?Hundiremos el barco?
?Qui¨¦n en Europa occidental, pa¨ªs o individuo, no se sentir¨¢ confortado de compensar, de alguna manera, los 40 a?os de opresi¨®n a que fueron sometidos los europeos del Centro y del Este de Europa, con la victoria de las democracias frente al nazismo? ?Qui¨¦n no aplaudir¨¢ la iniciativa de reducir las desigualdades entre pa¨ªses europeos, especialmente entre el Este y el Oeste, ahora que han comenzado a menguar las que exist¨ªan entre el Norte y el Sur? ?Qui¨¦n no ha so?ado alguna vez el sue?o geopol¨ªtico del general De Gaulle de una Europa sin guerras ni muros, sin comunidades excluidas ni minor¨ªas malditas, unida y reconciliada desde el Atl¨¢ntico a los Urales? ?Una Europa cuya principal ambici¨®n sea constituirse en valedor de la justicia global, servir de plataforma para la paz en el mundo? ?Qu¨¦ prop¨®sito m¨¢s urgente puede asumir Europa que poner fin al antagonismo chipriota de dos pueblos euromediterr¨¢neos que est¨¢n fragilizando la ya tan fr¨¢gil convivencia de los pa¨ªses del Mare Nostrum? ?Puede encontrar Europa un objetivo m¨¢s relevante que intentar amansar al encrespado torbellino del ¨¢rea en la que confluyen los valores y los intereses europeos, isl¨¢micos y asi¨¢ticos? ?Hay en el actual panorama pol¨ªtico mundial una intervenci¨®n m¨¢s decisiva que la de oponerse al integrismo islamista en todas sus formas, mediante el reforzamiento de la opci¨®n laica y moderada del mundo isl¨¢mico, para lo que ser¨ªa determinante la incorporaci¨®n de Turqu¨ªa a la Uni¨®n Europea?
El cumplimiento de este entusiasmante censo de esperanzas depende de un sola circunstancia: que el barco en el que los estamos cargando, la Uni¨®n Europea, llegue a buen puerto. Es decir que el paso de 15 a 25/28 Estados miembros se haga en las mejoras condiciones posibles. ?Es esto lo que est¨¢ sucediendo? Hay que decir que no. La demagogia verbal de los l¨ªderes pol¨ªticos occidentales, durante los a?os noventa, suscit¨® un concurso de promesas irresponsables que estimul¨® las expectativas que ya exist¨ªan en ellos y colore¨® de rosa una transici¨®n inevitablemente larga y dif¨ªcil. Pero adem¨¢s esa ret¨®rica seudovoluntarista y promisoria se compadece mal con la ausencia de una efectiva voluntad pol¨ªtica europea de los Quince y con el enclaustramiento en lo m¨¢s centradamente nacional -la tendencia a la renacionalizaci¨®n de la Uni¨®n- que ha caracterizado la ultima d¨¦cada.
Y as¨ª hemos asistido durante las prenegociaciones a un penoso mercadeo no s¨®lo de los pa¨ªses candidatos y en los temas importantes -los estonios quieren seguir cazando osos y los letones, linces, las dimensiones de los arenques que se podr¨¢n pescar en el B¨¢ltico han dado lugar a discusiones inacabables-, sino tambi¨¦n de los pa¨ªses miembros que han querido aprovechar la ocasi¨®n para mejorar sus posiciones -los italianos han reclamado mejores cuotas lecheras; los portugueses han contestado su contribuci¨®n a la PAC; los austriacos han defendido los ecopuntos que restrigen la circulaci¨®n de camiones extranjeros en su territorio; los franceses se han negado a renunciar a la cr¨ªa de terneros con la leche de sus madres, etc¨¦tera-. Al mismo tiempo los grandes temas de la financiaci¨®n y de la reforma institucional y administrativa siguen en el aire. Pues es evidente que con apenas el 0,15% del PIB de la Uni¨®n, de 2004 a 2006, ser¨¢ imposible generar el impulso que necesitan los pa¨ªses candidatos para reducir el desequilibrio de casi el 60% de la renta per c¨¢pita entre los que est¨¢n y los que vienen y que como nos advierte Jean-Claude Trichet, gobernador del Banco de Francia, necesitaremos 20 a?os para acercar los par¨¢metros de unos y otros en el marco del euro. Por su parte los agricultores del Este deber¨¢n esperar hasta el 2013 para percibir subvenciones equivalente a las de los miembros actuales. O sea que vamos a generar mucha frustraci¨®n entre los nuevos y a interiorizar sus conflictos en la Uni¨®n. Y para hacer frente a esa situaci¨®n no contamos ni con una consistente propuesta institucional -que sigue colgada de la Convenci¨®n y de la futura Constituci¨®n- ni mucho menos administrativa. ?Alguien ha evocado siquiera la imperativa simplificaci¨®n del acervo comunitario? ?Ha estudiado alguien la ineludible transformaci¨®n de los procedimientos comunitarios si no se quiere que el arduo funcionamiento actual de la Comisi¨®n acabe, a causa de la ampliaci¨®n, en su total colapso? ?Terminaremos hundiendo el barco de nuestras esperanzas europeas?
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