Del presupuesto y de lo abstracto
Creo recordar que fue por primera vez en Pontevedra donde en una taberna concurrida nos sacaron en barra y en peque?os cuencos de loza, todo muy apa?ado, un aderezo de lentejas para acompa?ar un ribeiro riqu¨ªsimo. (Ni se les ocurra pedir albari?o: les cobrar¨¢n un ri?¨®n y les devolver¨¢n las cenizas.) Lentejas... Tras la primera sorpresa -que no necesito explicar-, result¨® un a?adido sabroso y muy apropiado. Comprend¨ª por qu¨¦ Esa¨² vendi¨® su primogenitura por un plato de lentejas.
Y en esas estamos. S¨®lo que a la inversa: nosotros hemos regalado y renunciado -?ni tan siquiera, "vendido"!- todos nuestros platos, pocillos o cuencos de lenteja de aqu¨ª al tres mil, a cambio de la primogenitura de Aitor. Casi nos da lo mismo todo lo dem¨¢s: Europa, la integraci¨®n territorial, la cohesi¨®n social, la comunicaci¨®n r¨¢pida o que haya muertos en el camino (y esto es tan literal como dram¨¢tico), con tal de recuperar esa primogenitura.
Volviendo a aquella met¨¢fora gastron¨®mico-festiva, siempre hemos solido volver a las tabernas que nos regalan un caldito, dado una tapita, que han servido un buen vino o dispuesto de un buen surtido de "pinchos", o cualquier detalle o arreglo de nuestro gusto (adem¨¢s de la simpat¨ªa del "mesonero", hoy tan descuidada). Importaba lo concreto: las lentejas. Que en esta cafeter¨ªa tomara su caf¨¦ Zola, que all¨¢ Walther Benjamin; que m¨¢s lejos se hiciera ¨¦sta o la otra tertulia, nos pudo servir para una entrada fugaz de turista sofisticado. Pero, poco m¨¢s. (Salvo la Bodeguita de Enmedio. Pero, ?a d¨®nde ir hoy si no a La Habana?) Lo metaf¨ªsico no es de nuestro mundo. Nos va lo que se pueda tocar, o, especialmente, saborear.
Alg¨²n rumano esteta y desesperado ha podido pensar que "la muerte es, hasta ahora, lo m¨¢s s¨®lido que ha inventado la vida" (Emil Cior¨¢n). Otros, creemos, por el contrario, en lentejas y cosas as¨ª. Cosas concretas (y bien s¨®lidas si no se cuecen bien). Y, en lo que se refiere a la administraci¨®n de los pa¨ªses, creemos en sus presupuestos. Presupuestos que el paisito no tiene. Podr¨¢ felicitar Ibarretxe a Zenarruzabeitia con efusi¨®n. Pero ya lo dijo ella: "Aqu¨ª no se habla de presupuestos" (de lentejas). Y sin decirlo, se hablaba de mantenerse en el gobierno, el Vasco, fuera como fuera para condicionar una sociedad cuya econom¨ªa est¨¢ intervenida en un 70% (directa o indirectamente), para seguir rode¨¢ndose de una clientela fiel (y temerosa: obs¨¦rvese a los inminentes exdiputados generales del PNV), para financiar una campa?a partidaria-partidista-parcial-minoritaria-etc¨¦tera, llamada "Plan Ibarretxe", en Chile o Par¨ªs (cuando nuestros intereses comerciales est¨¢n en Chequia o Ucrania), para descuidar la administraci¨®n de este paisito (?C¨®mo si no llamarle con m¨¢s cari?o y desgarro?). Importa poco que se desaproveche el potencial de conocimiento de la UPV-EHU, que se retrase ocho a?os la Y vasca (y una potencial Ciudad Vasca), o que el mercado de Ordizia..., bueno, eso se mantiene solo. Lo que importa es recuperar la primogenitura de Aitor.
Y pasa lo que pasa. Como se atiende mal a la "clientela", la inversi¨®n extranjera cae un 89,34% este semestre. ?Que se dice pronto! (Habr¨ªa que calibrar todo ello en inadecuaci¨®n estructural de nuestra econom¨ªa, desvalorizaci¨®n de nuestro sistema de trabajo y empresarial, paro, etc¨¦tera.) Piense que a su negocio se acerca s¨®lo uno de cada diez clientes que antes ten¨ªa. Seguro que se preocupa.
?Se preocupa Juan Jos¨¦ Ibarretxe, Josu Jon Imaz, Anjeles Iztueta de todo esto? ?Hacen algo por que vaya bien el negocio? ?Son de verdad nacionalistas, gente que trabaja por la naci¨®n? Un cuenco de buenas lentejas con ribeiro es lo que cuenta en casos as¨ª. O, si se prefiere, rioja con tapa de hojas de bacalao y alioli. La cosa es bajar al terreno de lo concreto, a lo s¨®lido, desde ese alambicado y est¨¦ril terreno de las abstracciones. (Que, en manos de Anjeliz de brujo, puede causar hecatombes.) Un presupuesto negociado es lo que cuenta. Y, si no, elecciones anticipadas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.