Las virtudes de la leche cuajada
JORGE LUIS BORGES y Adolfo Bioy Casares se conocieron hacia 1932, durante una reuni¨®n en casa de Victoria Ocampo. "La reuni¨®n era en honor de un extranjero ilustre", recordar¨ªa Bioy a?os m¨¢s tarde. "Me puse a conversar con Borges; Victoria nos increp¨®: hab¨ªa que atender al hu¨¦sped. Algo ofuscado y muy corto de vista, Borges volte¨® una l¨¢mpara. Debi¨® de parecernos que esta peque?a cat¨¢strofe le probar¨ªa a Victoria que no deber¨ªa interrumpirnos, y proseguimos nuestra conversaci¨®n". La conversaci¨®n no s¨®lo no se interrumpi¨® sino que marc¨®, de hecho, el inicio de una pr¨®diga tarea en conjunto.
Entre las obras m¨¢s conocidas que Borges y Bioy escribieron en colaboraci¨®n (muchas de ellas bajo el seud¨®nimo H. Bustos Domecq) se encuentran sus cuentos policiales. Pero m¨¢s all¨¢ de estas obras ya publicadas, exist¨ªa -en bibliotecas, archivos y colecciones privadas- una cantidad significativa de material que permanec¨ªa in¨¦dito. Este libro, titulado Museo (Emec¨¦. Buenos Aires, 2002) es el resultado de la b¨²squeda y recopilaci¨®n que Sara Luisa del Carril y Mercedes Rubio de Zocchi han realizado de esos textos hasta ahora dispersos.
La pieza m¨¢s importante de este Museo es, sin duda, el folleto sobre las virtudes de la leche cuajada. Se trata de la primera colaboraci¨®n entre Borges y Bioy, encargada por una conocida marca de productos l¨¢cteos que pertenec¨ªa a la familia Casares. Este texto, buscado infructuosamente durante a?os por coleccionistas y bibli¨®filos, ve la luz por primera vez en este volumen. Se trata de un rescate fundamental: al leerlo, resulta evidente que Borges y Bioy se divirtieron a lo grande escribi¨¦ndolo. El texto entero es una gran broma l¨²cida: enumera las virtudes del yogur, pero lo hace en un tono que recuerda m¨¢s a la Historia Natural de Plinio que a una publicaci¨®n comercial. Se trata de un estilo tan caracter¨ªstico que resulta dif¨ªcil pensar a qu¨¦ otros autores podr¨ªa ocurr¨ªrseles perpetrar una broma literaria de este calibre. Entre elogios a la leche balc¨¢nica y ponderaciones de las bondades de distintas variedades de bacilos y otros microbios, el lector distinguir¨¢ la semilla de lo que ser¨ªa despu¨¦s el estilo inconfundible de H. Bustos Domecq: las referencias absurdas, las afirmaciones descabelladas y un humor a la vez sutil y mordaz.
A comienzos del folleto, Borges y Bioy citan un supuesto dicho ¨¢rabe -"quien tiene salud tiene esperanza"-, para luego aclarar que detr¨¢s de la esperanza, los ¨¢rabes, "esos musculosos halcones del desierto", tienen algo m¨¢s que lucha por su salud: "La leche cuajada". P¨¢ginas m¨¢s tarde nos enteramos de que el yogur acerca al hombre a la inmortalidad: en Bulgaria, donde ¨¦sta es alimento esencial, abundan los centenarios. "Es cl¨¢sico el ejemplo de los once hermanos Petkof", rematan los autores, "que rebasaron todos los 100 a?os, excepci¨®n hecha de Mar¨ªa Petkof, que muri¨® a los 91". Las dem¨¢s secciones se ocupan de los m¨¦ritos del yogur entre los bretones, los franceses, los t¨¢rtaros y los kalmuks; las p¨¢ginas finales ofrecen una serie de recetas para preparar bollos de ma¨ªz o pasteles. Al terminar de leer este texto, no queda demasiado claro si el blanco de todas estas bromas literarias habr¨¢n sido los potenciales consumidores de yogur o los mismos empresarios que encargaron su redacci¨®n.
El t¨ªtulo que da nombre al libro es una recopilaci¨®n de textos escritos por terceros. Se trata de fragmentos publicados originariamente en las revistas Destiempo y Los Anales de Buenos Aires. A ¨¦stos les siguen las sinopsis de dos guiones de cine (Invasi¨®n y Los otros) y varias traducciones publicadas en la revista Sur, entre las que sobresale una versi¨®n castellana de la Hydrotaphia de sir Thomas Browne.
Dos testimonios -el primero de Bioy Casares, el segundo de Borges- enmarcan a esta antolog¨ªa diversa. Borges afirma que Bioy es su maestro; Bioy, que colaborar con Borges equivale a a?os de trabajo. Lo cierto es que en estos textos brillan el goce y la destreza de un juego compartido que dur¨® d¨¦cadas y que dio lugar a una de las colaboraciones m¨¢s c¨¦lebres de las letras latinoamericanas del siglo XX. "Las obras de Bustos Domecq", afirm¨® una vez Borges, "no se parecen ni a lo que Bioy escribe por su cuenta ni a lo que yo escribo por mi cuenta. Ese personaje existe de alg¨²n modo, pero s¨®lo existe cuando estamos los dos conversando". La magia de este libro consiste, tal vez, en permitir a los lectores disfrutar, por vez primera, de momentos clave y hasta hoy perdidos de esa grata y duradera conversaci¨®n literaria.
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