Tint¨ªn, Tornasol y el P¨¢jaro Loco: lecciones espaciales
CENTRO DE INVESTIGACIONES AT?MICAS de Sbrodj. Sildavia. El profesor Tornasol explica:
-... estoy a punto de terminar los planos de un cohete de propulsi¨®n at¨®mica, a bordo del cual pienso embarcarme para ir a la Luna.
-?Ja, ja, ja! ?A la Luna!... Pero hombre, ?si usted est¨¢ siempre en la Luna!, se mofa Haddock. El di¨¢logo corresponde al ¨¢lbum Objetivo: la Luna (Objectif la Lune, 1953) de las conocidas aventuras de Tint¨ªn. Y es que, en esta ocasi¨®n, nuestro reportero vive un accidentado viaje que lo llevar¨¢, como vimos en la ¨²ltima entrega, hasta nuestro vecino sat¨¦lite. ?Iba desencaminado Herg¨¦, siempre atento a la veracidad cient¨ªfica de sus historias? La idea del cohete nuclear para viajes interplanetarios aparece en la novela El anillo de fuego (L'Anneau de feu, 1922) de un tal Miral-Viger, seg¨²n apunta R. Carreras en el cap¨ªtulo dedicado a los cohetes espaciales del texto colectivo Entre el miedo y la esperanza. Percepci¨®n de la tecnociencia en la literatura y el cine (2002). All¨ª se describe un veh¨ªculo espacial de una fase que funciona con un material 60.000 veces m¨¢s radiactivo que el radio. La idea de un combustible nuclear con un potencial energ¨¦tico muy superior al de los propelentes qu¨ªmicos vuelve a aparecer en el filme Con destino a la Luna (Destination Moon, 1950), de Irving Pichel. Destaca en ¨¦l el divertido corto de dibujos animados con el P¨¢jaro Loco como protagonista instruyendo a los mandatarios encargados de aprobar la misi¨®n espacial, toda una lecci¨®n del principio de funcionamiento de un cohete. Y, aunque resulta curioso que se conf¨ªe a una estrella de los dibujos animados el resultado de una proyecto, hay que decir que el entra?able Loquillo nunca estuvo m¨¢s convincente. En la ¨¦poca en que se estrenaba esta pel¨ªcula, se publicaba, por entregas en la revista Tintin, la citada aventura de nuestro personaje.
Como se ve, el empleo de la energ¨ªa nuclear para la propulsi¨®n de cohetes era una idea que flotaba en el ambiente. ?Qu¨¦ ventajas reportar¨ªa el uso de la energ¨ªa nuclear? Los mejores cohetes qu¨ªmicos, basados en la reacci¨®n entre hidr¨®geno y ox¨ªgeno, son capaces de comunicar una velocidad del orden de 10 km/s a una nave que parta de una ¨®rbita terrestre. Los cohetes nucleares, por el contrario, pueden impartir una velocidad de hasta unos 22 km/s. Ello reducir¨ªa a menos de la mitad la duraci¨®n del viaje directo a un planeta: el viaje a Saturno, por ejemplo, se acortar¨ªa de siete a tres a?os y el de Marte, de 200 a 100 d¨ªas. Algunas misiones, como Galileo o Cassini, disponen de pilas nucleares que se valen del calor generado por la desintegraci¨®n radiactiva del plutonio 238 (el mismo radiosis¨®topo que sirve para propulsar el cohete de Tornasol) para generar, una vez en ¨®rbita, electricidad en una proporci¨®n modesta. Suficiente para mantener en funcionamiento los equipos electr¨®nicos y poco m¨¢s. No resulta f¨¢cil aumentar la escala para conseguir cantidades mayores de energ¨ªa ¨²til. Seg¨²n los entusiastas de lo nuclear, la alternativa se halla en los reactores nucleares. Para reducir el impacto de los residuos radiactivos que los procesos de obtenci¨®n de energ¨ªa nuclear de fisi¨®n actuales generan, se han dise?ado cohetes que se lanzar¨ªan propulsados, en una primera fase, por combustibles qu¨ªmicos y cuyos motores nucleares entrar¨ªan en funcionamiento en cuanto se alcanzase una distancia de seguridad para la Tierra (por encima de los 800 km). Una nave de este tipo no necesita acarrear una enorme cantidad de combustible, como sucede con los motores qu¨ªmicos tradicionales y requiere, por tanto, un veh¨ªculo lanzador de menor tama?o. Los motores nucleares propuestos emplean hidr¨®geno l¨ªquido como refrigerante. Al fluir hacia la regi¨®n donde tiene lugar la reacci¨®n nuclear se convierte en gas y se calienta hasta unos 2.700?C. Desciende, luego, por un conducto central, y sale al exterior a gran velocidad, generando as¨ª el empuje de la astronave. Dado que el combustible dura bastante, podr¨ªa viajarse durante 10 o 15 a?os repostando s¨®lo hidr¨®geno, un elemento abundante en los planetas gigantes y algunas lunas del sistema solar. Como contrapartida y, como bien muestran, de forma esquem¨¢tica, los planos de Tornasol, un cohete nuclear debe poseer un blindaje que absorba la peligrosa radiaci¨®n producida en este tipo de reacciones y proteja a los osados tripulantes. Constituye una posibilidad m¨¢s entre las alternativas ingeniosas de nuevos sistemas de propulsi¨®n. Lejos queda el tu¨¦tano de toros y carneros (mucho m¨¢s inocuo) por el que la Luna siente predilecci¨®n para llenar su cuerno creciente y atrae a los cuerpos untados con ¨¦l, como bien sabe el legendario Cyrano.
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