Los valores del chapapote
Hace unos meses, un joven diputado del ala ultrapija del PP cuyo nombre no recuerdo y no me voy a tomar la molestia de ponerme a buscar, atribu¨ªa al PP los valores de Operaci¨®n Triunfo. Aquel joven est¨¢ a punto de convertirse en una celebridad por haber heredado una novia de Bruce Willis que frecuentaba Marbella y -ante la rechifla de los paparazzi- afirmaba ser broker.
Luego, gracias a la boda de Anita Aznar, supimos que los valores de los j¨®venes cachorros del PP eran de corte m¨¢s tradicional; m¨¢s del tipo de "usted no sabe con qui¨¦n est¨¢ hablando", como se puso de manifiesto durante la despedida de soltera de la criatura, durante la cual se lleg¨® a cerrar al tr¨¢fico parte de la calle Vel¨¢zquez de Madrid para que el populacho no interrumpiera tanto gozo prenupcial.
De momento -y que yo sepa- nadie ha reivindicado los valores de los voluntarios del chapapote. Es mejor as¨ª. Quiz¨¢ sea porque me hago muy mayor, pero reconozco haberme emocionado reconociendo acentos andaluces entre los que han acudido a limpiar las playas gallegas.
Quiz¨¢ la emoci¨®n era doble, porque esos j¨®venes andaluces que casi lloraban de impotencia por no poder luchar contra el fango, pertenec¨ªan a esa carne urbana de ca?¨®n que ni por milagro podr¨¢ tener vivienda y que tan olvidada se encuentra por parte de las autoridades andaluzas que parecen haber optado en exclusiva por la est¨¦tica novecento de nuestros ubicuos jornaleros de pancarta y autob¨²s.
No es cosa de ponerse a pasar lista, pero he echado en falta en Galicia a algunos de nuestros m¨¢s conspicuos profesionales de la solidaridad. Como, por ejemplo, al alcalde de Marinaleda: ese hombre tan desprendido con las cosas terrenas que -como se recordar¨¢- lleg¨® a cobrar doble sueldo sin darse cuenta.
Es una pena que la capacidad de movilizaci¨®n de nuestros jornaleros no haya servido para demostrar -aunque sea s¨®lo por una vez- que la solidaridad es algo que puede y debe de ejercerse en doble direcci¨®n. Qu¨¦ oportunidad perdida para demostrar que se puede y se debe de estar a las duras y a las maduras: ante la subvenci¨®n y ante el chapapote, hasta que la muerte nos separe.
Aunque quiz¨¢ haya que buscar la explicaci¨®n en aquello que respond¨ªa uno de nuestros nominales jornaleros cuando este verano le preguntaban por qu¨¦ no iba a la campa?a de la fresa o a los campos de El Ejido: "No queremos que nos exploten", respond¨ªa con un peculiar sentido de la dignidad.
A m¨ª, qu¨¦ quieren que les diga, la solidaridad unidireccional me provoca cierto repel¨²s. Puestos a elegir, entre la falsa est¨¦tica novecento y el desprendimiento de nuestros j¨®venes estudiantes, opto por lo segundo.
Quiz¨¢ es que soy un peque?o burgu¨¦s, pero convendr¨ªa pararse a reflexionar si, a cuenta de la reivindicaci¨®n del PER como se?a de identidad, no estar¨¢ el PSOE andaluz creando un monstruo devorador que no sirva nada m¨¢s que para recoger un pu?ado de votos que adem¨¢s le son innecesarios para ganar las pr¨®ximas elecciones. Son votos que nos pueden terminar saliendo a todos muy caros.
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