"La relaci¨®n con Espa?a se normalizar¨¢ r¨¢pidamente"
Driss Jettu, de 57 a?os, primer ministro de Marruecos desde hace algo m¨¢s de dos meses, tiene mala conciencia. Se dispone a conceder su primera entrevista desde que est¨¢ en el Gobierno y se la va a dar a un peri¨®dico extranjero. Va a incurrir en el mismo error que otros responsables marroqu¨ªes que, a la hora de hacer declaraciones, privilegiaron a la prensa extranjera antes que a la suya. Los rotativos de Casablanca o de Rabat les criticaron despu¨¦s por tener s¨®lo ojos para Par¨ªs o Madrid y ningunear a su opini¨®n p¨²blica.
Pero este empresario exitoso del textil, convertido, para su sorpresa, en pol¨ªtico, ha abierto su casa de Rabat a un corresponsal de EL PA?S -la entrevista se desarroll¨® el viernes por la noche en el domicilio particular del jefe del Gobierno- antes que a un periodista marroqu¨ª, porque no s¨®lo con las palabras, sino con los gestos, quiere dejar claro que ha llegado la hora de resolver la larga crisis hispano-marroqu¨ª. "La relaci¨®n con Espa?a", dice optimista, "se normalizar¨¢ r¨¢pidamente".
"Comprendemos la preocupaci¨®n de Espa?a por la droga y la inmigraci¨®n"
"Los islamistas del PJD son un partido moderado y con vocaci¨®n de Gobierno"
"Espa?a est¨¢ llamada en el futuro a convertirse en el primer socio de Marruecos"
M¨¢s tarde (en alg¨²n otro encuentro, da a entender) dejar¨¢ de lado el cauto lenguaje diplom¨¢tico y har¨¢ declaraciones m¨¢s incisivas, pero ahora se disculpa: la prioridad es hacer llegar a Espa?a un mensaje n¨ªtido sobre el empe?o marroqu¨ª de normalizar, de una vez por todas, la relaci¨®n. Y para poner de manifiesto esa voluntad dedica a solas casi tres horas al periodista espa?ol, al que acompa?a, al despedirle, hasta la calle. Mientras, dos de sus hijos, reci¨¦n llegados de un largo viaje, esperan para poder abrazarle.
La crisis bilateral se inici¨® hace 20 meses, cuando el presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar advirti¨® de que la ruptura de la negociaci¨®n pesquera con Marruecos tendr¨ªa "consecuencias" sobre la relaci¨®n entre los dos pa¨ªses. Seis meses m¨¢s tarde, en octubre de 2001, el rey Mohamed VI la agrav¨® llamando a consultas a su embajador en Madrid. A partir de entonces se multiplicaron los conflictos hasta terminar, en julio pasado, con el incidente militar en el islote de Perejil.
La distensi¨®n empez¨® t¨ªmidamente hace diez d¨ªas, cuando se reunieron en Madrid los ministros de Asuntos Exteriores, Ana Palacio y Mohamed Benaissa. Se acentu¨® en v¨ªsperas del pasado fin de semana, cuando el monarca marroqu¨ª ofreci¨®, sin contrapartidas, sus caladeros a los pescadores gallegos afectados por la marea negra del Prestige.
Los amigos espa?oles de Jettu, en su mayor¨ªa empresarios vinculados a la CEOE, est¨¢n convencidos de que, sin su desembarco en la Primature, la sede del Gobierno de Rabat, la reconciliaci¨®n hispano-marroqu¨ª caminar¨ªa a paso de tortuga y que ¨¦l, con su empe?o, est¨¢ logrando imprimirle otro ritmo. Prueba de ello es la firma el pasado viernes, tras meses de espera, del contrato que permitir¨¢ a la empresa espa?ola Endesa construir y explotar cerca de T¨¢nger una central el¨¦ctrica de ciclo combinado.
Pregunta. ?Contribuir¨¢ el gesto del rey a reconciliar a nuestros dos pa¨ªses?
Respuesta. La decisi¨®n de su majestad obedece al deseo de ser solidario con las poblaciones afectadas por el naufragio del Prestige. Hemos sido muy sensibles a esta cat¨¢strofe. La propuesta solidaria del rey es normal entre dos pa¨ªses amigos, vecinos y, en muchos aspectos, culturalmente cercanos. Si este deber de solidaridad favorece adem¨¢s la distensi¨®n, nos alegramos de ello.
P. Adem¨¢s de anunciar la decisi¨®n, el rey descolg¨® un tel¨¦fono, el 13 de diciembre, para llamar al presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar con qui¨¦n mantiene, como m¨ªnimo, una relaci¨®n fr¨ªa. ?No es un gesto audaz?
R. Ignoro qui¨¦n ha llamado el primero a qui¨¦n. ?Es esto audaz o valiente? En estas circunstancias y ante la adversidad, esta cuesti¨®n me parece irrisoria, sobre todo al m¨¢s alto nivel de los Estados.
P. ?C¨®mo se ha podido llegar a esta crisis sin precedentes entre Espa?a y Marruecos?
R. Creo que ya lo hemos explicado suficientemente. La llamada a consultas del embajador marroqu¨ª en Madrid, en octubre de 2001, fue ante todo la manifestaci¨®n de nuestro descontento a prop¨®sito de la evoluci¨®n de la relaci¨®n bilateral. Hab¨ªa actitudes que se no se enmarcaban en nuestro tratado de amistad, cooperaci¨®n y buena vecindad. La valoraci¨®n que se hac¨ªa de la labor que desarrollamos aqu¨ª no era del todo equilibrada. Espa?a deber¨ªa de ser el primer pa¨ªs en animar a Marruecos a seguir adentr¨¢ndose por la senda que ha emprendido.
P. ?Puede pasar revista a los principales reproches que Marruecos hace a Espa?a?
R. La verdad es que ahora preferir¨ªa hablar del futuro de nuestra relaci¨®n tras la reuni¨®n ministerial de la semana pasada en Madrid. Estoy contento de que vayamos a hacer un inventario de todo aquello que nos separa y establecer una plataforma para restaurar la confianza, solucionar los problemas y, si subsisten matices, discrepancias, manejarlas con destreza.
P. Hablemos de las quejas que Espa?a formula ante Marruecos. Son, ante todo, dos: el escaso control de la emigraci¨®n clandestina y la creciente exportaci¨®n de droga del norte de su pa¨ªs a Europa.
R. A prop¨®sito de estos dos asuntos, comprendemos las preocupaciones espa?olas. Marruecos lleva a cabo actuaciones valientes y costosas para frenar esos fen¨®menos y proteger a Europa. Pero los problemas son amplios y complejos. Su soluci¨®n no depende s¨®lo de nosotros. Nos gustar¨ªa que Espa?a tenga una visi¨®n global de esta cuesti¨®n porque los responsables, protagonistas y v¨ªctimas de las plagas est¨¢n a ambos lados del Mediterr¨¢neo. Debemos, por tanto, aunar esfuerzos para luchar contra ellas. Cando se re¨²na el grupo de trabajo bilateral sobre este asunto, los espa?oles se dar¨¢n cuenta de la voluntad marroqu¨ª de colaborar.
P. ?Pueden dos pa¨ªses que mantienen un importante contencioso territorial, a prop¨®sito de Ceuta y Melilla, desarrollar una relaci¨®n amistosa?
R. ?No tienen Espa?a y el Reino Unido una relaci¨®n amistosa? ?No son ambos socios de la Uni¨®n Europea? Ninguno, y menos a¨²n Espa?a, ha renunciado a su reivindicaci¨®n sobre Gibraltar, pero ello no significa que ese contencioso deba enturbiar toda la relaci¨®n. Lo mismo debe suceder entre nuestros dos pa¨ªses.
P. A prop¨®sito de otra disputa territorial, la de la isla de Perejil, que los marroqu¨ªes llaman Toura, ambos pa¨ªses estuvieron al borde del incidente armado. ?No tardar¨¢ mucho en cicatrizar esa herida?
R. No, si nos situamos en una din¨¢mica de di¨¢logo constructivo enfocado hacia el futuro. Es importante que nuestras sociedades se conozcan mejor mutuamente y eviten cualquier caricatura y amalgama.
P. ?Entonces, cuando se sellar¨¢ la reconciliaci¨®n? ?Cu¨¢ndo se reincorporar¨¢n a sus puestos los embajadores de Marruecos y Espa?a llamados a consultas?
R. En la reuni¨®n de Madrid se ha puesto en marcha una din¨¢mica que estoy seguro que va a llegar r¨¢pidamente a buen puerto. El clima mejora, los contactos se restablecen -ma?ana, lunes, llega a Rabat el ministro espa?ol de Agricultura, Miguel Arias Ca?ete- y estoy convencido de que la normalizaci¨®n con Espa?a ir¨¢ a un ritmo acelerado, aunque no me atrevo a dar una fecha exacta para el retorno de los embajadores. Debe quedar claro que Marruecos est¨¢ empe?ado en normalizar r¨¢pidamente la relaci¨®n con Espa?a.
P. H¨¢blenos del futuro, ya que es lo que le gusta. ?No deber¨ªa Marruecos mantener a largo plazo una relaci¨®n algo m¨¢s equilibrada entre Francia y Espa?a? No en balde Espa?a es su gran vecino europeo.
R. Por favor, no razonemos en t¨¦rminos de equilibrios o de competici¨®n. Marruecos es un pa¨ªs abierto a todos. Con el tiempo, Espa?a, sin embargo, est¨¢ llamada a convertirse en el primer socio de Marruecos. El patio trasero de la industria y del sector servicios espa?ol debe de ser Marruecos y no Am¨¦rica Latina. Despu¨¦s de todo, Espa?a es nuestro vecino industrializado m¨¢s inmediato. Pese a lo que pueden pensar algunos agricultores espa?oles, nuestras econom¨ªas no compiten entre ellas sino que con complementarias. Juntos podemos ser m¨¢s fuertes.
P. Pasemos ahora a la pol¨ªtica interior. Las elecciones legislativas, que usted organiz¨® como ministro del Interior, pusieron de relieve, hace menos de tres meses, un fuerte auge de los islamistas del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD). ?Le intranquiliza? ?Debemos preocuparnos en Europa?
R. Es verdad que el PJD logr¨® un avance significativo, pero s¨®lo obtuvo algo m¨¢s del 13% de los sufragios y 42 esca?os sobre un total de 325 en la C¨¢mara de Representantes. Su pregunta est¨¢ demasiado marcada por el s¨ªndrome de lo que ha pasado en Argelia en la ¨²ltima d¨¦cada. Pero, cr¨¦ame, ni Marruecos, plenamente sereno sobre la evoluci¨®n de su democracia, ni sus socios europeos, deben estar inquietos. Yo dir¨ªa m¨¢s bien todo lo contrario: Lo sucedido es un s¨ªntoma de buena salud democr¨¢tica.
P. La amplia coalici¨®n de Gobierno que usted ha formado deja pr¨¢cticamente el monopolio de la oposici¨®n a los islamistas, que seguir¨¢n capitalizando el descontento y cosechar¨¢n m¨¢s sufragios en las siguientes elecciones, empezando por las municipales. ?No es arriesgado?
R. Primero, hay otros dos partidos importantes en la oposici¨®n. Segundo, no anticipemos los resultados de las elecciones locales, en las que intervienen factores ajenos a las legislativas. Tercero, el PJD es un partido moderado, activo en el seno del Parlamento y con vocaci¨®n de Gobierno. Es, en teor¨ªa, posible que saque partido, en las pr¨®ximas consultas, de su labor de censor del Gobierno. Esto deber¨ªa motivar a los dem¨¢s partidos, sobre todo a los de la mayor¨ªa gubernamental, a defender su programa y a estar constantemente a la escucha de los ciudadanos.
P. Su programa de Gobierno es, ante todo, un intento de combatir a los islamistas tratando de erradicar la miseria, la exclusi¨®n, etc¨¦tera.
R. Es una visi¨®n demasiado reductora y simplista de un programa considerado ambicioso. La creaci¨®n de empleo, el progreso social o la lucha contra las fracturas sociales no son s¨®lo el objetivo de una determinada corriente pol¨ªtica. Por eso, desde su entronizaci¨®n, su majestad ha colocado en cabeza de sus preocupaciones la acci¨®n social de proximidad.
P. ?Cree usted que ser¨¢ capaz de gobernar con eficacia dirigiendo un Ejecutivo integrado por 38 miembros, entre tecn¨®cratas y representantes de seis partidos?
R. La idea de que un Gobierno plet¨®rico y pluripartidista es ineficaz no es aceptable. En democracia pluralista la mayor¨ªa suele estar formada por alianzas. Adem¨¢s, lo que de verdad importa no es el n¨²mero de ministros sino la coherencia y la solidaridad del equipo gubernamental en torno a un programa preciso. Y eso no nos falta.
P. Volvamos a las elecciones de septiembre, descritas como las m¨¢s transparentes y honradas de la historia de Marruecos. La escasa participaci¨®n (52%) y el elevado n¨²mero de papeletas nulas (15%) suponen un varapalo para los partidos tradicionales marroqu¨ªes.
R. Yo estoy satisfecho con el ¨ªndice de participaci¨®n. En septiembre se introdujo un nuevo sistema electoral con el que no estaban familiarizados los ciudadanos, acostumbrados a una elecci¨®n uninominal, m¨¢s personalizada, m¨¢s accesible. Las circunscripciones son ahora m¨¢s grandes y a los partidos les ha resultado dif¨ªcil hacer llegar sus mensajes a muchos votantes potenciales. En cuanto a los sufragios nulos, el gran tama?o de la papeleta con los logos de veintitantos partidos y la mezcla de la lista nacional y local han complicado mucho la tarea de los electores. No se olvide de que el 62% de los inscritos son analfabetos. Si tenemos en cuenta este nuevo entorno electoral, no hay que rasgarse las vestiduras por la abstenci¨®n y los sufragios nulos.
Iniciativas discretas en favor de la reconciliaci¨®n con Espa?a
Desde hace unos diez d¨ªas soplan otros vientos en Marruecos, y ¨¦stos son ahora m¨¢s favorables a Espa?a. Por eso, personalidades marroqu¨ªes que hace menos de dos meses arremet¨ªan duramente contra algunas instituciones del vecino del norte hacen ahora votos por la reconciliaci¨®n.El secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Taieb Fassi-Fihri, y su hom¨®logo de Interior, Fuad Al¨ª Hima, recibieron el pasado 28 de octubre, en el domicilio del primero, a ocho directores de la prensa escrita marroqu¨ª. Su prop¨®sito era contarles, sin ser citados, las p¨¦rfidas intenciones del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) espa?ol que, con la colaboraci¨®n de un teniente marroqu¨ª exiliado en Zamora y la ayuda de varios periodistas, intentaba desestabilizar a Marruecos. Varios peri¨®dicos locales se hicieron eco de sus acusaciones sin citar la fuente.La informaci¨®n sobre esa reuni¨®n, desvelada por los semanarios Le Journal, As Sahifa y Demain, nunca fue desmentida. En Madrid caus¨® preocupaci¨®n, sobre todo en el CNI. Fassi-Fihri y Hima no eran meros secretarios de Estados, sino amigos del rey. Hima, por ejemplo, fue compa?ero de colegio de Mohamed VI y su director de gabinete hasta su nombramiento como n¨²mero dos del Ministerio de Interior, encargado de la seguridad.Cincuenta d¨ªas despu¨¦s, el pasado 17 de diciembre, Fassi-Fihri y Hima, ambos ascendidos a ministros-delegados en el nuevo Gobierno marroqu¨ª, dieron cita de nuevo a la prensa, pero esta vez a cara descubierta. El motivo era anunciar el acercamiento con Espa?a, del que ambos se alegraron. Fassi-Fihri pidi¨® incluso a los periodistas que se abstuvieran de criticar al vecino para evitar enturbiar la relaci¨®n.Ansiosos por informar, los dos oradores dieron algunos detalles que hasta ahora no hab¨ªan trascendido sobre lo acordado en la reuni¨®n, celebrada la semana pasada en Madrid, de los jefes de la diplomacia espa?ola y marroqu¨ª. Los cinco grupos de trabajo, que deber¨¢n allanar el camino para la plena normalizaci¨®n de relaciones entre Espa?a y Marruecos, se dedicar¨¢n a temas sociales (inmigraci¨®n legal e ilegal), asuntos jur¨ªdicos (delimitaci¨®n de la plataforma continental), contenciosos pol¨ªticos (S¨¢hara, y Ceuta y Melilla), cooperaci¨®n econ¨®mica y acercamiento entre las sociedades civiles. Es dudoso que la diplomacia espa?ola acepte dialogar sobre Ceuta y Melilla.
"Reconozcan que avanzamos"
Hay preguntas que desagradan a Driss Jettu, el nuevo primer ministro de Marruecos, porque le dan la impresi¨®n de que a los que las hacen, los ¨¢rboles no les dejan ver el bosque. Los ¨¢rboles son los tropiezos que, a veces, tiene Marruecos, pero el bosque es el trecho democr¨¢tico recorrido a lo largo de estos ¨²ltimos a?os.Cuando se le inquiere si ¨¦l, a diferencia de su predecesor, el socialista Abderram¨¢n Yussufi, no cerrar¨¢ publicaciones por la v¨ªa administrativa, Jettu endurece el tono. "En vez de rega?ar constantemente a Marruecos por los supuestos atropellos de la libertad de prensa, ?por qu¨¦ no reconocer de una vez los grandes avances registrados estos ¨²ltimos a?os en materia de derechos y libertades individuales y colectivos, empezando por la libertad de expresi¨®n?", contesta taxativo. "Son muy pocos los pa¨ªses, con un mismo nivel de desarrollo que el nuestro, en los que hay tantas cabeceras y en los que la prensa escrita goza de una libertad de tono y de una independencia tan amplias como aqu¨ª", prosigue el primer ministro. Jettu no lo suele contar, pero los periodistas de los semanarios rebeldes, Le Journal, As Sahifa y Demain, saben que en m¨¢s de una ocasi¨®n ha intervenido con discreci¨®n para evitar males mayores. Pero estas intervenciones para salvar in extremis a periodistas no obstan para que Jettu defienda la labor de Yussufi, su predecesor, quien en diciembre de 2000 clausur¨® esas tres publicaciones. "Todo el mundo conoce su itinerario pol¨ªtico y nadie le puede reprochar haber pisoteado la libertad de prensa", asegura. Tambi¨¦n los islamistas, sobre todo los del movimiento Justicia y Caridad, ilegal pero tolerado, se quejan del acoso al que las fuerzas de seguridad someten a sus publicaciones. "Su majestad", se?ala, "ha tomado para su reino una opci¨®n clara e irreversible consistente en colocar a Marruecos entre las naciones libres y democr¨¢ticas".
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