Leipzig, la bella durmiente
La ciudad de la antigua RDA despierta de su letargo
En el recuperado brillo de sus calles, casas, iglesias y museos se puede leer minuciosamente una extraordinaria historia, que se conserva en gran parte porque los efectos de la guerra no fueron devastadores. Basta bajarse del tren en la estaci¨®n central de Leipzig para recibir el impacto. Miras a un lado y a otro y surge una pregunta: el porqu¨¦ de semejante grandiosidad, en una ciudad de medio mill¨®n de habitantes, a 170 kil¨®metros de Berl¨ªn. Aqu¨ª Johann Sebastian Bach se mat¨® escribiendo partituras para el coro de la iglesia Thomaskirche, que a¨²n existe (desde hace 780 a?os); aqu¨ª se fund¨® la primera orquesta c¨ªvica (la Gewandhausorchester) y Felix Mendelssohn-Bartholdy estableci¨® el primer conservatorio de m¨²sica de Alemania; aqu¨ª naci¨® Richard Wagner, estuvieron un tiempo Robert Schumann y Edvard Grie, y aqu¨ª Goethe estudiaba leyes.
A todos estos nombres y muchos m¨¢s en alg¨²n momento les dedicaron una calle, un museo, un monumento e incluso comidas o bebidas. Pero no es todo. La ciudad sajona tiene otra gran historia que contar. Una que representa cambios. Los realizados a pasos de gigante en la ¨²ltima d¨¦cada.
La antesala de la estaci¨®n
Conviene llegar en tren. Porque la estaci¨®n central es un representativo micromundo de la que fue la ciudad m¨¢s rica de Alemania entre las dos guerras mundiales del siglo XX, un micromundo adaptado a las necesidades de la vida de hoy, a la ¨¦poca pos-RDA. Cuando se inaugur¨® en 1915, la denominaron "catedral del progreso", un t¨ªtulo que recuper¨® cuando Alemania volvi¨® a ser una en 1990. Unos 250 millones de euros posibilitaron su segunda inauguraci¨®n en 1997. A primera vista, la antesala -de 267 por 32 metros- le queda exageradamente grande a esta ciudad vecina de focos culturales cl¨¢sicos como Dessau, Dresde, Erfurt, Halle, Jena y Weimar.
Leipzig, cuyos habitantes impulsaron la revoluci¨®n del oto?o de 1989, se ha despertado como una bella durmiente, sacudi¨¦ndose el socialismo que la hizo dormir 50 a?os. El pr¨ªncipe del beso hacia la modernidad con la reunificaci¨®n alemana se llama optimismo. Y ¨¦ste, junto con mucho dinero, ha permitido que la peque?a Par¨ªs -t¨ªtulo que le dio Goethe en Fausto- se convierta en una de las ciudades m¨¢s atractivas del este de Alemania.
Gracias a ese esp¨ªritu, los habitantes de Leipzig han hecho de sus ruinas, palacios; de basureros, jardines; de planicies, parques de diversi¨®n, y de calles vac¨ªas, zonas repletas de bares. La ciudad se ha presentado como candidata para los Juegos Ol¨ªmpicos de 2012, dispone de un nuevo aeropuerto internacional, de un gran zool¨®gico modernizado y de numerosas joyas arquitect¨®nicas. Silenciosos testigos del desarrollo, edificios medievales, renacentistas, barrocos, clasicistas, historicistas y funcionalistas, que fueron revolucionarios en su momento, reflejan la pujanza de Leipzig como centro comercial. La ciudad formaba un eje entre Europa Occidental y Oriental. Aqu¨ª se estableci¨®, durante la Edad Media, la primera feria internacional; ech¨® a andar el primer tren alem¨¢n de larga distancia, en 1835, y entre las dos guerras mundiales se movi¨® el 80% del comercio mundial de pieles, adem¨¢s de otros productos de consumo como caf¨¦, t¨¦, algod¨®n, cer¨¢micas, tapices y telas, que se expon¨ªan en puestos de feria permanentes.
Las elegantes casas de comercio de fin del siglo XIX y comienzos del XX, generalmente de ladrillo rojo o amarillo, con elementos historicistas, l¨ªneas encurvadas, org¨¢nicas, que estaban de moda en otras ciudades europeas como Barcelona, Par¨ªs y Viena, componen un sistema ¨²nico de pasajes. Ahora, sus soportales contienen elegantes papeler¨ªas, zapater¨ªas, restaurantes y caf¨¦s. Beber caf¨¦ es un acto social para los sajones desde el siglo XVII, y el caf¨¦ Baum, junto al Bathels Hof, es uno de los m¨¢s antiguos de Europa.
Un restaurante f¨¢ustico
A trav¨¦s de la elegante M?dler-Passage, una peque?a copia de la galer¨ªa milanesa Vittorio Emanuele que desemboca en la principal calle peatonal, frente a la plaza Nasch-Markt, se entra al legendario restaurante Auerbachs Keller, abierto hace 275 a?os y conocido por la escena del Fausto en la que Mefist¨®feles embruja a los estudiantes. Y cuando los restaurantes cierran su cocina, sobre las 22.30, comienza la vida nocturna en la zona de Drallewatsch.
Leipzig ha logrado ponerse un vestido nuevo sin perder su riqueza hist¨®rica. Hay zonas donde tras las filas de edificios con elegantes lofts se esconden a lo lejos casas sin pintura y ventanas. En Plagwitz, barrio de las afueras, en otra ¨¦poca se establec¨ªa una empresa tras otra y los fabricantes se precipitaban a reflejar sus ¨¦xitos comerciales en la est¨¦tica de sus casas privadas, en el Musikerviertel (el barrio de los m¨²sicos), y en sus salas de exposiciones en el centro. Durante los a?os de la RDA, nadie se preocup¨® de reactivar la zona industrial. Pero ahora reinan en ella ansias de una segunda revoluci¨®n. Las inmobiliarias ofrecen una vez por semana paseos en autob¨²s con el fin de vender las viejas casas. Los precios: 99.000 euros por un edificio. Sobra vivienda y falta gente. Antes de la guerra viv¨ªan un mill¨®n y medio de personas en Leipzig. Ahora, apenas medio mill¨®n. Pero qui¨¦n sabe, quiz¨¢ no falte mucho tiempo para que despierte completamente para volver a convertirse en una aut¨¦ntica metr¨®poli en el coraz¨®n de Europa.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo llegar
- Air Berlin (901 11 64 02) vuela a Leipzig, con parada en Palma de Mallorca, ida y vuelta a partir de 158 euros (tasas incluidas).
- Lufthansa (902 22 01 01) vuela a Leipzig, desde Madrid con una parada, en enero, 295 m¨¢s tasas.
- Desde Berl¨ªn, en tren: una hora y media (ICE), 33,40 euros por trayecto.
Informaci¨®n y dormir
- Oficina de turismo de Leipzig (0049 341 710 42 55 y www.leipzig.de). Funciona adem¨¢s como central de reservas para hoteles y otras opciones de alojamiento, como albergues y pensiones.
- Leipzig-Card. Para un d¨ªa (5,90 euros) o tres (11,50). Transporte p¨²blico, descuentos, museos.
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