"La Iglesia Cat¨®lica debe una reposici¨®n moral a los jud¨ªos"
Por haberse lavado las manos, por mirar a otro lado cuando el exterminio se convirti¨® en un clamor, por inducirlo, por se?alar con el dedo acusador y culpar de todos los males al pueblo jud¨ªo; por eso y por m¨¢s cosas que recoge Daniel Jonah Goldhagen en La iglesia y el Holocausto jud¨ªo (Taurus), el Vaticano debe pagar ante la historia, dice el autor. "Es necesaria una reposici¨®n moral a los jud¨ªos y una revisi¨®n profunda de la doctrina y los textos que la ense?an por parte de la Iglesia", asegura este escritor estadounidense, profesor de Estudios Gubernamentales y Sociales en Harvard, pol¨¦mico, azotador, joven y con pinta de espabilado, que publica ahora su ¨²ltimo estudio en Espa?a.
Goldhagen pas¨® por Madrid, lanz¨® los dardos de los datos escalofriantes de su libro y mantuvo alguna discusi¨®n con jesuitas y te¨®logos en p¨²blico. Se adentr¨® en el tema a ra¨ªz de su estudio anterior, en el que analizaba la actitud de los alemanes ante el exterminio, que se titulaba Los verdugos voluntarios de Hitler y que le report¨® en 1997 el Premio a la Democracia en el pa¨ªs germano. Cree que el Holocausto llega a ser hasta inducido por un magma de 1.900 a?os de culpas y ataques. Tanta inquina no pod¨ªa acabar bien. "Hay que combatir el cont¨ªnuo da?o que los cat¨®licos han hecho a los jud¨ªos y ense?arles a no ser antisemitas porque durante siglos, han cre¨ªdo que los jud¨ªos eran los culpables de todos sus males".
Pero Goldhagen generaliza s¨®lo para buscar las ra¨ªces de la culpa en personajes concretos. Y sobre todos ellos sobresale el Papa P¨ªo XII, del que se han extendido los pa?os calientes del perd¨®n oficial a posteriori: "Hoy hay mucha m¨¢s informaci¨®n y se abren nuevas perspectivas. ?Puede ser considerado el Papa colaborador de los nazis, al nivel del r¨¦gimen de Vichy en Francia, por ejemplo?". Goldhagen cree que s¨ª.
?Y qu¨¦ hizo P¨ªo XII para merecer tanta atenci¨®n? Eugenio Pacelli, antes de ser Papa, fue empresario del Vaticano en Alemania entre 1920 y 1930, en plena gestaci¨®n del nazismo. En 1933 negoci¨® un acuerdo de cooperaci¨®n con el r¨¦gimen de Hitler, que le ayud¨® a legitimar su posici¨®n internacional.
Cuando los estragos de los cuerpos quemados empezaban a conocerse, no s¨®lo guard¨® silencio. Tampoco exhibi¨®, contrariamente a lo que se cree, una proverbial neutralidad, a juicio del autor. "No s¨®lo mintieron al hacer creer que no sab¨ªan nada, no s¨®lo algunos miembros de la Iglesia colaboraron activamente con los nazis, sino que alentaron directamente al exterminio. En 1937 se public¨® un libro de obispos alemanes en el que sosten¨ªan teor¨ªas racistas y antisemitas", afirma. Y los t¨¦rminos no dejaban lugar a dudas. "Eran las ense?anzas oficiales en las que, por fases, se consideraba la segregaci¨®n, primero; la expulsi¨®n, despu¨¦s y por ¨²ltimo la eliminaci¨®n".
Ahora no s¨®lo se ha ayudado a enterrar los hechos y se han puesto trabas y m¨¢s trabas hasta que el s¨¢bado pasado la Iglesia anunci¨® que abrir¨ªa los archivos de la ¨¦poca nazi a partir del 15 de febrero pr¨®ximo, sino que P¨ªo XII guarda su turno para ser canonizado. "?C¨®mo lo arreglamos, entonces?", se pregunta. "Pues con la misma doctrina y principios que les rigen a ellos", dice el escritor. "Predican decir la verdad, pues ya es hora de que se abran completamente los archivos del Vaticano, algo que hasta los suizos han hecho para estudiar ese periodo", dec¨ªa Goldhagen antes de conocer la noticia de la apertura.
Pero hay m¨¢s. "Hay que llevar a cabo una profunda revisi¨®n de los libros de doctrina, es algo que se ha hecho tambi¨¦n en los textos ortodoxos, donde se ha intentado lo imposible por adecuar los dogmas a estos tiempos. Hay que confrontar el antisemitismo del Nuevo Testamento, nadie puede negar que est¨¢ lleno de prejuicios. Imaginen que a todos los espa?oles, una religi¨®n les se?ala como hijos del demonio y que eso es palabra de Dios", dice.
Sobre la elevaci¨®n a los altares, Goldhagen quiere mostrarse discreto. "No me corresponde a m¨ª decirle a la Iglesia qu¨¦ debe hacer", asegura este autor que no oculta su origen jud¨ªo. "Pero si quieren considerar santo a alguien que ha cometido cr¨ªmenes y que hoy ser¨ªa juzgado en los tribunales, all¨¢ ellos".
Quiere llamar la atenci¨®n a los cat¨®licos de buena voluntad. "Me gustar¨ªa que esas personas de buena fe se plantearan estas custiones y no intento que todo el mundo est¨¦ deacuerdo conmigo", dice. Sabe que convencer a la maquinaria jer¨¢rquica es dif¨ªcil. "Juan Pablo II no quiere entrar a fondo en el pasado. La Iglesia Cat¨®lica se presenta como una instituci¨®n moral, pero en realidad es una organizaci¨®n pol¨ªtica y como tal hay que pedirle cuentas", asegura.
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