17 bellezas monumentales
Obras de artistas internacionales jalonan un paseo de nueve kil¨®metros por el enorme parque Juan Carlos I
Siempre que escuchamos a alguien decir que Madrid es la ciudad m¨¢s verde del mundo porque cuenta con 248.000 ¨¢rboles y 5.000 hect¨¢reas de parques y jardines, recordamos lo que Hume observaba de los argumentos de Berckeley: que no admiten la menor r¨¦plica, pero no causan la menor convicci¨®n.
Se supone que todo amante de la naturaleza deber¨ªa emocionarse al pensar en ese cuarto de mill¨®n de ¨¢rboles dispuestos a lo largo y ancho de una superficie equivalente a 10.000 campos de f¨²tbol, pero lo cierto es que esa idea fr¨ªa y ordenada de verdor no nos convence lo m¨¢s m¨ªnimo.
Se comprender¨¢, pues, que lo que hoy nos ha hecho acercarnos al parque Juan Carlos I, en el Campo de las Naciones, no son sus 160 hect¨¢reas de verdor. Ni sus m¨¢s de 12.000 ¨¢rboles, ni sus 100.000 arbustos, ni sus 90.000 plantas de flor.
Su significado es lo de menos. Lo que importa es la sorpresa
Todo esto, con ser una obra de jardiner¨ªa babil¨®nica, nos convence mucho menos que las 17 macroesculturas que jalonan sus paseos. En este entorno del Campo de las Naciones, entre la M-40, la A-10 y los recintos feriales, nos parecen la mar de bien y de naturales. M¨¢s que los ginkos y los ¨¢rboles de J¨²piter, desde luego.
Fue en 1992, el mismo a?o de la apertura del parque, cuando varios artistas internacionales reunidos aqu¨ª con motivo de un simposio de esculturas al aire libre fueron invitados a plasmar sus ideas: de ah¨ª esos dedos gigantescos que salen de la tierra, esa familia hecha con hierros de desguace o esa dama oronda llamada Manolona. Su significado es lo de menos. Las interpretaciones, dec¨ªa Henry Moore, suelen ser posteriores a la creaci¨®n. Lo que importa es la sorpresa. Y que sea una experiencia tan entretenida como lo fue para sus autores: "Me la pas¨¦ con los ingenieros de tasca en tasca", ha confesado el venezolano Carlos Cruz D¨ªez, "tratando de buscarle soluci¨®n a lo que ellos llamaron un edificio de catorce pisos, pero acostao".
El Monumento a Don Juan, obra del espa?ol V¨ªctor Ochoa, preside la plaza que da acceso al parque. Le sigue, ya en el aparcamiento, el Monumento a la Paz, de la brasile?a Yolanda d'Augsburg. Y poco m¨¢s adelante, a mano izquierda, una escalera que no es ninguna escultura pero que lleva a la Oficina de Informaci¨®n del parque, donde dan un mapa imprescindible para situar las 15 restantes.
Ya con ese mapa, nos arrimamos al estanque Sur, en cuyas aguas se espejan Paseo entre dos ¨¢rboles, de Jorge Castillo (Espa?a), y Homenaje a Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n, de Toshimitsu Ima? (Jap¨®n). Y, acto seguido, bordeamos la r¨ªa para encaramarnos a las pir¨¢mides sobre las que despuntan el jerogl¨ªfico C¨¢nticos de la encrucijada, de Leopoldo Maler (Argentina), y el formidable anillo rojo de Espacio M¨¦xico, de Andr¨¦s Casillas y Margarita Garc¨ªa (M¨¦xico).
Bajando por la rampa adoquinada de esta ¨²ltima pir¨¢mide nos dirigimos, a trav¨¦s de un olivar, al lago donde afloran las bielas y h¨¦lices de Eolos (Paul van Hoeydonck, B¨¦lgica), y desde all¨ª, cruzando el paseo de la Primavera, al alto sobre el que descuella la b¨®veda acerada de My Sky Hole / Madrid (Buquichi Inoue, Jap¨®n).
Luego volvemos a cruzar el paseo para ir en busca de Viaje interior (Michael Warren, Irlanda) y, atravesando all¨ª mismo la r¨ªa por una pasarela, avanzamos primero a mano derecha, hasta tentar las moles de acero corten de Homenaje a Galileo Galilei (Amadeo Gabino, Espa?a), y despu¨¦s en direcci¨®n contraria, para admirar las obras Dedos (Mario Irarr¨¢zabal, Chile) y Sin t¨ªtulo (Dani Karavan, Israel).
Los siguientes hitos, siguiendo el paseo del Oto?o, son Fisocrom¨ªa para Madrid, de Carlos Cruz D¨ªez (Venezuela), Paisaje Azul, de Alexandru C. Arghira (Rumania), y Sin t¨ªtulo, de Jos¨¦ Miguel Utande (Espa?a). Desde el cerrete que ocupa esta ¨²ltima escultura vemos, hacia la salida, las verdes explanadas donde campan Manolona. Opus 397, de Miguel Berrocal (Espa?a), y Viga, de Jorge du Bon (M¨¦xico).
Y as¨ª, acerc¨¢ndonos a ellas, cerramos esta gira de tres horas, nueve kil¨®metros y 17 bellezas monumentales.
Cercano y bien comunicado
- D¨®nde. El parque Juan Carlos I se halla dentro del complejo urban¨ªstico del Campo de las Naciones, pr¨®ximo al aeropuerto de Madrid-Barajas, y tiene buenos accesos en coche (por la M-40, salida 7), metro (estaci¨®n de Campo de las Naciones, l¨ªnea 8) y autob¨²s (l¨ªnea 122).
La ruta a pie comienza en la glorieta de Don Juan de Borb¨®n, donde se encuentran se?alizados la entrada principal al parque y el aparcamiento interior.
- Cu¨¢ndo. Ruta circular de nueve kil¨®metros de longitud y tres horas de duraci¨®n, llana y con una dificultad muy baja, que puede reservarse para los peores d¨ªas del invierno, cuando no apetece salir al campo. En esta ¨¦poca el parque abre todos los d¨ªas de ocho de la ma?ana a diez de la noche.
- Qui¨¦n. El personal que atiende la Oficina de Informaci¨®n del parque (tel¨¦fono 91 721 00 79) nos facilitar¨¢ un plano del mismo, as¨ª como los horarios y los precios de las m¨²ltiples actividades que en ¨¦l se realizan: recorridos en tren tur¨ªstico, paseos en catamar¨¢n por la r¨ªa, vuelos de cometas, navegaci¨®n de barcos teledirigidos, concursos y cursos de pesca, exposiciones en la Estufa Fr¨ªa...
- Y qu¨¦ m¨¢s. Para ¨¦ste y otros itinerarios de senderismo urbano, nos resultar¨¢ de suma utilidad la gu¨ªa Por los parques y jardines de Madrid (Ediciones Desnivel), escrita por Domingo Pliego.
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