Pol¨ªticas antiterroristas
Al sacar ahora la bandera del endurecimiento de la pol¨ªtica penitenciaria para los terroristas ?intenta el PP colocar en primer plano, para que se olviden otros, un tema en el que sabe que la oposici¨®n no puede dejar de apoyar al Gobierno? Por supuesto que s¨ª, lo que demuestra un comportamiento oportunista. Tambi¨¦n lo ser¨ªa cualquier intento de minimizar la importancia real del terrorismo a fin de evitar que la vida pol¨ªtica gire en torno a un tema que deja poco espacio a la oposici¨®n. Esa tentaci¨®n existi¨® en el PSOE y todav¨ªa hay sectores que empujan a Zapatero a romper los pactos antiterroristas con ese argumento.
El c¨¢lculo de los impulsores de la reforma es que los socialistas tendr¨¢n que elegir entre apoyarla (lo que ser¨ªa bueno para el PP en este momento de zozobra) o rechazarla (lo que a¨²n ser¨ªa mejor, dada la popularidad de la propuesta). Es posible que, en plena ofensiva por proyectar contra el PSOE la responsabilidad de todo lo que va mal, pensaran m¨¢s en esa segunda posibilidad, y de ah¨ª que incumplieran el compromiso de acuerdo previo incluido en el Pacto Antiterrorista. Los de Zapatero han desoido las voces que les incitaban a romper y han reaccionado como ante la Ley de Partidos: respaldo al principio de endurecimiento de las condiciones de reinserci¨®n, pero sin renunciar a plantear objeciones a aspectos que la hacen imposible en la pr¨¢ctica. Es evidente que no puede haber reinserci¨®n sin ruptura con ETA: con los abogados de ETA, con la orden de ETA de no solicitar el tercer grado, etc. Pero si colaboraci¨®n activa significa delaci¨®n, no podr¨¢ haber reinserci¨®n.
Aznar ha respondido a esas objeciones diciendo que la reforma saldr¨¢ adelante, con o sin consenso. Ser¨ªa injusto no reconocer al PP el m¨¦rito de haber comprendido que al fanatismo no se le combate s¨®lo con argumentos sino con actos pol¨ªticos: con hechos que demuestren la voluntad del Estado democr¨¢tico de aplicar la ley sin vacilaciones que creen espacios de impunidad y transmitan una idea de inseguridad en sus propias fuerzas. Eso parece una obviedad hoy, pero hasta hace poco se consideraba un punto de vista extremista. Sin embargo, Aznar no entiende que no es lo mismo que ese mensaje de firmeza del Estado de derecho -que tambi¨¦n va dirigido contra un Ibarretxe tentado de romper las reglas del juego- vaya avalado por el PSOE y al menos CiU, o s¨®lo por el PP, con independencia de que cuente con mayor¨ªa absoluta. Porque las mayor¨ªas cambian y ese mensaje ser¨¢ m¨¢s contundente si hay garant¨ªas de que una eventual alternancia en el Ejecutivo no modificar¨¢ la pol¨ªtica antiterrorista.
El cumplimiento ¨ªntegro de las penas form¨® parte del programa del PP de 1996, pero desapareci¨® en el de 2000. Seguramente porque tambi¨¦n hab¨ªa desaparecido la pol¨ªtica de reinserci¨®n colectiva que hab¨ªa servido para facilitar la disoluci¨®n de ETA (p-m) y que se quiso trasladar, sin ¨¦xito, a la ETA sobreviviente. Pero a¨²n as¨ª, el Gobierno del PP mantuvo pol¨ªticas de reinserci¨®n individual, en cuyo nombre ha seguido justific¨¢ndose, por ejemplo, la dispersi¨®n de presos. Y no desde?¨® algunas operaciones destinadas a desmontar la ret¨®rica victimista de ETA. En 1999 lanz¨® una campa?a, v¨ªa embajadas en Latinoam¨¦rica, para que regresasen m¨¢s de 300 refugiados sin causas penales abiertas. Era ETA quien se opon¨ªa al grito de "todos o ninguno".
La principal medida antiterrorista sigue siendo la detenci¨®n y entrega a la justicia de los comandos, pero casi tan importante como eso es interrumpir el mecanismo de reproducci¨®n generacional de ETA, garantizado hasta ahora a trav¨¦s de la lucha callejera y dem¨¢s medios de socializaci¨®n de la juventud en el nacionalismo violento. El a?o reci¨¦n ido ha sido el de menor n¨²mero de atentados (33) y de v¨ªctimas (5) de las ¨²ltimas d¨¦cadas -fuera del periodo de tregua- y el de un mayor n¨²mero de personas detenidas y encarceladas o procesadas por vinculaci¨®n a ETA (140). Pero tambi¨¦n el a?o de mayor retroceso de los ataques de violencia callejera (193, frente a 415 del a?o anterior). Siendo lo m¨¢s significativo que en el primer trimestre se registraran 72 actos de kale borroka, 62 en el segundo, 49 en el tercero y 9 en el cuarto, tras la suspensi¨®n cautelar de Batasuna. Los negros augurios episcopales de que esa suspensi¨®n, camino de la ilegalizaci¨®n, incendiar¨ªa Euskadi, no se han cumplido, gracias a Dios.
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