Desde los adentros
El bajo-bar¨ªtono alem¨¢n Thomas Quasthoff y el pianista ingl¨¦s Charles Spencer plantearon anteayer para Iberm¨²sica un programa potente y sutilmente estructurado en la m¨¢s pura esencia del lied. La primera parte, dedicada ¨ªntegramente a Schubert, sobre textos de Seidl, Schulze y Goethe, fue casi un simp¨¢tico aperitivo ante la contundencia expresiva de la segunda, con canciones de Hugo Wolf sobre textos de Eduard M?rike -el autor de esa joyita literaria que es Mozart, camino de Praga-, y especialmente los Cuatro cantos serios de Brahms, sobre textos de Eclesiast¨¦s y Corintios. Quasthoff se mueve como pez en el agua en las profundidades del canto. Interioriza lo que dice y lo devuelve con un fuerte contenido espiritual. Su viaje a trav¨¦s de Wolf y Brahms fue conmovedor por su hondura, y fascinante por su dimensi¨®n interpretativa. Algo que prolongar¨ªa sobre todo en la primera de las tres propinas, una emotiva Du bist die Ruh, de Schubert. Las frivolidades est¨¢n fuera de sitio en los planteamientos de Quasthoff. Y Spencer sigue el juego desde el piano con una complicidad que emociona.
Thomas Quasthoff
Con Charles Spencer (piano). Canciones de Schubert, Wolf y Brahms. Ciclo Iberm¨²sica. Auditorio Nacional, Madrid, 18 de diciembre.
Un recital de lied es, en cualquier caso, un acto de identificaci¨®n entre los artistas y el p¨²blico de la sala. Las tormentas de toses de un considerable sector de p¨²blico entre canci¨®n y canci¨®n no favorecieron lo m¨¢s m¨ªnimo el clima de concentraci¨®n necesario para la sensibilidad desplegada por los artistas. Quasthoff y Spencer estaban fuera de sitio. Un programa lieder¨ªstico tan puro era una bomba de relojer¨ªa para un p¨²blico sinf¨®nico. O al menos eso pareci¨®. Se not¨® en los huecos iniciales y m¨¢s a¨²n en las deserciones despu¨¦s de la primera parte. Y se not¨® en la escandalosa explosi¨®n colectiva de resfriados o lo que sea, un fen¨®meno compulsivo que este comentarista no acaba de comprender por qu¨¦ se produce con tanta ostentaci¨®n. Con todo, al final, el ¨¦xito de la pareja alemana-inglesa fue inmenso y un sector de los abonados se mostraba sacudido emocionalmente por la experiencia.
Quasthoff hizo gala de su simpat¨ªa en los comentarios con el p¨²blico, al que tendi¨® puentes de comunicaci¨®n, hablando incluso del Real Madrid. Era un adecuado contraste con una seriedad art¨ªstica llevada al l¨ªmite en el desarrollo de una tarde en que los fuegos de artificio dejaron su sitio al lado m¨¢s intenso de la m¨²sica de los adentros. La m¨²sica callada, que dir¨ªa Juan de Yepes en su C¨¢ntico espiritual.
Babelia
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