La tercera llegada del 'mes¨ªas'
Clemente, agotado su cr¨¦dito como gestor de empresas mayores, se ha especializado en el salvamento de equipos en crisis Clemente, agotado su cr¨¦dito como gestor de empresas mayores, se ha especializado en el salvamento de equipos en crisis
Probablemente, Javier Clemente sea un entrenador incombustible, un luchador que se ampara en viejas victorias y al que no le acosan las nuevas derrotas. Todav¨ªa prevalecen las primeras sobre las segundas como una cuesti¨®n de fe, como un recurso inagotable. Clemente lleg¨® al Athletic con su breve pasado de jugador y su breve bagaje de entrenador (el Baskonia, un club menor, era su argumento). Y fue campe¨®n de Liga, de Copa, de Supercopa, de casi todo. Se fue al Espanyol y fue finalista de la Copa de la UEFA (aunque algo tuvieran que ver en no ser campe¨®n sus habituales pecados de soberbia). Se fue al Atl¨¦tico y le destituyeron siendo segundo en la Liga con una tropa de gladiadores. Se fue a la selecci¨®n e hizo lo que todos: caer donde sol¨ªa, en cuartos de final, como si de una maldici¨®n se tratase, a la que ni Clemente, con ese halo mesi¨¢nico que le acompa?a, pudo poner remedio. En cierto modo, all¨ª toc¨® techo.
De pronto, Clemente el grande (que lo fue) baj¨® un pelda?o, se ocup¨® de empresas en crisis y se especializ¨® en segundas oportunidades. Estigmatizado por su car¨¢cter, fue requerido para operaciones de salvamento. Le llam¨® el Betis y se arm¨® la marimorena, pero se salv¨®, aunque dej¨® mechones en la gatera. Le llam¨® la Real Sociedad, en lo m¨¢s profundo de la crisis y se salv¨®, aunque dej¨® otro mech¨®n en el vestuario. Mucho antes le hab¨ªa llamado el Athletic (por un pacto electoral) y no s¨®lo fracas¨® en el empe?o sino que, probablemente, agot¨® su magia rojiblanca.
En Francia, con el Olympique, ni agrand¨®, ni empeque?eci¨® su fama. Con el Tenerife, acept¨® un suicidio anunciado.
Ahora le reclama el Espanyol, por tercera vez, para sacar adelante un barco varado, un equipo sin fe, sin estructura, sin dinero y sin identidad. Clemente fue feliz en Barcelona. A¨²n recuerda la UEFA. Luego retorn¨®, en peores momentos. Ahora necesita encontrar urgentemente un Golobart y un Lauridssen para calentar la grada y el equipo, para encender la chispa que electrice un club demasiado imperceptible. Clemente es adem¨¢s de entrenador, el mes¨ªas. Ejerce, ¨²ltimamente, de eso: el pr¨¢ctico que lleva a puerto los buques averiados. El Espanyol, esta vez, no le pide la UEFA. Le basta con que mantenga la categor¨ªa. Y a Clemente, tambi¨¦n.
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