Navidades negras
LOS ESFUERZOS DEL GOBIERNO para sacarse de encima cualquier responsabilidad por el hundimiento del Prestige caminan del bracete con sus maniobras para monopolizar -en propio beneficio electoral- la administraci¨®n de las ayudas a los damnificados financiadas por fondos presupuestarios y europeos. De un lado, Aznar env¨ªa al ostracismo al PSOE y a los dem¨¢s grupos de la oposici¨®n al rechazar o ridiculizar sus propuestas, sin perjuicio de plagiarlas a rengl¨®n seguido; de otro, el presidente del Gobierno comete la incongruencia de llamar a los socialistas "flojos, pusil¨¢nimes, demagogos, irresponsables, carro?eros, desleales y antipatriotas" por cumplir sus deberes constitucionales de controlar al Ejecutivo y no conformarse con el deslucido papel de ofrecerle su respaldo incondicional para verse desde?ados. La ducha escocesa propinada al PSOE por el PP recuerda el doble v¨ªnculo de las relaciones jer¨¢rquizadas: el Gobierno conmina a la oposici¨®n -considerada un ente subalterno cuya colaboraci¨®n se solicita y se desprecia al mismo tiempo - a que ejecute sus ¨®rdenes contradictorias.
Aunque Cascos sostenga que la marea negra de fuel es "el Chern¨®bil espa?ol", la estrategia electoralista del Gobierno y su obsesi¨®n por satanizar al PSOE le impiden estar a la altura de ese desaf¨ªo
La estrategia oficial para hacer frente a la crisis del Prestige est¨¢ movida por s¨®rdidos objetivos electoralistas: mientras el Gobierno ocupa en solitario el escenario como exclusivo y excluyente protector de los perjudicados, la tarea paralela de satanizar a sus competidores en las urnas intenta desviar hacia la abstenci¨®n los votos desertores del PP. El avance del BNG a costa del PP pero tambi¨¦n del PSOE y la radicalizaci¨®n de la coalici¨®n nacionalista ser¨¢n el probable resultado de esa doble operaci¨®n de imagen. Mediante esos fraudulentos procedimientos, el Gobierno refuerza la desafecci¨®n de los ciudadanos damnificados hacia las instituciones democr¨¢ticas: la sobreactuada retirada escenificada por el PP en el Congreso el mi¨¦rcoles para protestar de la sesgada interpretaci¨®n dada por el socialista Caldera a un documento oficial sobre el rumbo del Prestige (una superflua y tonta argucia de picapleitos) fue una gamberrada contra la dignidad del Parlamento.
En su reciente libro La sociedad del riesgo global (Siglo XXI de Espa?a, 2002), Ulrich Beck recuerda que los conflictos ecol¨®gicos suelen promover movilizaciones subpol¨ªticas al margen o en contra de los cauces de la democracia representativa. A diferencia de las cat¨¢strofes naturales percibidas anta?o como castigos divinos, el riesgo est¨¢ asociado en la modernidad a las decisiones humanas y al proceso civilizatorio. Desde comienzos del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, las amenzadoras incertidumbres creadas por el industrialismo se prestaban a la previsi¨®n, el c¨¢lculo y el aseguramiento en espacios y tiempos determinados. Pero con el arranque de la segunda modernidad, los vertidos contaminadores en los r¨ªos y las mareas negras en los oc¨¦anos o las emanaciones t¨®xicas polucionadoras del aire y del suelo atraviesan las fronteras y afectan a las generaciones venideras.
La cat¨¢strofe de Chern¨®bil y la campa?a de Greenpeace contra una plataforma petrol¨ªfera en el B¨¢ltico despertaron la sensibilidad mundial frente a los problemas medioambientales. La descripci¨®n del naufragio del Prestige como "el Chern¨®bil espa?ol" realizada por el ministro de Fomento en un consejo de la Uni¨®n Europea deber¨ªa hacer reflexionar no s¨®lo al impulsivo Cascos sino tambi¨¦n a sus compa?eros de Gabinete. En otra obra reci¨¦n editada (Libertad o capitalismo. Paidos, 2002), Ulrich Beck advierte sobre el car¨¢cter explosivo para los sistemas pol¨ªticos de los conflictos de riesgo, capaces de infiltrarse como un virus en las instituciones democr¨¢ticas y de cuestionarlas desde dentro. La t¨¢ctica del Gobierno de Aznar para utilizar la cat¨¢strofe del Prestige con el fin de sacar rendimientos electorales a la tragedia resulta detestable e ilusoria. El Ejecutivo debe aceptar la creaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria para investigar las causas del accidente y tomar las medidas oportunas al respecto; como se?ala Beck, la sociedad de riesgo exige abrir el proceso de toma de decisiones no s¨®lo al Estado sino tambi¨¦n a los movimientos sociales y c¨ªvicos.
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