El Athletic gana un partido inexplicable

A los ocho minutos se sab¨ªa que no hab¨ªa porteros, a los 18 parec¨ªa que no hab¨ªa partido. Al final, la sensaci¨®n de haber asistido a un espect¨¢culo tan bello como desordenado, de esos con m¨¢s goles que f¨²tbol, lo cual siempre es gratificante en los tiempos que corren. Un partido pre?ado de precocidad acab¨® siendo un encuentro lleno de vistosidad. Al minuto 90 se lleg¨® con la misma sensaci¨®n sobre los porteros pero con distinta sobre los equipos. El Athletic remont¨® lo que parec¨ªa imposible y el Racing malgast¨® su fortuna con la candidez de un juvenil.

En ocho minutos, Aranzubia hab¨ªa demostrado en dos ocasiones que no ten¨ªa su noche y pon¨ªa en cuesti¨®n la apuesta de Heynckes cuando hace dos semanas lo eligi¨® en detrimento de Lafuente. A los dos minutos, sali¨® inoportunamente para estorbar a su compa?ero Javi Gonz¨¢lez que se apremiaba al despeje. Casi fue gol. Seis minutos despu¨¦s, se tragaba un lanzamiento directo de Munitis que entr¨® pegadito por el poste que ¨¦l defend¨ªa, mansamente, como sin querer. En la otra porter¨ªa, Lemmens se contagi¨® y efectu¨® un par de despejes sin ortodoxia alguna, desangelados, que para su solaz, no acarrearon peligro.

Aquello promet¨ªa. Sin porteros, el festival de goles puede garantizarse. M¨¢s a¨²n si en un lado del campo est¨¢ el Racing, un colectivo que ha hecho de la velocidad una virtud inapelable y que con un gol a favor despliega todo su potencial de contrgaolpe. Y mucho m¨¢s a¨²n si adem¨¢s en el c¨¦sped se encuentra un muchacho liviano, con aire desgarbado, de nombre Javi Guerrero, que tiene la velocidad por bandera, el desparpajo de las estrellas y el sacrificio de los humildes. De sus botas puede esperarse siempre lo mejor, como por ejemplo un autopase de espaldas al rival, con taconazo preciso y ca?o inclu¨ªdo. Karanka a¨²n no sabe lo que le hizo, s¨®lo que acab¨® en tarjeta amarilla.

En pleno contagio, L¨®pez Nieto se sum¨® al vendaval y decret¨® penalti en un forcejeo insulso entre Regueiro y Javi Gonz¨¢lez. Es lo que tienen los ¨¢rbitros cuando ultiman su retirada. De pronto se sienten libres y no dudan. Javi Guerrero no perdon¨® y a los 18 minutos el Sardinero pens¨® que se quedaba sin partido y se aprest¨® a disfrutar de un festival goleador. Algo sab¨ªa, pero confundi¨® el reparto de goles.

Del Athletic hab¨ªa escasas noticias. De momento jugaba con dos menos: Ezquerro y Tiko supon¨ªan un lastre demasiado pesado para un equipo muy peque?o. S¨®lo cuando por alguna extra?a raz¨®n, por tierra o aire, llegaba el bal¨®n a Urzaiz parec¨ªa que pudiera suceder algo. Ocurr¨ªa como con Bodipo o Javi Guerrero. La inferioridad defensiva de ambos equipos resultaba manifiesta. La del Athletic por lenta y blanda; la del Racing, por dura y torpe Es decir, m¨¢s posibilidad de goles. Es decir, m¨¢s probabilidad de ¨¦xito para el Racing.

Cuando se asom¨® el Athletic al marcador, por un gol en propia puerta de Morat¨®n, Aranzubia se empe?¨® en ratificar su mala noche. Otra salida alocada ante Bodipo se convirti¨® en el tercer gol del Racing que apresuradamente di¨® el partido por ganado.

Bien es cierto que el Athletic no hab¨ªa hecho sino amagos y que a cambio el equipo c¨¢ntabro hab¨ªa transformado casi todo lo que intent¨®. Y en esas estaba cuando Morat¨®n cometi¨® un penalti de juvenil. Derrib¨® con la cadera a Tiko, cuando un compa?ero se aprestaba a cerrarle el paso. Y el Athletic se vi¨® inmerso de nuevo en un partido que se le hab¨ªa antojado un infierno.

El Racing desapareci¨®. Se le fundieron los pulmones y las ideas. Toda su artiller¨ªa (Munitis, Guerrero, Bodipo, Regueiro) se desinflaron prontamente, dejando la responsabilidad a su parte m¨¢s oscura, un medio del campo pele¨®n pero escaso de sugerencias futbol¨ªsticas.

El problema de dormirse sobre el campo es que siempre te despierta un sobresalto. Al Racing se lo di¨® Etxeberria que culmin¨® un contragolpe con un disparo seco que limpi¨® la escuadra de la porter¨ªa de Lemmens. Si no hab¨ªa demasiadas explicaciones para la inicial goleada del Racing, tampoco se encontraban argumentos suficientes para la remontada del Athletic. En un partido loco, las razones est¨¢n de m¨¢s. Si acaso agradecerle al Racing su voluptuosidad ofensiva (no hubiera sido extra?o que marcara seis goles, a juzgar por las ocasiones) y al Athletic su tes¨®n para no sucumbir al desaliento. Por eso gan¨® y porque Etxeberria aprovech¨® el ¨²ltimo contragolpe para demostrar su calidad. Todo fue raro. Por eso sobran las explicaciones.