De espaldas al consumidor
Pocas decisiones tan relevantes para los consumidores pasan tan desapercibidas como el nuevo y duradero plan del Gobierno -de la secretar¨ªa de Estado de Energ¨ªa de Jos¨¦ Folgado, para ser exactos- para regular los precios el¨¦ctricos durante los pr¨®ximos ocho a?os. Los ambiciosos prop¨®sitos oficiales son bien conocidos. La pol¨ªtica de reducciones de tarifas para los consumidores, seguida desde 1996 aprovechando la disminuci¨®n del coste de la deuda originada en la rebaja de los tipos de inter¨¦s, terminar¨¢ a partir del a?o 2003. El a?o pr¨®ximo las tarifas aumentar¨¢n el 1,69% y, seg¨²n las largas proyecciones de Folgado, y una media del 1,4% de aumento durante el periodo. Este aumento incluye un reconocimiento del fantasmal concepto de d¨¦ficit tarifario -es decir, que las empresas han recibido menos dinero de lo que les ha costado realmente la producci¨®n del kilovatio- de unos 1.500 millones de euros.
A nueve d¨ªas de la 'liberalizaci¨®n' el¨¦ctrica, ninguna oferta o campa?a publicitaria indica una feroz competencia por captar clientes
?Es razonable o ¨²til este nuevo esquema de tarifas? Hay razones poderosas para dudarlo. Una primera objeci¨®n es que las proyecciones de subida no se sustentan en explicaci¨®n o c¨¢lculo de coste alguno. ?Por qu¨¦ el 1,69% y no el 1,9% o el 0,7%, por ejemplo? Nadie lo sabe, porque nadie se ha preocupado de explicarlo. Es dudoso, incluso, que en las cuentas que fundamentan el nuevo esquema de tarifas se hayan tenido en cuenta variables tan decisivas como el volumen de inversi¨®n en actividades no el¨¦ctricas. Las cifras caen del cielo, lo mismo que el periodo de aplicaci¨®n. Si las condiciones financieras, empresariales o pol¨ªticas cambian en un plazo de meses y aun de semanas, consid¨¦rese lo que podr¨¢n cambiar en ocho a?os.
Poco m¨¢s preciso puede decirse del llamado d¨¦ficit tarifario. Carece de sentido econ¨®mico poner en marcha un mercado en el que supuestamente se cruzan la oferta y la demanda el¨¦ctrica que no tiene en cuenta las ganancias de productividad. El precio de retribuci¨®n del kilovatio hora fue fijado -con el acuerdo de las compa?¨ªas, no se olvide- en 6 pesetas. Se supon¨ªa que ese precio era la frontera entre la eficiencia del mercado y la ineficiencia; las producciones por encima de 6 pesetas eran castigadas, y por debajo resultaban premiadas. Pues bien, esa frontera, de repente, no se reconoce y las empresas percibir¨¢n esos 1.500 millones de euros adicionales que, seg¨²n la ret¨®rica que se utiliz¨® para justificar el mercado el¨¦ctrico -m¨¢s bien un rastrillo-, reflejar¨ªa la incapacidad de las compa?¨ªas para reducir los costes.
No es s¨®lo un problema de ineficiencia econ¨®mica consentida; tambi¨¦n aparecen graves problemas de indefinici¨®n. Las tres grandes compa?¨ªas el¨¦ctricas -Endesa, Iberdrola y Uni¨®n Fenosa- dominan con suficiencia ese mercadillo el¨¦ctrico, de forma que pueden modificar el precio a voluntad. Por tanto, nada impide que durante el tiempo que sea necesario se dediquen a forzar una subida del precio con el fin de garantizarse los ingresos adicionales que consideren convenientes, con cargo al usuario de electricidad.
El nuevo marco tarifario no explica ni regula c¨®mo se resolver¨ªan en el futuro nuevas desviaciones del precio de mercado respecto a esas 6 pesetas de referencia. ?Tendr¨¢n que pagarlas los consumidores o se arbitrar¨¢ alg¨²n otro mecanismo compensatorio? A falta de soluciones, la primera hip¨®tesis parece la m¨¢s probable.
Por lo tanto, el sistema de tarifas el¨¦ctricas que propone el Ministerio de Econom¨ªa no resuelve los problemas de regulaci¨®n ni puede considerarse una referencia s¨®lida durante los pr¨®ximos a?os. M¨¢s bien podr¨ªa interpretarse como un simple tr¨¢mite para que funcione el sistema real de regulaci¨®n, cuyo principio general es que el Gobierno se pliega peri¨®dicamente a las peticiones, exigencias o requerimientos que provienen de las compa?¨ªas con cualquier pretexto y justificaci¨®n.
El a?o 2003 puede comprobarse si esta interpretaci¨®n es correcta o exagerada. A partir de enero, todos los usuarios podr¨¢n elegir suministrador. Hasta el momento, a nueve d¨ªas de que se produzca el feliz acontecimiento de la liberalizaci¨®n, ning¨²n s¨ªntoma se aprecia, en forma de ofertas o campa?as publicitarias, de que los usuarios se vayan a beneficiar de una feroz competencia de las empresas por captar clientes. Parece, por el contrario, que en enero nada cambiar¨¢; ni en febrero ni en meses sucesivos.
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