Maigret en Barcelona
El jueves, a eso de las siete y pocos minutos de la tarde, sal¨ªa del metro de Urquinaona por la plaza del mismo nombre y, como tengo por costumbre, me encamin¨¦ al quiosco de peri¨®dicos de la librer¨ªa Catal¨°nia para comprar la prensa extranjera, que luego hojeo en el Bracaf¨¦ de la calle de Casp mientras aguardo la hora de meterme en un estudio de Radio Barcelona. Esa tarde, al ir a pagar los peri¨®dicos, o¨ª una voz catalana, mon¨®tona, que hablaba de algo que no acert¨¦ a adivinar, en parte porque el quiosco da a la calle, una calle ruidosa, muy transitada, con una parada de autob¨²s a pocos pasos del mismo. Pens¨¦ que tal vez fuera una radio, pero no: la voz y sobre todo la entonaci¨®n eran m¨¢s de p¨²lpito, ajenas al ritmo trepidante de los locutores radiof¨®nicos de hoy en d¨ªa. Pronto descubr¨ª de qu¨¦ se trataba. A la entrada de la librer¨ªa, a la izquierda, junto al quiosco, vi a un joven sentado frente a una mesita de m¨¢rmol que le¨ªa un libro frente a un micr¨®fono. El joven se cubr¨ªa la cabeza con un cl¨¢sico sombrero de fieltro, de color oscuro, y de vez en cuando daba un sorbito a un vaso de agua que ten¨ªa sobre la mesita, junto al micr¨®fono. ?Qu¨¦ le¨ªa? Pues nada m¨¢s y nada menos que unas p¨¢ginas de El conde de Montecristo, la celeb¨¦rrima novela de Dumas, en la traducci¨®n catalana de Jes¨²s Moncada (editada por La Magrana).
No era la primera vez que ve¨ªa a un actor leyendo un libro en una librer¨ªa, pero teniendo en cuenta la hora, la escasa iluminaci¨®n, la colocaci¨®n de la mesita, pr¨¢cticamente en un rinconcillo, la parada de autobuses, el trasiego de gente por la calle, enfrente mismo de El Corte Ingl¨¦s, y ese altavoz que daba a la calle y hac¨ªa que la voz se perdiese en ella, confundida con los ruidos de los coches, la verdad, todo resultaba bastante pat¨¦tico. Sent¨ª pena por el joven del sombrero y una cierta indignaci¨®n hacia los responsables del invento por menospreciar las posibilidades teatrales que suscita, que deber¨ªa suscitar, la lectura p¨²blica de una gran novela de aventuras, y m¨¢s trat¨¢ndose de la excelente versi¨®n catalana del se?or Moncada. "Qu¨¦ le vamos a hacer", me dije. "Todo sea por la literatura". Aunque, si he de serles sincero, no estaba nada convencido de que un acto como aqu¨¦l beneficiase a la literatura.
El a?o pasado desenterramos al pobre Dumas, panteonizamos al republicano Dumas, y este a?o todo parece estar listo para celebrar con gran pompa el centenario de otro monstruo de las letras francesas: este a?o le toca el turno a Georges Simenon, autor belga, nacido en Lieja en la noche del 12 al 13 de febrero de 1903, de expresi¨®n francesa y uno de los autores m¨¢s le¨ªdos del pasado siglo.
Todav¨ªa no ha comenzado la celebraci¨®n del centenario y su bi¨®grafo, uno de sus bi¨®grafos, Pierre Assouline, ya se ha despachado con un art¨ªculo en el que lo compara con Proust -"los dos grandes escritores franceses del siglo XX"- y exige su ingreso en el Pante¨®n, junto a Dumas. No le har¨¢n caso, afortunadamente, pero en cierta medida si habr¨¢ panteonizaci¨®n para el padre de Maigret. No lo enterrar¨¢n en el Pante¨®n de Par¨ªs, pero s¨ª lo van a introducir en otro gran mausoleo literario, en la Pl¨¦iade. ?Simenon en la Pl¨¦iade! (sin Maigret).
Muy diversos e interesantes son los t¨ªtulos que se anuncian en torno a la obra y el personaje de Simenon con motivo del centenario de su nacimiento. Dos de ellos ya se encuentran en las librer¨ªas: Sur les routes am¨¦ricaines avec Simenon, de Michel Carly (Carnets Omnibus), un minucioso recorrido por la etapa norteamericana de Simenon al terminar la II Guerra Mundial, y Simenon cin¨¦ma, de Serge Toubiana y Michel Schepens, en el que analizan la relaci¨®n de Simenon con el cine y las adaptaciones cinematogr¨¢ficas de sus obras.
En Lieja, los actos conmemorativos del centenario rozan el centenar. Una microexposici¨®n, el estreno de una revista musical inspirada en los amores de Simenon con Josephine Baker -m¨¢s que amarse, lo que hac¨ªan era follar como cafres-; coloquios, debates, congresos de polic¨ªas, campeonatos de fumadores de pipa, restauraci¨®n del busto de Simenon en la plaza del Congreso (hab¨ªan robado la pipa de la estatua), festivales de cine policiaco, grandes comilonas, cruceros simenonianos, reuni¨®n internacional de ciudades simenonianas, presentaci¨®n de la rosa Simenon, concursos de novela r¨¢pida... Actos para todos los gustos, para todas las edades. Y, entre ellos, uno que liga, mira por d¨®nde, con ese joven del sombrero al que vi el jueves leyendo a Dumas. Se trata de un concurso consistente en descubrir el autor o autores de un asesinato virtual que se cometer¨¢ en Lieja durante el a?o del centenario. Para amenizar las pesquisas, podr¨¢ verse este a?o por las calles de Lieja, merodeando, husmeando cerca del lugar del crimen, a un actor disfrazado de comisario Maigret, que es quien descifrar¨¢ el enigma y dar¨¢ los nombres de los concursantes que hayan acertado, en el caso de que los haya. Ser¨ªa divertido encontrarse dentro de unos meses al comisario Maigret fumando su pipa frente al quiosco de la librer¨ªa Catal¨°nia mientras intenta resolver el caso de la joven -y hermosa- turista hallada muerta, asesinada, brutalmente asesinada, en los lavabos de El Corte Ingl¨¦s.
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