"ETA quiere el poder; toda su actividad y estructura est¨¢n destinadas a ello"
El juez; mejor dicho, el costado derecho de su rostro, todav¨ªa est¨¢ saliendo de una par¨¢lisis de Bell. Es la primera vez en a?os que Baltasar Garz¨®n ha solicitado, por presi¨®n de su m¨¦dico, una baja de d¨ªas por enfermedad. Aqu¨ª est¨¢, en medio de las fiestas navide?as, genio y figura.
Pregunta. Para alguien que ha investigado con ¨¦xito los m¨¦todos ilegales -caso GAL- en la lucha contra el terrorismo, ?c¨®mo se encaja la licencia para matar terroristas concedida por el presidente Bush?
Respuesta. No se puede encajar. Es una aberraci¨®n totalmente ilegal. Nuestros tribunales han castigado a los responsables pol¨ªticos de actos antiterroristas ilegales. ?C¨®mo puede ser legal esa orden? De ninguna manera.
"Y ahora viene la guerra contra Irak. Una guerra esencialmente injusta para el pueblo iraqu¨ª, un grave atentado contra la humanidad"
"La Administraci¨®n de Bush no reconoce el derecho de defensa de los terroristas y los hace pr¨¢cticamente desaparecer. Ahora autoriza los asesinatos"
"Es el tiempo de la firmeza democr¨¢tica frente al terrorismo, con todas las garant¨ªas s¨ª, pero con ninguna m¨¢s, y tambi¨¦n con todas las que las v¨ªctimas exigen"
"En Espa?a se respeta escrupulosamente el Estado de derecho. La lucha contra ETA no es una persecuci¨®n ideol¨®gica. Nunca el fin justifica los medios"
"Cuando el Gobierno israel¨ª ataca a la poblaci¨®n palestina con misiles, tambi¨¦n act¨²a con m¨¦todos terroristas y, sin embargo, nada se dice de ello"
"El objetivo de la Administraci¨®n de Bush de convertir la Corte Penal Internacional en papel mojado se ha cumplido y Europa se lo ha puesto en bandeja"
P. En la Uni¨®n Europea, dicha orden no parece haber causado especial alarma. Tampoco en pa¨ªses como Espa?a, con tradici¨®n en materia de lucha antiterrorista ilegal.
R. Algo se deber¨ªa hacer. Es grave que se asuma esto como si se tratara de una pel¨ªcula de esp¨ªas de serie B.
P. La comunidad de jueces europeos tendr¨¢ algo que decir. ?Acaso no se trata de un asunto que podr¨ªa afectar a las funciones jurisdiccionales?
R. Lo que usted llama comunidad de jueces europeos deber¨ªa existir, pero lamentablemente carecemos de organismos que hagan o¨ªr su voz. Vamos a situar las cosas en su contexto. Aqu¨ª la iniciativa del vale todo ha sido puesta en pr¨¢ctica por el Gobierno de Sharon en el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª. M¨¢s tarde, la Administraci¨®n de Bush ha logrado reducir la Corte Penal Internacional a su m¨ªnima expresi¨®n. Y, poco despu¨¦s, el Gobierno norteamericano decide cancelar el derecho a la defensa de los terroristas detenidos en la base de Guant¨¢namo. A los combatientes terroristas se les ha colocado en un limbo indefinido sin ning¨²n derecho. Y as¨ª llegamos a esta orden. En resumen, Bush dice no a la Corte Penal Internacional y s¨ª al crimen internacional.
P. El 11 de septiembre de 2001, ?cu¨¢les han sido sus efectos sobre usted como juez?
R. Como para cualquier ciudadano, terribles. Pero como profesional del Derecho, no necesariamente buenos. Es cierto que hay un mayor grado de sensibilidad frente al fen¨®meno, pero tambi¨¦n un mayor riesgo de que el miedo se convierta o incluso se explote para instaurar un sistema de falsa seguridad en detrimento de la libertad y las garant¨ªas. Y sobre todo me preocupa que estos temas no sean de los que m¨¢s conciten la atenci¨®n del ciudadano. Antes del 11 de septiembre de 2001 determinadas acciones, operaciones o actuaciones ilegales se ocultaban, ahora se publican e incluso se celebran y se incluyen en la denominada cruzada internacional contra el "enemigo com¨²n" y nadie protesta. M¨¢s particularmente, pa¨ªses como Espa?a, que ven¨ªan sufriendo el terrorismo desde hace tiempo, ten¨ªan que v¨¦rselas con una relativa insensibilidad y un gran desconocimiento por parte de aquellos otros que, al no padecerlo, lo consideraban algo ajeno. Ahora, cuando el terror ha sido espectacular, la percepci¨®n ha cambiado y nos ha beneficiado. En el ¨¢mbito de los efectos negativos del 11 de septiembre tenemos, por ejemplo, las teor¨ªas de la guerra contra el terrorismo, de la seguridad, el eje del mal. Y ahora viene la guerra contra Irak. Una guerra esencialmente injusta para el pueblo iraqu¨ª, un grave atentado contra la humanidad. Otro de los efectos negativos: la Posici¨®n Com¨²n de la Uni¨®n Europea de diciembre de 2001, en la que se ha tenido la oportunidad hist¨®rica de definir el terrorismo y afrontarlo venga de donde venga; pero, sin embargo, en ella s¨®lo se atiende a un tipo de terrorismo a perseguir: el procedente de las organizaciones as¨ª calificadas, pero no el terror que puede venir del otro bando. Cuando, por ejemplo, el Gobierno israel¨ª ataca a la poblaci¨®n palestina con misiles, o levanta y destruye las viviendas de una aldea porque un terrorista suicida es de all¨ª, tambi¨¦n act¨²a con m¨¦todos terroristas, y, sin embargo, nada se dice de ello, y, en todo caso, se acepta o se olvida pronto.
P. Una mayor coordinaci¨®n en la lucha contra el terrorismo, ?da resultados?
R. Para m¨ª es a la vez complicado y f¨¢cil contestar. Le dir¨¦ que la cooperaci¨®n como la coordinaci¨®n en el ¨¢mbito que nos ocupa debe ser bilateral, es decir, que t¨² das y debes recibir; si no se hace as¨ª, de nuevo se tiene la sensaci¨®n de trabajar in¨²tilmente, o al menos en un laberinto sin sentido que beneficia al delincuente, porque la falta de entendimiento nunca existe en el seno de una organizaci¨®n terrorista. Dir¨ªa que Europa est¨¢ dando un buen ejemplo de cooperaci¨®n. Pa¨ªses como B¨¦lgica, Alemania, Francia, Italia o Espa?a est¨¢n haciendo cosas relevantes. Sin embargo, la respuesta desde la otra parte del Atl¨¢ntico o no llega o lo hace tarde, y, en todo caso, es incompleta. Nosotros no sabemos nada de lo que sucede en Estados Unidos. ?Qu¨¦ datos tienen? Nos enteramos por los peri¨®dicos. Se ha pedido informaci¨®n a Estados Unidos a trav¨¦s de comisiones rogatorias. Tambi¨¦n queremos interrogar a ciertos personajes que, sospechamos, est¨¢n ahora en suelo norteamericano; pero de momento el ¨¦xito es m¨¢s bien escaso. All¨ª, en EE UU, la informaci¨®n est¨¢ en manos de los organismos de inteligencia, e incluso para otras agencias es complicado obtenerla. Adem¨¢s, la informaci¨®n o inteligencia, como juez, no me vale, y no puedo olvidar que, cuando hay personas privadas de libertad, una cooperaci¨®n tard¨ªa se convierte en una falta de la misma, y los efectos pueden ser perversos y atentatorios a principios fundamentales.
P. ?Y, m¨¢s concretamente, en Espa?a?
R. Pienso que el 11-S, operativamente hablando, no ha influido demasiado; aunque s¨ª lo ha hecho en el ¨¢mbito de la cooperaci¨®n policial entre Francia y nuestro pa¨ªs. En Espa?a sufrimos el terrorismo desde hace m¨¢s de 30 a?os. La experiencia nos ha ido ense?ando a fuerza de golpes, y, a fuerza de v¨ªctimas, hemos ido entendiendo el aut¨¦ntico alcance de este fen¨®meno. El terrorismo es algo m¨¢s complejo que un simple conjunto de personas que tienen el objetivo de matar. Si s¨®lo lo entendemos como un conjunto de personas que asesinan, colocan bombas, secuestran, lesionan o causan estragos, y nos limitamos a caracterizarlo de esa manera, no avanzaremos mucho. En cierto modo, la estrategia de ETA ha dado resultados en la medida en que hemos visto de esa organizaci¨®n s¨®lo aquello que ella ha querido dejarnos ver. Lo que en cambio no hemos visto es lo que, dir¨ªa yo, constituye la parte real, el n¨²cleo de la organizaci¨®n mafiosa. Ahora, las instituciones, la sociedad en general, perciben el alcance del problema. Esta realidad puede doler, al fin y al cabo estamos hablando de un periodo de 30 a?os. Pero asumiendo los errores, es el tiempo de la firmeza democr¨¢tica frente al terrorismo, con todas las garant¨ªas s¨ª, pero con ninguna m¨¢s, y tambi¨¦n con todas las que las v¨ªctimas exigen.
P. ?Qu¨¦ era lo que los terroristas quer¨ªan que se viese?
R. Es una estrategia de cualquier organizaci¨®n criminal que se precie, ocultar su columna vertebral o el n¨²cleo. En definitiva, es una estrategia pol¨ªtica, y en esto la organizaci¨®n terrorista ETA es maestra. As¨ª, s¨®lo los atentados, los secuestros, los asesinatos... son actos terroristas, y esto es s¨®lo lo que el contrario, es decir, el Estado, debe entender, aceptar y combatir. Lo dem¨¢s, afirman, es pol¨ªtica. As¨ª, la kale borroka, la extorsi¨®n, la coacci¨®n, las amenazas, la composici¨®n por frentes, la distribuci¨®n de funciones entre las diferentes estructuras, etc¨¦tera, no deben ser tocadas porque esto no es terrorismo. No, obviamente todo el complejo tiene sentido si es comprendido con toda la extensi¨®n que alcanza.
P. En este punto, ?no sufre tambi¨¦n la actividad judicial una pulsi¨®n para tensar la cuerda de la legalidad m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites?
R. Ni puede ni debe, pero veamos: ?d¨®nde est¨¢ la definici¨®n de ETA? ?Qui¨¦n ha definido a ETA sino ella misma? Todos hemos aceptado lo que ETA dec¨ªa ser. Aun hoy seguimos hablando del entorno, pero si se estudia el fen¨®meno con una mayor profundidad de campo, superando los ¨¢rboles -los atentados, por as¨ª decir- para poder ver el bosque, la perspectiva cambia y el puzzle se va formando como una realidad cada vez m¨¢s cierta. Sin embargo, tendr¨¢n que ser los tribunales los que, aplicando las normas del Estado de derecho y con las pruebas en las manos, los que digan cu¨¢l es esa realidad, en este caso judicial. La sociedad, por su parte, podr¨¢ dar su veredicto, que coincidir¨¢, o no, con aqu¨¦l.
P. Pero m¨¢s all¨¢ de la definici¨®n, ?existe o no esa pulsi¨®n de forzar la legalidad? El reflejo extremista de esa pulsi¨®n ser¨ªa Bush y sus ¨®rdenes, ?no hay otras presiones menos extremistas?
R. En el caso de los terroristas detenidos en Guant¨¢namo o en Afganist¨¢n o Pakist¨¢n, la cuesti¨®n se convierte en algo dif¨ªcil de entender para un jurista y es prueba del triunfo del principio de seguridad sobre cualquier sentido de derecho o de justicia. Ni siquiera hay una definici¨®n legal para los que est¨¢n en esa situaci¨®n. Es terrible la quiebra del Derecho y la insensibilidad de la generalidad de los pa¨ªses y ciudadanos frente a este hecho. En Espa?a se respeta escrupulosamente el Estado de derecho. La lucha contra ETA no es una persecuci¨®n ideol¨®gica. En ning¨²n caso. Lo que no se acepta, lo que no se puede ni se debe aceptar, es la violencia, los tiros, la coacci¨®n. ETA, insisto, quiere el poder. Toda su actividad y sus instrumentos est¨¢n dirigidos a ello. Cuando aplicamos la ley para desarticular su estructura no estamos forzando la ley. Creo intuir por d¨®nde va su planteamiento. Lo que me est¨¢ preguntando es: ?no aplica usted la ley de manera extensiva porque cree que, siendo su causa una causa justa, est¨¢ legitimado para hacerlo? Nunca el fin justifica los medios. Lo que hacemos es, simplemente, recorrer el camino que va del atentado concreto a toda la constelaci¨®n de ETA, y aplicar la ley en toda su extensi¨®n. Nada m¨¢s, ni nada menos.
P. Hay otro terreno en el cual usted profundiz¨® su actividad como juez en los ¨²ltimos a?os: el de la jurisdicci¨®n universal para castigar delitos calificados como cr¨ªmenes contra la humanidad. Parec¨ªa que hab¨ªa cierto avance, ahora da la impresi¨®n de que se retrocede. ?En qu¨¦ punto estamos?
R. Es verdad, tuvieron que pasar 50 a?os para que el mundo pudiera dotarse de una jurisdicci¨®n universal permanente. Y cuando eso ocurre con la Corte Penal Internacional, suceden cosas terribles. El presidente Clinton firm¨® el Estatuto de dicha Corte el 31 de diciembre de 2000. Bush gana las elecciones, y decide, el 6 de mayo de 2002, revocar la adhesi¨®n norteamericana. Y despu¨¦s viene algo peor, Bush adopta un programa de sanciones e incluso la posibilidad del uso de la fuerza contra aquellos pa¨ªses que permitan la aplicaci¨®n del Estatuto de la Corte Penal Internacional o presten apoyo a ¨¦sta contra ciudadanos norteamericanos. Esas limitaciones han sido finalmente aceptadas por la Uni¨®n Europea. El 30 de septiembre de 2002 fue, en mi opini¨®n, un d¨ªa muy triste para la justicia internacional. Los pa¨ªses europeos aceptaron la inmunidad de los soldados y diplom¨¢ticos norteamericanos y admitieron la posibilidad de firmar tratados bilaterales entre EE UU y los pa¨ªses integrantes de la Uni¨®n Europea, para introducir cierta forma de impunidad. El objetivo de la Administraci¨®n norteamericana de convertir la Corte Penal Internacional en papel mojado se ha cumplido y Europa se lo ha puesto en bandeja.
P. Por lo que se ve, la guerra se aproxima. ?Cree que se puede hacer algo para evitarla?
R. S¨ª. No me cabe duda de que est¨¢ preparada. La cuenta atr¨¢s no ir¨¢ m¨¢s all¨¢ de la ¨²ltima semana de febrero de 2003. Ojal¨¢ me equivoque. El pueblo iraqu¨ª ha tenido que soportar la dictadura de Sadam Husein, un personaje que en su d¨ªa fue apoyado y hasta auspiciado por los grandes pa¨ªses democr¨¢ticos, quienes le armaron contra Ir¨¢n. Ahora lo que se busca es su petr¨®leo y establecer un nuevo orden regional en Oriente Pr¨®ximo. Todo est¨¢ dispuesto para la escena final. S¨ª se pueden hacer muchas cosas para impedirlo, pero no veo por aqu¨ª, en Espa?a, ni en otros pa¨ªses, ninguna voluntad. En cambio, s¨ª la veo en Alemania, por ejemplo. Yo he desarrollado una intensa actividad judicial por el cumplimiento de las convenciones internacionales que castigan las violaciones de los derechos humanos. Y digo: a Bush no le interesa establecer un r¨¦gimen de respeto de derechos humanos en Irak; lo que quiere es, insisto, el petr¨®leo, un cambio en la estructura de poder regional. Y, seg¨²n parece, se lo ha jugado todo a esta carta.
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