El petr¨®leo
El petr¨®leo es la piedra angular del sistema econ¨®mico mundial y rige a largo plazo las relaciones de fuerza entre las potencias. Quien en ¨²ltima instancia detente el control de la producci¨®n, la circulaci¨®n y los precios, detenta el poder en este sistema. Por eso, no es producto del azar el que Estados Unidos est¨¦ en el centro de todas las redes de dominaci¨®n que ci?en el oro negro desde la Segunda Guerra Mundial, coronando as¨ª su implicaci¨®n en las luchas de influencia sobre los pa¨ªses productores desde el inicio del siglo XX. Oriente Pr¨®ximo, el Magreb, Ir¨¢n y diversos pa¨ªses del Asia musulmana concentran ellos solos la casi totalidad de las reservas petrol¨ªferas y de gas, por lo que estos pa¨ªses se convierten en dianas inevitables para las grandes potencias en el sistema de dominaci¨®n planetaria.
Hoy, el mundo ¨¢rabe e isl¨¢mico, situado en los m¨¢rgenes del mundo occidental desarrollado, concentra situaciones explosivas. Conflictos abiertos: Irak, Palestina; Estados satanizados, colocados por Estados Unidos en el eje del mal: Sud¨¢n, Siria, Ir¨¢n; otros convertidos en vasallos: las monarqu¨ªas petrol¨ªferas, Egipto, el conjunto del Magreb, tal es la cruda realidad de un conjunto humano que, sin embargo, tiene todo lo que necesita para desarrollarse. Atrapado entre el martillo de la dominaci¨®n imperial y el yunque de unas ¨¦lites dirigentes, c¨®mplices o dram¨¢ticamente d¨¦biles, incompetentes, el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n vegeta en la miseria, la humillaci¨®n y la c¨®lera ciega. Y para colmo de desdichas, es el fanatismo de m¨¢s cortos alcances, el m¨¢s salvaje, el que porta la bandera de los m¨¦todos b¨¢rbaros de Bin Laden, el que pretende representarlo en lo sucesivo.
La principal raz¨®n de esta tragedia reside en el mundo ¨¢rabe en el seno de un sistema econ¨®mico mundial centrado enteramente alrededor del oro negro. En efecto, las reservas conocidas se concentran principalmente en Oriente Pr¨®ximo (65% de las reservas mundiales). Ahora bien, el petr¨®leo representa hoy el 40% del consumo total de energ¨ªa en el mundo. Cualesquiera que sean las innovaciones aportadas al sistema de producci¨®n, el petr¨®leo seguir¨¢ siendo durante los pr¨®ximos 30 a?os la primera fuente de energ¨ªa primaria. A continuaci¨®n deber¨ªa ser reemplazado, tras el agotamiento de la reservas, por el gas, cuyos yacimientos deber¨ªan seguir dando al mundo ¨¢rabe (sobre todo al Magreb esta vez) y a Asia central una importancia estrat¨¦gica. Los expertos est¨¢n de acuerdo en afirmar que la demanda mundial deber¨ªa aumentar un 50% en el transcurso de los pr¨®ximos 20 a?os. El crecimiento de la demanda asi¨¢tica deber¨ªa ser especialmente importante: el consumo asi¨¢tico representa hoy un tercio del consumo total, y deber¨ªa elevarse al 60% de aqu¨ª a 30 a?os. La llegada de China al concierto de la competencia y el consumo trastocar¨¢ y acentuar¨¢ la explotaci¨®n intensiva del oro negro: las consecuencias medioambientales y financieras de la ineluctable integraci¨®n de China en el sistema mundial ya est¨¢n en el punto de mira de las multinacionales y de las estrategias de las grandes potencias econ¨®micas.
Aunque las reservas no pueden definirse a priori de manera precisa (dependen al mismo tiempo del nivel de precios del barril -que permitir¨ªa o no la explotaci¨®n de yacimientos caros- y de los avances tecnol¨®gicos), se ha establecido que la demanda mundial podr¨¢ ser satisfecha cuantitativamente durante los pr¨®ximos 20 a?os. Pero el verdadero problema ser¨¢ el del coste de satisfacer esta demanda, ya que aumentar la producci¨®n implica inversiones muy elevadas. Y ah¨ª tambi¨¦n Oriente Pr¨®ximo desempe?a un papel central: sus reservas son al mismo tiempo las m¨¢s importantes y los costes de explotaci¨®n los menos onerosos. Sea lo que fuere, la conjunci¨®n entre el alza de la demanda mundial, el peso preponderante del petr¨®leo en el crecimiento econ¨®mico y yacimientos importantes y especialmente accesibles en Oriente Pr¨®ximo hacen de esta regi¨®n la meta de todas las codicias para los pr¨®ximos 30 a?os.
El control de esta regi¨®n representa un inter¨¦s crucial para Estados Unidos. ?ste absorbe m¨¢s de una cuarta parte del consumo mundial mientras su propia producci¨®n no cesa de disminuir: un 15% menos entre 1999 y 2000. Ese r¨¢pido declive, asociado a la debilidad de la demanda interior, permite comprender mejor su febrilidad. Se sabe tambi¨¦n que se niegan claramente a emprender una estrategia de diversificaci¨®n de sus fuentes de energ¨ªa (v¨¦ase el rechazo del Protocolo de Kioto y de cualquier traba medioambiental).
A primera vista, el petr¨®leo parece ser un arma temible para los pa¨ªses productores. De hecho, no hay nada de eso en la estructura de las relaciones actuales de dominaci¨®n. Los haberes de las monarqu¨ªas petrol¨ªferas se han invertido masivamente en Occidente (unos 800.000 millones de d¨®lares frente a 160.000 millones invertidos en las econom¨ªas nacionales de estos pa¨ªses). Los ingresos obtenidos de estas inversiones con frecuencia son m¨¢s importantes que la renta petrolera misma. En cambio, sus evoluciones son totalmente tributarias del crecimiento y el estado de la econom¨ªa de los pa¨ªses occidentales. De ah¨ª una interdependencia perversa que limita dr¨¢sticamente la libertad pol¨ªtica de los Estados productores de petr¨®leo, al menos de los que tienen veleidades de independencia.
Ahora bien, en virtud de su situaci¨®n hist¨®rica desde hace algunos a?os, Irak constituye una excepci¨®n. Al haber invertido m¨¢s en su propio desarrollo, este pa¨ªs era m¨¢s proclive a los niveles de precios elevados. Por otra parte, al poseer las segundas reservas mundiales tras Arabia Saud¨ª y ser hostil a la influencia de Estados Unidos en la regi¨®n, de hecho se convert¨ªa en un obst¨¢culo para la estrategia estadounidense de control de los recursos energ¨¦ticos mundiales. Y la voluntad estadounidense de derrocar el r¨¦gimen de Sadam Husein se ha vuelto todav¨ªa m¨¢s fuerte porque ¨¦ste ha firmado con Francia, Rusia y China acuerdos de explotaci¨®n del petr¨®leo que esperan tan s¨®lo a que se levante el embargo para entrar en vigor. Una intervenci¨®n militar acompa?ada de la ca¨ªda del r¨¦gimen y la colocaci¨®n de un poder directamente a sueldo de Estados Unidos replantear¨ªa este reparto, que por el momento excluye a estadounidenses y brit¨¢nicos.
Se sabe que las discusiones estadounidenses con las diversas fuerzas de la oposici¨®n iraqu¨ª en el extranjero versan principalmente sobre este punto. Se sabe tambi¨¦n que para Estados Unidos el dominio del petr¨®leo no solamente debe satisfacer las necesidades de su crecimiento interno, sino ser igualmente el instrumento de un control todav¨ªa m¨¢s estrecho del crecimiento de las regiones competidoras, particularmente Asia.
Es tambi¨¦n, m¨¢s all¨¢ de la voluntad de castigar a un pa¨ªs que daba cobijo a los terroristas de Bin Laden, lo que explica la vio
lencia de su guerra-conquista contra Afganist¨¢n. Sus objetivos eran claros: poner el pie en una regi¨®n cuyos recursos petrol¨ªferos son todav¨ªa parcialmente desconocidos y cuyos recursos de gas son probablemente muy importantes; contrarrestar la voluntad de expansi¨®n de China en esta regi¨®n; garantizar la seguridad de las redes de tr¨¢nsito del petr¨®leo consiguiendo que el proyecto estadounidense de oleoducto (cruzando Georgia hasta Turqu¨ªa) fuera aceptado antes que el proyecto chino, algo que hasta el 30 de agosto de 2001 los talibanes se hab¨ªan negado a conceder a los estadounidenses, que negociaban secretamente con ellos.
La inquietud estadounidense, su voluntad de actuar r¨¢pidamente, estaban determinadas tambi¨¦n por la preocupaci¨®n de diversificar los suministros de petr¨®leo en una perspectiva de futuro. Todo indica, en efecto, que las sociedades de Oriente Pr¨®ximo se ver¨¢n abocadas a transformaciones econ¨®micas y sociales que podr¨ªan modificar sus estrategias. Las necesidades sociales ligadas al crecimiento demogr¨¢fico podr¨ªan conducir a algunos de estos Estados a desear un alza relativa de los precios del petr¨®leo. La situaci¨®n social tiende ya a deteriorarse en todos los Estados del Golfo; el ascenso del paro les empujar¨¢ inevitablemente a modificar su alianza con los pa¨ªses consumidores. Por ¨²ltimo, la reorientaci¨®n agresiva de la pol¨ªtica estadounidense se inscribe tambi¨¦n en el gran regateo que han emprendido con Rusia para el reparto de la influencia regional y una cooperaci¨®n que incluye el petr¨®leo ruso.
Con la guerra de Afganist¨¢n, la amenaza que pesa sobre Irak y la guerra de Palestina, Estados Unidos se asegura as¨ª el control para los a?os venideros de lo que los expertos estadounidenses llaman "la elipse estrat¨¦gica de la energ¨ªa", zona que abarca desde la pen¨ªnsula Ar¨¢biga hasta Asia central. Y como de momento no hay ning¨²n contrapeso al poder, de ahora en adelante desatado, de Estados Unidos en el mundo, la operaci¨®n colonial de captaci¨®n de los recursos energ¨¦ticos del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n puede desarrollarse libremente, aunque las poblaciones civiles deban sufrir el terrorismo de la venganza que inevitablemente resultar¨¢ de ello. ?sa es la nueva ley de la historia que los poderosos, ¨¢vidos de oro negro, quieren imponer al mundo.
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