Testimonio de un vencido
No era La extra?a derrota el t¨ªtulo que Marc Bloch hab¨ªa querido para estos papeles, escritos inmediatamente despu¨¦s del derrumbe de Francia ante el ataque alem¨¢n, sino Testimonio, pues de eso se trata, de ofrecer un testimonio personal sobre la derrota. De ah¨ª la estructura del relato: el testigo que se presenta, el vencido que presta su declaraci¨®n, el franc¨¦s que procede a un examen de conciencia. Bloch hab¨ªa sido capit¨¢n en 1918 y capit¨¢n era en 1940; jud¨ªo por nacimiento, no por religi¨®n, no se avergonzaba ni enorgullec¨ªa de serlo porque la noci¨®n de raza le parec¨ªa absurda. Varias veces condecorado en la Gran Guerra, se present¨® voluntario en 1939 y fue destinado a los servicios de informaci¨®n del Estado Mayor en Alsacia.
Desde esa posici¨®n, fue testigo
excepcional del derrumbe del Ej¨¦rcito franc¨¦s. Sorprendente e inesperada debacle, Bloch adelanta desde los primeros p¨¢rrafos de su declaraci¨®n el argumento de esa derrota: los jefes no supieron pensar la guerra. El triunfo alem¨¢n fue, ante todo, una victoria intelectual: los alemanes hab¨ªan tomado nota del cambio radical del concepto de distancia e hicieron una guerra del tiempo presente, bajo el signo de la velocidad. Los franceses, por el contrario, pretendieron hacer una guerra del pasado, reproduciendo los combates de la historia colonial: creyeron que la coraza val¨ªa m¨¢s que el ca?¨®n y result¨® que, en esta guerra, los primitivos fueron ellos.
Un error de tal magnitud deb¨ªa tener causas profundas en la organizaci¨®n y la moral del Ej¨¦rcito franc¨¦s. Y ah¨ª es donde el historiador en di¨¢logo con otras disciplinas se ve asistido por el soci¨®logo y el psic¨®logo social: la absurda ilusi¨®n de repetir la guerra est¨¢tica de 1914 y el desistimiento que sigui¨® al ataque alem¨¢n, tienen su ra¨ªz en un conjunto de estructuras org¨¢nicas y mentales que bloquearon la posibilidad de una respuesta eficaz; es lo que Bloch llama vertiente burocr¨¢tica del orden. De ella se deriv¨® una forma de organizaci¨®n que prestaba culto al papeleo, fragmentaba el mando, fomentaba rivalidades entre oficinas, conced¨ªa una importancia decisiva al "adiestramiento" y a "meter en cintura". M¨¢s a¨²n, este reino de la burocracia obligaba, por las exigencias de hacer carrera, a guardar las formas, a no importunar, a cuidar la promoci¨®n sin meterse en historias.
La man¨ªa del papeleo ocultaba una jerarqu¨ªa de mandos bien instalados en una rutina inservible ante la rapidez del ataque alem¨¢n. No es lo mismo disponer en la paz de una oficina ordenada que dirigir con orden en la guerra una operaci¨®n militar. Todo el sistema se hundi¨®, no por cobard¨ªa o porque fallaran los resortes patri¨®ticos, sino porque los mandos medios actuaban como peque?os funcionarios, porque el Ej¨¦rcito estaba organizado por bur¨®cratas incapaces de recuperarse de la sorpresa que les dej¨® alelados cuando el enemigo atraves¨® las defensas, y porque en los puestos de mando se sentaban unos ancianos generales que no hab¨ªan pensado nada desde la Gran Guerra. Adem¨¢s de una derrota intelectual, la hecatombe de 1940 fue una derrota del car¨¢cter.
Despu¨¦s de su alegato como vencido, Bloch procede a un examen de conciencia como franc¨¦s. Heredero de Durkheim, cree que en una naci¨®n, que es el todo, ning¨²n cuerpo profesional, que es s¨®lo una parte, puede ser ¨²nico responsable de sus actos. La solidaridad colectiva es demasiado poderosa para que se produzca tanta autonom¨ªa moral. Algo ocurre con Francia, con las clases sociales y las instituciones, para que no s¨®lo el Ej¨¦rcito sino la naci¨®n y la Rep¨²blica hayan sucumbido. Y as¨ª van apareciendo el funesto estrechamiento de horizontes de los sindicatos como raz¨®n de su desmoronamiento inerme ante los primeros embates de las potencias dictatoriales; la inanidad, si no la traici¨®n, de los pacifistas que cuchicheaban que los hitlerianos no eran tan malvados como los pintaban; el escaso bagaje de ideas de la burgues¨ªa, con las llamadas a la vuelta a la tierra, a la querida y peque?a ciudad de provincias, y la literatura de la renuncia que estigmatizando el "americanismo" alababa la dulzura de la campi?a: todo eso es lo que hab¨ªa sucumbido ante el famoso dinamismo de Alemania.
No fue el Ej¨¦rcito s¨®lo lo que
se derrumb¨®, fue Francia entera, sus sindicatos, sus partidos conservadores o progresistas, sus clases sociales. De ah¨ª la magnitud de la cat¨¢strofe; de ah¨ª tambi¨¦n la apelaci¨®n final a la virtud republicana y a la conquista de la libertad: Bloch no podr¨¢ resistir el sentimiento de inutilidad mientras la naci¨®n combate y se incorporar¨¢ a la resistencia en 1943. Detenido por la Gestapo, sometido a una terrible tortura, fue fusilado el 16 de junio de 1944. Quedaban apenas unas semanas para la liberaci¨®n de Par¨ªs.
Apologeta de la historia
MARC BLOCH fue uno de los historiadores verdaderamente grandes del siglo XX. Todo lo que entre los a?os veinte y los setenta transform¨® el oficio de historiador guarda alguna relaci¨®n con ¨¦l: el intento de religar el pasado al presente; el di¨¢logo de la historia con otras ciencias sociales, la geograf¨ªa, la sociolog¨ªa, la ling¨¹¨ªstica; el inter¨¦s por el comparatismo como m¨¦todo de indagar en lo espec¨ªfico de un caso; el estudio de las mentalidades como estructuras fundamentales de la vida social; la concepci¨®n del trabajo hist¨®rico como ejercicio de equipos interdisciplinares; la b¨²squeda de la totalidad, el esfuerzo por comprender una sociedad desde sus estructuras econ¨®micas hasta las mentales.Combatiente por la historia, Bloch lanz¨® en 1929 con su amigo Lucien Febvre, a quien dedicar¨ªa en 1941 otro manuscrito de tiempos de guerra, Apologie pour l'histoire ou M¨¦tier d'historien, una revista llamada a ejercer una influencia profunda y perdurable sobre la historiograf¨ªa francesa y universal: Annales d'Histoire Economique et Social. Primero revista, luego instituci¨®n, Annales ha sido tanto una escuela como un esp¨ªritu, manifestados en varias corrientes de las que ha participado lo mejor de la historiograf¨ªa francesa desde la Segunda Guerra. El ¨¦nfasis en lo econ¨®mico y social, la primac¨ªa de la problem¨¢tica sobre el objeto, la historia como construcci¨®n, constituyen logros que la posterior y celebrada vuelta del sujeto y el retorno de la narrativa no pueden sustituir cuando se trata de investigar procesos de larga duraci¨®n, otra de las decisivas aportaciones de Annales al pensamiento hist¨®rico.
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