Chaquetilla de cuero
Estoy muy preocupada por todo lo que se dice de Trinidad Jim¨¦nez, candidata socialista a la alcald¨ªa de Madrid. No tengo el gusto de conocerla, pero sali¨® en una fotograf¨ªa de EL PA?S con una chaqueta de cuero muy favorecedora, un poco m¨¢s sexy que las habituales. Esto motiv¨® que mi admirado Vicente Verd¨² le dedicara un largo art¨ªculo: seg¨²n ¨¦l, la mercadotecnia aconseja que "es conveniente que brille, pero no debe provocar turbaci¨®n". A lo que a?ade: "Una mujer, por lo que se ve, no es, en pol¨ªtica, un producto homologado". Y sin embargo, s¨ª que est¨¢ homologado, al menos en la Europa desarrollada. En Francia, pa¨ªs del glamour por excelencia, las pol¨ªticas -salvo algunas muy de izquierdas- suelen ir muy bien vestidas y tambi¨¦n, si son atractivas, suelen ser -o al menos parecer- sexualmente atrayentes.
En el pa¨ªs que hace del amor uno de sus principales atributos, y de la moda el otro, no ser m¨ªnimamente glamouroso est¨¢ muy mal visto. Reprendieron en la televisi¨®n a Catherine Trautmann, ministra de Cultura, por su look entre maestra de escuela y ama de casa de provincias, y las revistas no paran de hablar de los chicos bimbo, efebos de poco pelo que se cuidan exactamente igual que lo har¨ªa una mujer.
Hacer un esfuerzo por ser atractivo cuando se tiene un cargo p¨²blico no se considera all¨¢ una peligroso desliz que revelar¨ªa una excesiva preocupaci¨®n por s¨ª mismo: al contrario, el posible votante considera el tomarse la molestia de agradar como una muestra de atenci¨®n a los dem¨¢s. En realidad, si el pol¨ªtico honrado es aquel que quiere cambiar el mundo para hacerlo mejor, no est¨¢ mal que en lo de la imagen empiece por uno mismo.
Es un error pensar que porque la masa de votantes no posee ning¨²n gusto innato haya que d¨¢rsele, para promover la empat¨ªa con el electorado, una imagen similarmente gris y anodina. ?ste es un criterio, sin embargo, que a veces aplican ciertas televisiones locales, donde vemos a presentadoras con un look totalmente descuidado, igual al que poseen la mayor¨ªa de las chicas que van por la calle: un peinado lamentable,un modelito de dudoso gusto y unos sostenes, como yo me digo,insostenibles. Con ello el espectador, en lugar de relajarse, a¨²n se deprime m¨¢s mientras contempla las desgracias cotidianas entre bocado y bocado.
Pero siguiendo con Trinidad Jim¨¦nez, comenta Vicente Verd¨² que los asesores de imagen socialista le sugirieron, para parecer m¨¢s democr¨¢tica, una indumentaria tejana. Pero hoy he pasado por un gimnasio de lo m¨¢s pijo de Barcelona y hab¨ªa cuatro apostadas a la barra, todas con su chaquetita tejana de turno, pues es la ¨²ltima moda. Lo vaquero, antes tan popular, ha conseguido batir r¨¦cords de precio este invierno, y para m¨¢s inri en su versi¨®n deste?ida, rota y con agujeros. El look del pobre es lo m¨¢s in entre los ricos.
Tambi¨¦n nos cuenta Verd¨² que Trinidad Jim¨¦nez "podr¨ªa destrozar cualquier matrimonio". ?Se dir¨ªa esto mismo de un pol¨ªtico guaperas? Me parece que no. Y ella misma, en sus declaraciones al peri¨®dico La Vanguardia, afirma ser una "mujer sola, estable y muy serena". ?Ser¨¢ para contrarrestar el t¨®pico de que una mujer sola s¨®lo puede ser una hist¨¦rica,una persona inaguantable, una solterona amargada? Todo, en suma, revela una concepci¨®n a¨²n muy antigua de nuestra sociedad, donde, como dice el propio periodista, "las mujeres siguen sometidas a un escrutinio m¨¢s duro y convencional cuando se trata de jugarse con ellas los cuartos".
Pero el pol¨ªtico y la pol¨ªtica saben que han de tener un cierto sex appeal. Todo aquel que los haya conocido de cerca recordar¨¢ el "efecto sexual" emanante de su persona, como un d¨ªa escribiera John Berger sobre, lo crean o no, Margaret Thatcher. En Catalu?a, por ejemplo, la er¨®tica del poder es bien variada: Pasqual Maragall posee este knack en la distancia pr¨®xima; es sencillamente simp¨¢tico, c¨¢lido, familiar y sensual a la vez. Josep Piqu¨¦, en cambio, posee la seducci¨®n del rom¨¢ntico, con su aire de poeta del siglo XIX al que hubieran trasladado, sin ¨¦l saberlo, a Wall Street.
En todo caso, el pol¨ªtico sabe que ha de gustar, y si nos queremos acercar a la Europa civilizada, de la cual se supone que ya formamos parte, no podemos ir perpetuando una imagen ni de horterada ni de atavismo. La zamarra del progre y el blazer con botones dorados del conservador son patrones completamente desfasados: por qu¨¦ no pensar que la famosa chaquetilla de cuero representa a una persona marchosa y emancipada. A la larga, con una visi¨®n de futuro donde la mitad del electorado es femenino, esto habr¨ªa de dar muchos m¨¢s votos.
Victoria Combal¨ªa es cr¨ªtica de arte.
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