El museo ib¨¦rico
Han transcurrido 26 siglos desde que en Atenas alguien tuvo el atrevimiento de afirmar que el hombre era la medida de todas las cosas; no dur¨® mucho el estado de gracia que propiciara la realizaci¨®n de tal empe?o, hubo que esperar al Renacimiento para que, de nuevo, surgiera el pensamiento-frase y la aspiraci¨®n que contienen para que hubiera alguna posibilidad de realizaci¨®n, pero los imperios emergentes no estaban para esas nimiedades. Ni qu¨¦ decir tiene que aquellos hombres fracasaron y ahora, cuando muchos pens¨¢bamos que un nuevo humanismo era posible, la mundializaci¨®n y el liberalismo nos ha dejado, una vez m¨¢s, como al principio de nuestra civilizaci¨®n greco-romana, que no judeo-cristiana.
Aqu¨ª, en Ja¨¦n, se llevan a?os polemizando con la creaci¨®n de un museo ib¨¦rico y su ubicaci¨®n en la antigua prisi¨®n provincial; parece que tanto la derecha como la izquierda que nos gobiernan han llegado a un acuerdo al respecto, zanjando anteriores pol¨¦micas, y est¨¢n dispuestas a gastarse lo que haga falta -naturalmente, de dinero p¨²blico- para adaptar la prisi¨®n y llenarla de salas en las que se expondr¨¢n, en su mayor¨ªa, reproducciones de escayola o cart¨®n piedra, pues de lo aut¨¦ntico, hay poco fondo para tan magna obra.
Al socaire del dinero p¨²blico, ?hasta se ha fundado una ONG! que, al parecer, tambi¨¦n se subvenciona no se para qu¨¦ fines, y distinguidos profesores y profesionales han puesto en juego todos sus recursos e influencias partidarias para que el museo sea una inmediata realidad.
Uno, a su edad, que ya es bastante, nunca ha acabado de entender ciertas prioridades, tal vez por ignorancia (aunque sea "letrado"), y por ello ¨¦sta que ocupa ahora a las fuerzas vivas de la ciudad en la que trabajo, m¨¢xime porque hoy les han dado una mala noticia: ? Valladolid se les ha anticipado! Pienso que la prisi¨®n y el dinero que se van a gastar en ella tienen un destino m¨¢s solidario, m¨¢s humano; los hombres, mujeres y ni?os que ya han empezado a deambular por la ciudad, por los campos, ateridos, hambrientos, desasistidos. Ja¨¦n no descollar¨¢ por un museo ib¨¦rico de menor importancia, arr¨¢nquense los barrotes de las celdas, ¨¢branse de par en par las puertas que tanto tiempo han estado cerradas y dese cobijo y alimento a tanto necesitado como ahora vemos en nuestras calles. ?Caro? ?Cu¨¢nto nos est¨¢ costando el levantar y volver a arreglar las calles principales de la ciudad, los cursos que para nada sirven, los museos prescindibles, los campos de f¨²tbol y las corridas de toros? As¨ª Ja¨¦n ser¨¢ digna de ser admirada, de, por una vez, hacer algo digno de sus gentes ?Demagogia? Ni me dedico a la pol¨ªtica ni tengo que halagar a nadie para que me vote en no se qu¨¦ lista o concurso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.