El 'corredor' de Illinois
En una decisi¨®n in extremis antes de dejar hoy de ser gobernador de Illinois, George Ryan ha conmutado por cadena perpetua las penas capitales de los 157 reclusos condenados a perder la vida en su Estado y ha vaciado los corredores de la muerte de esas c¨¢rceles. A pesar del clima de defensa a ultranza de la seguridad tras el 11-S, el valiente paso dado por Ryan pesar¨¢ sobre el debate en EE UU para abolir la pena de muerte, vigente en 38 de los 50 Estados de la Uni¨®n y a nivel federal. Ryan, cuya condici¨®n de republicano da a¨²n mayor realce a su acto de clemencia, ya impuso en 2000 una moratoria sobre las ejecuciones en Illinois, ejemplo s¨®lo seguido por Maryland, aunque el nuevo gobernador de este ¨²ltimo Estado ha anunciado que las reintroducir¨¢ tras estudiar cada caso.
Ryan, que tambi¨¦n puso en libertad a tres reos injustamente condenados a muerte, ha basado su decisi¨®n en diversos estudios, entre ellos uno de la Universidad local de Norwestern y otro de la Universidad de Maryland. Este ¨²ltimo conclu¨ªa que la fiscal¨ªa es m¨¢s propensa a solicitar la pena capital cuando los acusados son negros. De los 71 ejecutados en EE UU en 2002, 53 eran blancos y 18 negros, pero de los condenados en 2001 a la pena capital 2.000 eran blancos y m¨¢s de 1.500 negros, lo que no guarda proporci¨®n alguna con la composici¨®n de la poblaci¨®n. Pero si Ryan ha dado este paso no es por desacuerdo con el principio de la pena capital, sino por desconfianza hacia un sistema judicial "perturbado por el fantasma del error judicial". Varios de los condenados lo fueron por confesiones extra¨ªdas bajo tortura policial o con ocultaci¨®n de pruebas por la acusaci¨®n, lo que echa una sombra de dudas sobre la justicia en EE UU.
La pena de muerte es altamente inmoral, y, en caso de error judicial, no tiene soluci¨®n. Su desaparici¨®n en Europa es un cuesti¨®n de valores b¨¢sicos, y separa las dos orillas del Atl¨¢ntico con consecuencias pr¨¢cticas en la cooperaci¨®n judicial. En EE UU, tras su reintroducci¨®n en 1976, se ha convertido en el extremo de una endurecida pol¨ªtica penal que no ha tenido efectos significativos sobre el nivel de criminalidad. Al contrario, la criminalidad, tras unos a?os de reducci¨®n, ha vuelto a subir.
La pena de muerte, aunque ha perdido partidarios, cuenta con el apoyo mayoritario de un 70% de la poblaci¨®n. Clinton y Gore rechazaron una moratoria general y ning¨²n candidato pol¨ªtico de peso se atreve a proponer su abolici¨®n. En Tejas, el Estado con m¨¢s ejecuciones -un 46% de las de 2002-, su anterior gobernador, el actual presidente, George W. Bush, acept¨® sin inmutarse 152 entre 1995 y 2000, y evit¨® la aprobaci¨®n de leyes para que la pena capital no se aplicase a los menores y a los retrasados mentales. Pero lo ocurrido en Illinois abre la esperanza de que se genere una din¨¢mica que lleve a suspender las ejecuciones en todo el pa¨ªs y, eventualmente, a suprimir este aberrante castigo.
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