Mentiras
Entre tantas noticias y criterios diferentes e incluso contradictorios sobre la calidad de vida, la seguridad, la situaci¨®n econ¨®mica, la convergencia con Europa, las ventajas o los perjuicios con los que la globalizaci¨®n puede regalar o amenazar a Sevilla ?con qu¨¦ se puede uno quedar? Creo que son escasos los conocimientos de la mayor¨ªa sobre econom¨ªa y pobre la voluntad de desentra?ar las mara?as que nos llegan desde la televisi¨®n, que suele ser el medio que m¨¢s confunde. Una soluci¨®n ser¨ªa ponerse a estudiar los temas a fondo para poder alcanzar una opini¨®n propia, por elemental y precaria que fuese, pero no parece probable. Adem¨¢s ?qui¨¦n tiene inter¨¦s en descubrir errores o mentiras que puedan dar un disgusto?
No es por el hecho de la mentira que cualquiera reconoce sin rasgarse las vestiduras y que todo el mundo practica, inconsciente o descaradamente, creyendo tener la verdad en su boca o con af¨¢n de enga?o; unos para seguir siendo lo que son, otros para llegar a ser lo que desean y otros para que no lo consigan. La cosa es que se pone muy dif¨ªcil averiguar cu¨¢nto hay de verdad en la mentira o de mentira en la verdad. Despu¨¦s est¨¢n los agentes externos que estimulan o desatan reacciones gen¨¦ticas, secreciones glandulares o crisis patol¨®gicas; tantas vicisitudes que conforman nuestras verdades y mentiras sin pedirnos permiso. Y, por supuesto, no podemos olvidarnos de la mentira que se utiliza para no ofender a los dem¨¢s, la bendita hipocres¨ªa. Como el fin ¨²ltimo es ser lo m¨¢s feliz posible, se convive con todas ellas muy gustosamente, se aceptan las opiniones diferentes, y se est¨¢ dispuesto a creer lo que se oiga; aunque algunos temas que ata?en personalmente intranquilicen.
Como no me parece la situaci¨®n ideal, digo yo, mi utop¨ªa ser¨ªa enfrentarnos sin miedo a lo que tenemos delante, frente a frente y con inter¨¦s de conocerlo de las ramas a la ra¨ªz, por detr¨¢s y por delante, ya puedan ser personas, im¨¢genes o ideas, con todos sus gestos, actitudes, expresiones y silencios. Con actitud abierta para llegar a conocer (si esa no es una forma de llegar al conocimiento todo este escrito es un error del principio al final) s¨®lo me queda hablar de unos receptores intelectualmente preparados para comprender los mensajes que, por otro lado, habr¨ªan de ser muy claros.
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