de gran flujo social, pero no olvidan detalles de otras actividades menos l¨²dicas, como la descarga de sacos de las embarcaciones, el pasaje de la R¨ªa en lanchas a remos, los veleros subiendo arena hacia Bilbao, las humeantes chimeneas de Altos Hornos, el interior de las escuelas de la villa, las sardineras con su cesta cargada a la cabeza o el equipo de waterpolo (pionero en Espa?a).
De la Primera Guerra Mundial a la Guerra Civil aparecen las barriadas de casas baratas. Proliferan las fiestas y manifestaciones de car¨¢cter popular. En los muelles, los palangreros preparan sus aparejos de pesca y junto a ellos fondea la escuadrilla de submarinos del Cant¨¢brico. Las actividades en la R¨ªa y los diques siguen siendo foco de atracci¨®n especial para los fot¨®grafos.
Las im¨¢genes de posguerra ense?an las consecuencias de los bombardeos que sufri¨® la villa, la voladura del Puente Colgante y luego su reconstrucci¨®n, m¨ªtines de los vencederos con decorados de estilo fascista, procesiones y alguna visita del Caudillo.
En otro orden de cosas est¨¢n las estampas de las fiestas patronales, grupos de modistas, planchadoras o mujeres en el lavadero municipal, am¨¢n de los ba?istas, ahora en las escaleras del muelle, apartados de la cada vez m¨¢s deteriorada playa. A partir de 1956, las fotograf¨ªas evidencian el gran aumento demogr¨¢fico que se produce en la villa. Aunque el paisaje urbano comienza a remodelarse, las c¨¢maras no pueden evitar encontrarse con la R¨ªa y con el puente como los ejes ic¨®nicos que conducen esta peculiar recopilaci¨®n gr¨¢fica.
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