El hidr¨®geno y la energ¨ªa

He le¨ªdo con inter¨¦s el art¨ªculo de Jeremy Rifkin El gran cisma, que sobre lo que ¨¦l llama "la era del hidr¨®geno" public¨® EL PA?S el pasado martes 10. En ¨¦l se hablaba de los cambios que se pueden producir en los equilibrios de poder en el mundo al alterarse el r¨¦gimen energ¨¦tico, en una transici¨®n desde los combustibles f¨®siles (petr¨®leo, gas natural y derivados) al hidr¨®geno. Todos estamos de acuerdo en que la participaci¨®n de los combustibles f¨®siles de aqu¨ª a treinta o cuarenta a?os como fuente de energ¨ªa se va a reducir debido al agotamiento de las reservas, pero no comparto ese papel estrella que le reserva en el balance al hidr¨®geno.

Resulta que la producci¨®n actual de hidr¨®geno a gran escala se realiza en m¨¢s de un 90% a partir del gas natural y del petr¨®leo. Es decir, se pretende sustituir algo que se agota por un producto que necesita de ese recurso escaso para ser producido. Esto mismo es aplicable a las pilas de combustible con las que se propulsan los car¨ªsimos prototipos de autom¨®viles como el de General Motors que se menciona en el art¨ªculo. La otra forma principal de producci¨®n de hidr¨®geno es a partir de la electr¨®lisis del agua, pero ¨¦sta s¨®lo tiene sentido en peque?as aplicaciones debido al alto consumo energ¨¦tico que dicho proceso conlleva. Y una vez m¨¢s, la electricidad necesaria para esa reacci¨®n es obtenida en su mayor parte a partir de combustibles f¨®siles.

Es verdad que existen diversos proyectos para desarrollar nuevas formas de producci¨®n de hidr¨®geno, pero sus resultados no parece que de momento inviten a un optimismo que permita el que se pueda producir ese cambio tan radical al hidr¨®geno que nos cuenta Rifkin. Lo que est¨¢ claro es que s¨ª se debe producir un cambio hacia otros tipos de energ¨ªa: todav¨ªa no sabemos cu¨¢l.