Muere a los 81 a?os el inclasificable actor Luis Ciges
"Era un genio", afirma Luis Garc¨ªa Berlanga
Actor inclasificable, Luis Ciges muri¨® ayer a los 81 a?os en Madrid. Era, seg¨²n recuerdan algunos de sus mejores amigos, un hombre que logr¨® convertir su profunda tristeza y fragilidad en un arma de humor. Una especie de Buster Keaton a la espa?ola que vivi¨® tocado toda su vida por un drama ¨ªntimo: la muerte a balazos -al parecer, delante suyo- de su padre, el escritor y pol¨ªtico republicano Manuel Ciges. Sobrino de Azor¨ªn, Ciges intervino en casi 130 pel¨ªculas.
Ten¨ªa 15 a?os cuando un grupo fascista acribill¨® a balazos a su padre
S¨®lo fue protagonista una vez, cuando Javier Fesser le llam¨® para El milagro de P. Tinto
Luis Ciges muri¨® en el asilo donde llevaba internado los ¨²ltimos meses. Los restos del actor ser¨¢n incinerados hoy en la Almudena, a las doce del mediod¨ªa. "Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez y yo intentamos visitarlo, pero no quiso vernos, no quer¨ªa saber nada de nadie", dijo ayer Luis Garc¨ªa Berlanga. "Era un hombre instalado en su peculiar amargura y tambi¨¦n en la soledad, arrastraba una depresi¨®n que probablemente empez¨® en 1936", a?adi¨® Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez, que lo dirigi¨®, entre otras, en La corte del fara¨®n y El vuelo de la paloma.
Ciges vivi¨® una adolescencia atroz. Nacido en Madrid en 1921, ten¨ªa 15 a?os cuando un grupo fascista acribill¨® a balazos a su padre, el gobernador republicano de ?vila Manuel Ciges Aparicio, que acababa de salir de la c¨¢rcel y que ya ten¨ªa los papeles para irse a Cuba con su familia. Ciges, su madre y sus tres hermanos fueron obligados a recluirse en un convento ("mi madre y mi hermana se fueron a un convento de clausura, y yo y mis hermanos, a uno de frailes castigados", recordaba en una de sus ¨²ltimas entrevistas el actor). "No com¨ªamos, nos trataban fatal, era una cosa horrorosa. Cuando acab¨® la guerra, nos dieron a elegir: seguir all¨ª o entrar en el Tercio de Orden y Polic¨ªa. As¨ª que nos fuimos, mi hermano peque?o y yo, a Elizondo, con los requet¨¦s, a andar las v¨ªas del tren por si hab¨ªa petardos, y a cerrar los burdeles que vi¨¦ramos abiertos".
Terminada la guerra, el joven Ciges se ve obligado a otra misi¨®n: alistarse como mercenario (enviaba su sueldo a su madre, hermana de Azor¨ªn) en la Divisi¨®n Azul: "Estuvimos de octubre a octubre, en Polonia, Leningrado... Yo era el despistado n¨²mero dos y me mandaban las cosas m¨¢s raras. Cruzar el campo de batalla con una carretilla. Subir una monta?a en trineo...".
En la Divisi¨®n Azul, Ciges conoci¨® a Luis Garc¨ªa Berlanga (hijo de otro destacado republicano), para el que a?os despu¨¦s trabaj¨® en Pl¨¢cido y en la serie La escopeta nacional, entre otras pel¨ªculas. "Nos un¨ªa el pasado", dijo ayer Berlanga. "Nuestros padres fueron amigos, hab¨ªan estado encarcelados, aunque corrieron diferente suerte". Ciges y Berlanga recordaron este episodio de sus vidas en la pel¨ªcula de Javier Rioyo y Jos¨¦ Luis Linares Extranjeros de s¨ª mismos. "No le gustaba ense?ar su dolor", afirm¨® ayer Rioyo. "Ten¨ªa una actitud ante la vida muy esc¨¦ptica y descre¨ªda, pero nunca se dejaba ver si estaba mal". "Era un hombre tragic¨®mico", a?ade Rioyo; "cuando viajamos a Rusia para el rodaje de Extranjeros de s¨ª mismos est¨¢bamos en medio de su drama y ¨¦l se re¨ªa y desdramatizaba m¨¢s que nadie".
"Ciges nos volv¨ªa a todos locos. Era genial", asegura Luis Garc¨ªa Berlanga, "era inteligente y divertido, no hac¨ªa falta darle el gui¨®n, ten¨ªa una creatividad inmediata. Su genialidad era muy superior a la m¨ªa. Nos hemos respetado y querido a pesar de los a?os y algunas diferencias". Berlanga matiza a la hora de clasificar a Ciges como un actor secundario: "El actor secundario no existe, se pueden llamar gen¨¦ricos o de reparto, todo el cine espa?ol de los a?os cincuenta est¨¢ hecho con ese tipo de actores y no ser¨ªa justo en ning¨²n caso el t¨¦rmino secundario".
Ciges quiso ser director de cine antes que actor, por ello se inscribi¨® en la Escuela Oficial de Cinematograf¨ªa a finales de los a?os cincuenta. "Me gustaba la interpretaci¨®n, pero era tan feo... Hice direcci¨®n, cuatro a?os, y me fui a Barcelona. En la escuela estaban Patino, Summers, Julio Diamante, Saura, haciendo las pr¨¢cticas... Berlanga era profesor. En Barcelona estuve 13 a?os, trabajando de realizador en la televisi¨®n. Pero hice cosas muy graves y me echaron. Mand¨¢bamos fotos de las huelgas a Par¨ªs y a Mil¨¢n, hicimos un documental muy duro y el cura que me cas¨® me denunci¨®, y me echaron".
Ciges regres¨® a Madrid y comenz¨® una segunda etapa como actor ya en los a?os setenta. Trabaj¨® para Mario Camus en La colmena, para Pedro Almod¨®var en Laberinto de pasiones, para Iv¨¢n Zulueta en Arrebato, para Fernando Trueba en Sal gorda o para Jos¨¦ Luis Cuerda en Amanece, que no es poco, El bosque animado y, m¨¢s tarde, en As¨ª en el cielo como en la tierra. Este ¨²ltimo trabajo le vali¨®, en 1995, el Goya al mejor actor de reparto.
S¨®lo fue protagonista una vez en su vida. Cuando en 1998 un director debutante, Javier Fesser, le llam¨® para El milagro de P. Tinto. "Fui a buscar a mi actor favorito y me encontr¨¦ con un amigo", cuenta Fesser. "Sin Ciges no hubi¨¦ramos hecho la pel¨ªcula. No era un actor, era otra cosa, hac¨ªa siempre de s¨ª mismo. Era esa naturalidad y fragilidad lo que le distingu¨ªa de todos los dem¨¢s. Ten¨ªa la virtud de seguir siendo ¨¦l delante de la c¨¢mara, algo que no es nada sencillo. Improvisaba, pero sus improvisaciones no ten¨ªan que ver con el texto, sino con otra cosa. Entablamos una amistad de verdad, nos re¨ªamos mucho juntos".
La ¨²ltima pel¨ªcula de Ciges ser¨¢ precisamente Mortadelo y Filem¨®n, tambi¨¦n de Fesser. En ella interpreta a un t¨¦cnico especialista en pelotas de cemento. Ciges, como en las casi 130 pel¨ªculas en las que intervino a lo largo de su vida, apenas parecer¨¢ un minuto. "S¨ª", puntualiza Javier Fesser. "Ser¨¢ s¨®lo un minuto, pero un minuto genial".
Babelia
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