Un objeto simb¨®lico
La Sima de los Huesos es un yacimiento singular por muchas cosas. Para empezar es ¨²nico en cuanto al n¨²mero de f¨®siles humanos que ha proporcionado hasta la fecha, que se cuentan por miles. Ya resulta excepcional encontrar un solo resto humano en una cueva, y cuando el hallazgo se produce obliga a preguntarse c¨®mo ha llegado hasta all¨ª. Si se trata de un neandertal o de un representante de nuestra especie, hasta puede exhumarse un esqueleto completo, porque sabemos que estas dos especies humanas enterraban a sus muertos, y a veces lo hac¨ªan en cuevas, aunque lo m¨¢s frecuente ser¨ªa que sus pr¨¢cticas funerarias se desarrollasen al aire libre.
Pero las ¨²ltimas dataciones publicadas de la Sima de los Huesos indican para este yacimiento una edad superior a los 350.000 a?os, que es el l¨ªmite que alcanza la t¨¦cnica de dataci¨®n radiom¨¦trica de las series de uranio que se ha utilizado en este caso. Posiblemente los f¨®siles de la Sima tengan alrededor de los 400.000 a?os. En esta ¨¦poca la especie humana que habitaba Europa se llama Homo heidelbergensis, y era bastante m¨¢s arcaica que neandertales y sapiens. Hay quien duda incluso que los enterramientos de los neandertales tuvieran car¨¢cter ritual, y nadie sospechaba que este comportamiento existiera cientos de miles de a?os antes.
Lo primero que descubrimos en las excavaciones de la Sima de los Huesos fue que all¨ª hab¨ªa restos de muchos individuos, y que estaban representadas todas las partes del esqueleto. Conforme se sucedieron las campa?as fueron llamando cada vez m¨¢s la atenci¨®n una presencia y dos ausencias. Con los f¨®siles humanos y, sobre todo, encima de los f¨®siles humanos, hab¨ªa miles de restos de osos, de una especie antepasada del gigantesco oso de las cavernas. M¨¢s de 160 ¨²rsidos se unieron a los humanos en el yacimiento. Tambi¨¦n, aunque en mucha menor proporci¨®n, aparec¨ªan algunos f¨®siles de le¨®n, lince, gato, lobo, zorro y otros carn¨ªvoros m¨¢s peque?os, los must¨¦lidos. Esa era la intrigante presencia.
Lo que faltaba, las ausencias, eran los herb¨ªvoros y los instrumentos de piedra tallados por los humanos. En las otras cuevas de la Sierra de Atapuerca con sedimentos de la misma edad, llamadas La Galer¨ªa y la Gran Dolina, las proporciones eran las inversas: muchos instrumentos y herb¨ªvoros y pocos carn¨ªvoros y restos humanos. En estas cuevas los humanos realizaron sus actividades habituales de consumo de presas y fabricaci¨®n de instrumentos.
?Qu¨¦ hac¨ªan entonces en la Sima de los Huesos? Nuestra interpretaci¨®n era que all¨ª no viv¨ªan, algo que parece l¨®gico dado que el lugar es una claustrof¨®bica c¨¢mara al pie de un pozo natural de 13 metros de ca¨ªda. Hemos buscado otra posible entrada, y aunque no habr¨¢ respuestas definitivas hasta que se acabe la excavaci¨®n dentro de muchos a?os, hasta ahora no ha aparecido m¨¢s acceso que la sima que da nombre al yacimiento.
Los osos pudieron muy bien haber ca¨ªdo accidentalmente en una trampa mortal, pero esa interpretaci¨®n se hac¨ªa dif¨ªcil para los humanos. Sabemos que los osos se retiraban a hibernar a la parte de la cueva donde se encuentra la sima, y es l¨®gico que de tiempo en tiempo se precipitara alg¨²n individuo, pero a los humanos no se les hab¨ªa perdido nada por all¨ª.
Por los menos se juntaron 28 cad¨¢veres humanos en el yacimiento, y con el tiempo se fue abriendo camino la idea de que se trataba de una acumulaci¨®n deliberada de cuerpos. ?Qu¨¦ prop¨®sito animaba a sus autores humanos? Son tantos los esqueletos que la acumulaci¨®n la tuvo que llevar a cabo un grupo, es decir, que se trat¨® de una pr¨¢ctica colectiva. Para aquel grupo tal conducta deb¨ªa de tener alg¨²n significado, es decir, responder¨ªa a alguna idea compartida por toda la sociedad y transmitida entre generaciones. Cada vez nos convencimos m¨¢s de que, por incre¨ªble que pareciera dada la gran antig¨¹edad del yacimiento, se trataba de un comportamiento simb¨®lico, el primero conocido en la historia de la humanidad.
Para demostrarlo necesit¨¢bamos un objeto simb¨®lico, con significado propio, y entonces asom¨® en el sedimento Excalibur, un bifaz de cuarcita roja rodeado de f¨®siles humanos. En los febriles d¨ªas de excavaci¨®n en los que fue emergiendo ante nuestros incr¨¦dulos ojos, fuimos asimilando lentamente el sorprendente hallazgo que a¨²n hoy nos sobrecoge. La Sima de los Huesos nos hab¨ªa proporcionado un nuevo descubrimiento hist¨®rico.
Juan Luis Arsuaga es catedr¨¢tico de Paleontolog¨ªa de la Universidad Complutense y director del Centro para el Estudio de la Evoluci¨®n y el Comportamiento Humanos (UCM-ISCIII).
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