El eje 'moral'
El presidente del Gobierno espa?ol inicia hoy un viaje que le llevar¨¢ primero a Nueva York y el mi¨¦rcoles a la Casa Blanca en momentos delicados en que retumban los tambores de una posible guerra contra Irak. ?ste es el principal inter¨¦s de la visita para Bush, cuando Espa?a va a entrar a partir del 1 de enero en el Consejo de Seguridad, como miembro no permanente. El apoyo de Aznar a la posici¨®n de Estados Unidos sobre Irak ha sido sin fisuras, aunque est¨¢ por ver qu¨¦ pasar¨ªa si Bush decidiera atacar Irak sin volver a pasar por el Consejo de Seguridad, pues la literalidad de la resoluci¨®n 1.441 no supone ning¨²n cheque en blanco a Washington. Espa?a ha prestado sus bases, colabora activamente en la Operaci¨®n Libertad Duradera, como se ha visto con el apresamiento de un buque en el ?ndico, aunque desgraciadamente Washington ha debido considerar a los espa?oles en esta materia m¨¢s como empleados, de los que no se espera una conferencia de prensa para proclamar ¨¦xitos, que como aliados. Est¨¢ por ver qu¨¦ aportar¨¢ Espa?a a un conflicto con Irak si Estados Unidos lo reclama, bilateralmente o a trav¨¦s de la nueva OTAN capaz de actuar globalmente "all¨ª donde fuera necesario", cambio de alcance que no ha pasado por ning¨²n Parlamento.
El Gobierno espa?ol tiene intereses muy directos en esta relaci¨®n con EE UU, aunque no llegue a ser tan especial como habr¨ªa querido Aznar. Por una parte, la cooperaci¨®n pos 11-S con EE UU en la guerra contra el terrorismo de Al Qaeda brinda nuevos medios en la lucha contra ETA a trav¨¦s de tecnolog¨ªas para controlar Internet y los correos electr¨®nicos, conversaciones telef¨®nicas y otros elementos que dejan rezagado lo que hac¨ªa la anglosajona red Echelon. Espa?a tambi¨¦n necesita a EE UU para gestionar sus relaciones con Marruecos, como qued¨® claro con la intercesi¨®n de Colin Powell en la crisis de Perejil, y para resolver, aunque ahora pase por un mal trance, el contencioso de Gibraltar con el Reino Unido. Esta pol¨ªtica espa?ola se ve tambi¨¦n alimentada por la conclusi¨®n de que quien manda en este mundo es Estados Unidos.
Pero algo une a Aznar y Bush, m¨¢s all¨¢ de los intereses nacionales: una pulsi¨®n que los lleva a introducir en sus pol¨ªticas una creciente dimensi¨®n religiosa. El Gobierno de Aznar, tras una posici¨®n m¨¢s abierta del Ministerio de Sanidad, se puso de parte de EE UU, en las negociaciones para la Convenci¨®n Internacional sobre Clonaciones, apoyando la prohibici¨®n de la clonaci¨®n no s¨®lo para fines reproductivos, sino, en contra de Alemania y Francia, tambi¨¦n para fines terap¨¦uticos. Al final, EE UU y el Gobierno espa?ol lograron retrasar al menos un a?o los debates sobre esta importante convenci¨®n. En Exteriores se afirma que estas posiciones vienen directamente de La Moncloa; no s¨®lo del presidente del Gobierno, sino tambi¨¦n de su esposa, vinculada a movimientos cristianos conservadores pr¨®ximos al integrismo. De ah¨ª parti¨® tambi¨¦n el intento, finalmente frustrado, de adoptar una l¨ªnea similar a la de los republicanos en EE UU respecto al Fondo de Poblaci¨®n de Naciones Unidas para dejar de contribuir a programas que implicaran interrupciones voluntarias de embarazos. Clinton, el anterior morador de la Casa Blanca, nunca pretendi¨® cortar fondos internacionales por raz¨®n del aborto como medio de control de la natalidad. Pero no pudo impedir que lo hiciera un Congreso dominado por los republicanos.
La agenda o la estrategia pol¨ªtica de Bush, se va llenado de referencias a la fe y a una supuesta moralidad. Bush ha tenido en la derecha cristiana en EE UU, uno de sus apoyos principales. El resultado es que en algunos foros internacionales su posici¨®n coincide con la que propugnan algunos reg¨ªmenes integristas isl¨¢micos. Lo que ya no es nada tan seguro es que Aznar siga a Bush en su convencido intento de una pol¨ªtica que propugne la abstinencia sexual, e incluso la virginidad, frente a la contracepci¨®n, para resolver parte de los problemas de la juventud.
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