Ca¨ªdos
Ca¨ªdos el Gran Wyoming y su preclara troupe, por ese Dios y esa Espa?a que desde la Contrarreforma dirigen las victorias de la Ciudad de Dios contra la Ciudad del Diablo, asumamos que hemos vuelto a perder una guerra civil m¨¢s, entre las varias que siguen planteadas en sordina. Los ¨¢ngeles negros de Caiga quien caiga eran como los ¨¢ngeles de la historia que aparec¨ªan de pronto para se?alar la distancia con el poder. A veces, el poder era h¨¢bil y no escapaba al encuentro, para el que ya hab¨ªa conseguido una sonrisa mueca especial, equivalente a las gafas m¨¢scara que el Gran Wyoming y los suyos regalaban a sus v¨ªctimas m¨¢s significadas.
Pero en algunos casos el poder ense?aba su cara hura?a, su andar huidizo hacia la propia caverna desde la cual poder preparar una r¨¦plica contundente contra aquellos descarados deconstructores de la grandeza y servidumbre del mando. Recuerden aquel mirar de reojo de don Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y allegados en cuanto divisaban a un miembro de los comandos de intervenci¨®n r¨¢pida de Caiga quien caiga. El reojo se convert¨ªa en un quiste ocular que dol¨ªa y da?aba a la vez, porque era inadmisible que las mayor¨ªas absolutas fueran tan relativizadas, y adem¨¢s por c¨®micos plebeyos no legitimados por las urnas, ni siquiera coligados con CiU o con Coalici¨®n Canaria. Otra cosa es que Berlusconi burlonamente hiciera la se?al de los cuernos sobre la cabeza del entonces ministro de Exteriores Propios, don Jos¨¦ Piqu¨¦, aprovechando uno de esos encuentros naturalmente en la cumbre, pero es que don Silvio es otra mayor¨ªa absoluta y natural, y tanto la historia como la cotidianidad no pueden tener m¨¢s clave directiva que la complicidad entre iguales.
Apoyados por la audiencia y por la publicidad, desaparecidos org¨¢nicamente, los ¨¢ngeles negros de Caiga quien caiga pasan a la historia de la represi¨®n pol¨ªtica espa?ola junto a erasmistas, ilustrados, anarquistas, comunistas, socialistas no ut¨®picos, homosexuales, independentistas, ibarretxistas, partidarios de la reducci¨®n de la jornada laboral y de la libertad sexual venga de donde venga. Cautivo y desarmado una vez m¨¢s el ej¨¦rcito rojo, otra guerra civil ha terminado bien.
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