Escudo imperial
George Bush ha anunciado por sorpresa, a la semana siguiente de un nuevo ensayo fallido, que EE UU tendr¨¢ operativo a finales de 2004 un incipiente sistema antimisiles, basado en tierra y en el mar, para contrarrestar la creciente amenaza que Washington avizora en reg¨ªmenes hostiles con armas de destrucci¨®n masiva. La fase inicial del proyecto, destinado seg¨²n el presidente a proteger a "EE UU y sus aliados", incluir¨¢ silos en Alaska y cohetes Aegis en buques de guerra. El escudo antimisiles est¨¢ dise?ado para interceptar en vuelo cohetes de largo alcance antes de que impacten en los blancos asignados.
Este blindaje espacial, que Bill Clinton mantuviera en el limbo, ha sido la ni?a de los ojos de Bush ya antes de ganar las elecciones, y los acontecimientos posteriores al ll-S han venido a darle el impulso definitivo. Pero no s¨®lo de la Casa Blanca. Tambi¨¦n del Pent¨¢gono, la derecha republicana y la gran industria. No en vano el escudo espacial ser¨¢ el programa m¨¢s caro empredido nunca por los militares estadounidenses: cientos de miles de millones de d¨®lares hasta su culminaci¨®n dentro de muchos a?os.
La idea de Bush es que la doctrina nuclear de la guerra fr¨ªa, un baile entre dos, ha dejado de servir, y que el mundo se ha ido convirtiendo en un escenario cada vez m¨¢s impredecible. En este paisaje, reg¨ªmenes irresponsables u hostiles -su cat¨¢logo incluye a Irak, Ir¨¢n, Corea del Norte, que recientemente ha decidido reactivar sus programas nucleares- podr¨ªan tener capacidades tecnol¨®gicas para lanzar cohetes a miles de kil¨®metros. Con este equipaje doctrinal y maniqueo, que presupone la remota posibilidad de que un gobierno suicida decida lanzar sus cohetes contra la hiperpotencia, Bush abjur¨® en junio pasado del tratado Anti Misiles Bal¨ªsticos (ABM), de 1972, que prohib¨ªa un sistema como el ahora anunciado. Rusia y China, pero tambi¨¦n Europa, han considerado tradicionalmente que el ABM era la piedra angular de la seguridad global, a trav¨¦s del equilibrio del terror.
El escudo antimisiles no es ninguna poci¨®n m¨¢gica y s¨ª una probable invitaci¨®n a otros a hacerse m¨¢s temibles y a competir para que EE UU no sea el ¨²nico espacio invulnerable. Su corolario es m¨¢s un acicate armamentista que un elemento disuasorio. Por eso los Gobiernos europeos no comparten la visi¨®n de la Administraci¨®n republicana sobre los riesgos de seguridad en el mundo. Con su pistoletazo de salida a una decisi¨®n crucial, llamada a alterar la arquitectura estrat¨¦gica en los a?os venideros, Bush hace gala una vez m¨¢s de un unilateralismo imperial. Para Washington sobran el benepl¨¢cito de los aliados y las consultas de buena fe con quienes no lo son.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.