Alas rotas
La suspensi¨®n de pagos de United Airlines, la segunda compa?¨ªa de transporte a¨¦reo del mundo, incide en una crisis agravada por los atentados del 11-S pero cuyas ra¨ªces son anteriores. Desde la d¨¦cada de los ochenta, gigantes de los cielos como US Airways, Pan American, Sabena, Swissair, TWA o Continental han atravesado graves crisis financieras, han sufrido cierres parciales, han sido compradas por otras compa?¨ªas o simplemente han desaparecido. El "miedo a volar" provocado por el ataque de septiembre de 2001 no puede ser esgrimido como explicaci¨®n ¨²nica de esta epidemia de desastres.
Las l¨ªneas a¨¦reas se han configurado en todo el mundo seg¨²n un modelo colosalista: grandes flotas, numerosos vuelos a todas las ciudades del mundo y servicios de lujo a los ocupantes. En consecuencia, sus costes de mantenimiento resultan insoportables en periodos de disminuci¨®n de los ingresos y no son siempre f¨¢ciles de reducir. Al mismo tiempo, una parte significativa de sus empleados -en especial los pilotos, tambi¨¦n en EE UU- ha consolidado ventajas salariales que, junto con los elevados costes de estructura, dejan poco margen para adoptar medidas que salven a las empresas en periodos depresivos.
Esta condici¨®n fatal se ha repetido en casi todas las empresas quebradas y, a veces, ni siquiera los compromisos de ¨²ltima hora para congelar salarios han servido para evitar las quiebras, como es el caso de la propia United. Incluso American Airlines, la primera l¨ªnea a¨¦rea del mundo, parece afectada por este virus y soporta hoy p¨¦rdidas de cinco millones de d¨®lares al d¨ªa.
Pero si el modelo de grandes aerol¨ªneas ha hecho crisis, no se sabe bien cu¨¢l puede sustituirlo. Es cierto que han surgido empresas peque?as, de tarifa reducida, que obtienen beneficios gracias a desnudar su actividad de todo lo que no sea transporte del cliente. Pero tampoco est¨¢ claro que el transporte a¨¦reo tenga que renunciar en el futuro a niveles m¨ªnimos de calidad -atenci¨®n al cliente en vuelo, conexi¨®n de rutas, log¨ªstica de equipajes- para sobrevivir. No es en la sordidez donde debe estar la soluci¨®n, sino en compaginar el control de costes con la calidad del servicio. Pero esta relaci¨®n m¨¢gica todav¨ªa no se ha encontrado.
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