Joe Strummer y el combate del rock
El pasado 22 de diciembre, tarde en la noche, Joe Strummer, l¨ªder de la banda inglesa The Clash, muri¨® de un ataque de coraz¨®n a los 50 a?os. Dos d¨ªas despu¨¦s, cuando se divulg¨® la noticia, los peri¨®dicos ingleses The Independent y The Guardian le dedicaron la foto de portada y amplios obituarios en las p¨¢ginas interiores, pues no en vano la m¨²sica popular es el primer mercado de exportaci¨®n en el Reino Unido y el negocio perd¨ªa uno de sus personajes m¨¢s carism¨¢ticos en la d¨¦cada de 1980. En Espa?a, la noticia pas¨® de puntillas entre la informaci¨®n navide?a, pero me parece que Joe Strummer y The Clash se merecen algo m¨¢s, aunque s¨®lo sea un recuerdo de ¨²ltima hora y dictado por la nostalgia.
The Clash tuvo una vida corta y una influencia musical largu¨ªsima, todav¨ªa rastreable hoy en d¨ªa
Para ilustrar la muerte de Joe Strummer, The Independent escogi¨® un retrato de 1981 en el que se reflejaba "todo lo que una estrella del rock rebelde deber¨ªa ser de verdad", seg¨²n el pie de foto. Vestido de negro y tocado con un sombrero de ala ancha, mirada y sonrisa burlonas, ocultando las manos en los bolsillos del abrigo, en dicha foto Joe Strummer parec¨ªa m¨¢s un existencialista franc¨¦s que un m¨²sico punk-rock, pero ese charme, un poco a lo Jean-Paul Belmondo en ? bout de souffle, casaba muy bien con la vieja leyenda del rock: vive r¨¢pidamente, muere deprisa y deja un cad¨¢ver bonito. Bueno, a los 50 Joe Strummer ya no era tan joven, y ¨¦l mismo hab¨ªa dicho en una entrevista reciente que "vivir r¨¢pidamente, s¨ª, de acuerdo, pero durante mucho tiempo". A pesar de todo, esa imagen de m¨²sico instruido me gust¨® porque en su d¨ªa, all¨¢ por 1979, Joe Strummer y los Clash consiguieron llenar de contenido social la m¨²sica punk, y eso no debi¨® de ser moco de pavo. El escritor Greil Marcus, en su libro Rastros de carm¨ªn, lo defini¨® as¨ª: "Los Sex Pistols persegu¨ªan una colisi¨®n entre dirigentes y subordinados (...), el proyecto pop de los Clash fue siempre dotar de sentido a los acertijos de los Sex Pistols".
The Clash tuvo una vida corta y una influencia musical largu¨ªsima, todav¨ªa rastreable hoy en d¨ªa. Con tan s¨®lo cinco a?os -de 1977 a 1982- y media docena de discos memorables, el cuarteto de Joe Strummer consigui¨® civilizar la efervescencia de Sid Vicious y los Sex Pistols. En una canci¨®n de su primera ¨¦poca, llamada 1977, cantaban que ya estaban hartos de Elvis, los Beatles y los Rolling Stones, y al mismo tiempo en Career opportunities, de su primer disco, ironizaban sobre las oportunidades de un trabajo decente en una Inglaterra llena de parados: "?Quieres hacer t¨¦ para la BBC? ?Quieres ser un polic¨ªa de verdad?", preguntaban en una canci¨®n donde aparec¨ªa m¨¢s veces la palabra hate que love. Con el tiempo y los discos, poco a poco, el odio y el amor se equilibraron. Su m¨²sica se suaviz¨®. Retomaron ritmos del viejo rock. Viajaron a Jamaica y conocieron el ska-reggae de Lee Scratch Perry. El mensaje social lleg¨® a mucha m¨¢s gente y The Clash se convirtieron en una banda todav¨ªa m¨¢s comprometida. En este sentido, el nombre de Joe Strummer debe figurar al lado de Billy Bragg, Paul Weller o Elvis Costello, por citar a tres pilares del pop-rock brit¨¢nico.
Como si desearan presentar una banda sonora para los a?os ochenta, a finales de 1979 The Clash publicaron London calling, un disco doble, esencial, en el que cada canci¨®n es un himno (generacional o no). Hace unos meses, la revista Rock de Lux eligi¨® los 200 mejores discos de la historia y London calling cay¨® en el lugar n¨²mero 14. "Como todos los grandes discos, tiene la virtud de reciclar, filtrar, reinventar y generar", recordaron, y no puedo estar m¨¢s de acuerdo. Para muchos adolescentes de 1980 como yo, London calling fue la aut¨¦ntica puerta de entrada al pop-rock ingl¨¦s, a la sensaci¨®n de que por fin hab¨ªa una m¨²sica pensada para poner el turbo a las fiestas (Joy Division, por su parte, eran el freno, o el piloto autom¨¢tico). Uno pod¨ªa dejar el disco entero en el tocadiscos y las canciones se encadenaban con gracia, como si alguien ya hubiera planeado de antemano el ritmo que deber¨ªa tener la noche. Luego se escuchaban U2, The Smiths, Simple Minds, The Cure o New Order, s¨ª, pero todos les deb¨ªan algo a los Clash.
A lo largo de los a?os he comprado varios ejemplares de London calling. Llegu¨¦ a grabarlo en una cinta de casete y a guardar el vinilo como copia de seguridad, digamos. Esa primera copia la prest¨¦ un d¨ªa a un amigo ya lejano, con cierto proselitismo por mi parte, y ahora estar¨¢ en un rinc¨®n olvidado de su discoteca; otros ejemplares debieron de perderse en fiestas o traslados, pero sigo conservando un compacto del doble disco de los Clash s¨®lo por si acaso. Hace unos d¨ªas, cuando conoc¨ª la muerte de Joe Strummer, volv¨ª a escucharlo de cabo a rabo, como t¨®pico homenaje. Me di cuenta una vez m¨¢s de que no hay en el disco una canci¨®n mala, de que el tiempo no pasa para esas notas, y mientras me dejaba llevar por mis preferidas del ¨¢lbum -Jimmy jazz, The guns of Brixton, Spanish bombs, Lost in the supermarket-, reviv¨ª tambi¨¦n en unos segundos esa libertad cruda de los 15 a?os, y con ella la desaz¨®n del adolescente comarcal para quien todo quedaba muy lejos: los nombres m¨ªticos de las salas -KGB, Zeleste, Metro, 666-, los conciertos en la gran ciudad, los comentarios radiof¨®nicos. "Discos como London calling", pens¨¦; "qu¨¦ suerte que exist¨ªan".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.