El discutible encanto de la burgues¨ªa
El comentario de este libro se agota casi en el simple inventario de sus desprop¨®sitos.
Su t¨ªtulo original es Schnitzler's Century (el siglo de Schnitzler), y deja en un segundo plano la figura de este escritor, que no tiene dentro del libro el protagonismo que equ¨ªvocamente sugiere el retrato de la sobrecubierta. Y es que no se trata aqu¨ª, en absoluto, de una biograf¨ªa de Arthur Schnitzler (Viena, 1862-1931) ni cosa que se le parezca. La personalidad de este autor constituye un d¨¦bil pretexto, apenas un hilo conductor, para abordar una materia que tampoco se corresponde con lo que reza el subt¨ªtulo: Retrato cultural de la Viena del siglo XIX, qu¨¦ va. De lo que aqu¨ª se trata es de glosar los valores culturales de la burgues¨ªa decimon¨®nica comprendida en un sentido ampl¨ªsimo, tanto desde el punto de vista cronol¨®gico como geogr¨¢fico o sociol¨®gico. Y para dar cuenta de la escandalosa imprecisi¨®n -caracter¨ªsticamente yanqui, por otro lado- con que Gay enfoca su objetivo, baste se?alar el empleo irresponsable y a todas luces abusivo -aparte de inoperante- que hace del t¨¦rmino victoriano, adjetivo que el autor adopta, no sin escr¨²pulos, para calificar indistintamente lo que ambiguamente llama "burgues¨ªa(s)", refiri¨¦ndose as¨ª al informe magma social de las clases medias decimon¨®nicas desde San Petersburgo hasta Boston.
SCHNITZLER Y SU TIEMPO. RETRATO CULTURAL DE LA VIENA DEL SIGLO XIX
Peter Gay Traducci¨®n de Gema Moral, Marta Pino y Nuria Pujol Paid¨®s. Barcelona, 2002 328 p¨¢ginas. 19 euros
Es cierto que el prolongado reinado de Victoria (de 1837 a 1901) caracteriza toda una moral y una ¨¦poca, m¨¢s all¨¢ de las fronteras del Imperio Brit¨¢nico. Pero no es menos cierto que el casi contempor¨¢neo y todav¨ªa m¨¢s prolongado reinado del emperador Francisco Jos¨¦ (de 1848 a 1916) caracteriza a su vez una ¨¦poca y una moral de connotaciones profundamente distintas a las victorianas, y que sin tener presentes sus diferencias resulta absurdo -por no decir idiota- proponer a Schnitzler como "maestro de ceremonias" de lo que aspira a constituir una especie de "biograf¨ªa de la clase media del siglo XIX, de 1815 a 1914".
Siendo Schnitzler -como
Gay se apresura a advertir- "un vien¨¦s de pura cepa", su personalidad -empezando por su propia y determinante condici¨®n de jud¨ªo- dif¨ªcilmente puede contribuir, ni positiva ni negativamente, a perfilar los contornos de una entidad tan poco definible (menos todav¨ªa a escala planetaria) como es la de las clases medias urbanas situadas entre la plutocracia y el proletariado. Una entidad cuyos valores, en cualquier caso -y si es que los tuvo y los mantuvo a lo largo de todo un siglo-, Schnitzler mismo dist¨® de compartir, y que en absoluto encarn¨® ni en su vida ni en su obra. Fuera de que la vida de Schnitzler apenas recorre la mitad del periodo observado por Gay, y su obra entera problematiza y complica todo aquello sobre lo que Gay se dedica a generalizar y a simplificar.
Peter Gay es autor de -entre otros- un monumental estudio en cinco vol¨²menes titulado The Bourgeois Experience: Victoria to Freud (Nueva York, 1984-1998). Ha escrito asimismo de una inocua biograf¨ªa de Sigmund Freud (Freud. Una vida de nuestro tiempo, New York, 1988; Paid¨®s, 1989). Es razonable pensar que, al documentarse sobre la vida de este ¨²ltimo, y sobre su entorno, Gay topara con la figura fascinante de Schnitzler (a quien Freud reconoci¨® como una especie de "doble") y, haciendo de la capa un sayo, se le ocurriera tomarlo como cebo de lo que, por mucho que Gay se empe?e en negarlo, viene a constituir "una mera condensaci¨®n tipo Reader's Digest" -son sus propias palabras- del extenso estudio sobre la experiencia burguesa.
Cap¨ªtulo a cap¨ªtulo, da igual el asunto que trate (la actitud de la clase media con respecto a la sexualidad, la agresividad, el gusto art¨ªstico, la intimidad, etc¨¦tera), el m¨¦todo expositivo de Gay reproduce siempre el mismo esquema. Parte de una generalizaci¨®n previa ("la burgues¨ªa victoriana era puritana", pongamos por caso), para oponerle a continuaci¨®n un conjunto de excepciones ("pero hab¨ªa tipos muy promiscuos y pasiones incendiarias") y concluir en una inanidad ("la burgues¨ªa victoriana era puritana, vale, pero no tanto, hab¨ªa de todo, como en todas las ¨¦pocas").
Con su estilo vivaz, d¨²ctil, ameno, divulgativo, con su cultura de almanaque, con su obcecada y casi conmovedora ecuanimidad, este libro (publicado en espa?ol con sorprendente y acaso precipitada puntualidad, pocos meses despu¨¦s de su aparici¨®n en ingl¨¦s) podr¨ªa ser recomendado como una lectura amable y entretenida, apta para documentar lugares comunes y proveerse de citas y an¨¦cdotas pintorescas. Pero bajo la aparente trivialidad de su desarrollo, bajo su denodada insistencia en refutar las descalificaciones malintencionadas, apasionadas o displicentes de las que presuntamente ha sido tan a menudo v¨ªctima la "¨¦poca victoriana" (?y dale!), asoma aqu¨ª un desagradable tufillo conservador, por no decir abiertamente reaccionario. El tono apolog¨¦tico del que se va imbuyendo Gay termina por sonar con timbres m¨¢s propios de un predicador del New Deal que de un investigador serio y reputado. En su ardor pol¨¦mico contra la "pluma emponzo?ada" de Lytton Strachey y sus secuaces, Gay termina por ofrecer un cuadro de la clase media y de su contribuci¨®n hist¨®rica que podr¨ªa ser empleado con provecho por los asesores de George Bush para su pr¨®xima campa?a electoral.
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