"?Has superado la prueba?"
El Gobierno de Pek¨ªn ha arriesgado y parece decidido a asumir los costes sociales de su apertura comercial.
Acaba de cumplirse un a?o de la entrada de China en la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC). En t¨¦rminos relativos, se puede ver como un suspiro. Despu¨¦s de todo, hicieron falta 15 largos a?os de negociaciones para culminar el acceso a la OMC. Aunque fugaz en el tiempo, este aniversario no deja de ser importante.
En el periodo de Mao Zedong, cuando una persona se encontraba con otra en la calle, el saludo era "?has comido?" ("?ni chifan le ma?"). Desde que China se ha dejado llevar por el "enriquecerse es glorioso" promulgado por Deng Xiaoping en los a?os ochenta, la pregunta que se hace es: "?Te has enriquecido?" ("?ni facai le ma?"). Pronto es posible que el saludo en China pase a ser "?has superado la prueba?" Sin duda, la prueba de la OMC no es f¨¢cil, pero China est¨¢ superando las presiones. Lo importante es que puedan celebrarse m¨¢s cumplea?os.
Es prematuro ofrecer un balance riguroso sobre los efectos pos-OMC en la transici¨®n econ¨®mica de China. Los compromisos son numerosos, mientras que la aplicaci¨®n de los mismos es ardua y en ocasiones complicada. China se ha comprometido a cumplir toda una serie de requisitos que le permitan ser part¨ªcipe del comercio mundial. Entre otros, figuran la reducci¨®n y eliminaci¨®n total de las barreras arancelarias en la mayor¨ªa de los productos importados (exceptuando los cereales, el tabaco y algunos minerales); la entrada de capital extranjero en sectores hasta ahora monopolizados por el Estado (banca, telecomunicaciones, seguros) y la libre distribuci¨®n de productos al por mayor en todo el territorio nacional. Desde el siguiente d¨ªa a su entrada en el organismo, el compromiso fue aplicar el Acuerdo TRIPS (comercio relacionado con los derechos de propiedad intelectual), reducir el arancel medio nominal del 15% al 10% para el a?o 2005 y de un equivalente del 8,3% al 2,4% en 2006, en el caso de las barreras no arancelarias; permitir la distribuci¨®n y el acceso a los sectores al por mayor de las empresas extranjeras para el a?o 2004, conceder derechos de comercio a todas las empresas a partir del a?o 2005, etc¨¦tera. La mayor parte, objetivos a corto plazo. Sin embargo, los resultados no ser¨¢n visibles en al menos una d¨¦cada.
Por ello, y a pesar de que sea demasiado pronto, tanto en China como fuera de ella, se observan con atenci¨®n los cambios econ¨®micos en el medio-largo plazo. Por ahora, no puede hacerse otra cosa que especular: ?podr¨¢ China llegar a cumplir todos sus compromisos sin causar una inestabilidad interna? ?Cu¨¢nto tiempo se mantendr¨¢ como centro manufacturero del mundo? ?Desplazar¨¢ del comercio internacional a otros pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo con una ventaja comparativa similar? ?Le interesar¨¢ abrirse enteramente al comercio internacional, arriesgando con ello su inmunidad monetaria? (la moneda nacional -el renminbi- no es 100% convertible).
Como suele ocurrir en el ¨¢mbito del comercio internacional, la suma tiende a ser igual a cero y los intereses de unos entran en conflicto con otros. El bajo coste laboral de China puede atraer a las multinacionales y aumentar las exportaciones de productos manufacturados, pero tambi¨¦n provocar una competencia excesiva de precios por cubrir mayores cuotas de mercado, y por tanto una deflaci¨®n generalizada en el mercado internacional. Visto as¨ª, una excesiva bajada de precios puede llevar a un menor crecimiento econ¨®mico. Esta tendencia es favorable para China, siempre y cuando no se oriente excesivamente hacia las exportaciones y desarrolle su propio sistema de producci¨®n interno.
Una dependencia excesiva del exterior podr¨ªa llevar a una creciente vulnerabilidad de sus propios factores de producci¨®n: mano de obra barata en perpetuidad, carencia de capital propio, tierra de cultivo infrautilizada. Si bien le interesa hoy por hoy seguir explotando al m¨¢ximo sus bajos costes laborales, la competencia agresiva de los productos extranjeros en territorio chino, tanto en producci¨®n como en distribuci¨®n, puede crear un desequilibrio generalizado. Los efectos sectoriales no est¨¢n haci¨¦ndose esperar, especialmente en la agricultura (falta de econom¨ªas de escala), la banca (demasiados pr¨¦stamos de dudoso cobro) y el autom¨®vil (estructura de producci¨®n fragmentada y exceso de producci¨®n), por citar los m¨¢s emblem¨¢ticos. Por ello es fundamental que la prioridad del desarrollo nacional permanezca, aun en detrimento de posibles tentaciones externas.
Hasta ahora, China ha asumido un alto riesgo al sanear su econom¨ªa con enormes costes sociales a corto plazo, reflejados en el desempleo y en el aumento de las disparidades sociales (el coeficiente Gini ha aumentado de 0,28 en los a?os ochenta, a 0,39 en 1995, y a 0,40 en 2001). Pero al menos la poblaci¨®n no pasa hambre. Se carece de condiciones b¨¢sicas en la China rural, en la China del interior, o en la China de las minor¨ªas. Pero tambi¨¦n hay 57 millones de usuarios de Internet, y unos 175 millones de personas que utilizan su m¨®vil como medio habitual de comunicaci¨®n en la China costera, en la China urbana o en la China del sur. Y se da por descontado el enorme potencial de la inversi¨®n directa realizada por la China de ultramar.
rid.
Leila Fern¨¢ndez-Stembridge es profesora asociada de Econom¨ªa de China en la Universidad Aut¨®noma de Mad
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