Brecha transatl¨¢ntica
La perspectiva de guerra contra Irak est¨¢ ensanchando la brecha entre las dos orillas del Atl¨¢ntico. En el momento en que es m¨¢s importante que EE UU y Europa se entiendan, se hace patente la disparidad. Ayer mismo, Blair tuvo que hacer serios equilibrios para contentar a la vez a su opini¨®n p¨²blica y al aliado estadounidense: pidi¨® tiempo para que los inspectores puedan hacer su trabajo y advirti¨® a Sadam Husein de que ser¨¢ atacado si no se desarma, incluso sin nueva resoluci¨®n del Consejo de Seguridad en caso de bloqueo del m¨¢ximo ¨®rgano de Naciones Unidas.
Un grave problema para la buena salud de estas relaciones esenciales es la inexistencia de una posici¨®n propiamente europea sobre la crisis de Irak, carencia que se agrava cuando en estos momentos fat¨ªdicos coinciden en el Consejo de Seguridad tres grandes europeos (Francia, Reino Unido y Alemania) y Espa?a. Pero la advertencia del propio Javier Solana, alto representante para la Pol¨ªtica Exterior de la UE y ex secretario general de la OTAN, de que "las diferencias de percepci¨®n y capacidad contienen la semilla de una posible ruptura transatl¨¢ntica", no deben caer en saco roto, sino provocar un sano debate.
A ra¨ªz del 11-S, Europa se volc¨® en una ola de solidaridad hacia EE UU. Pero en el a?o largo transcurrido desde entonces la Administraci¨®n de Bush ha echado a perder ese capital de simpat¨ªa al forzar una crisis o una guerra contra Irak que poco o nada tiene que ver con el terrorismo de Al Qaeda; por el lenguaje y la levedad de Bush, m¨¢s propios de las pel¨ªculas del Oeste que del presidente de la mayor potencia planetaria, y, sobre todo, por no apostar abiertamente por el multilateralismo.
Esta tensi¨®n deriva de experiencias hist¨®ricas y visiones de futuro diferentes. No es tanto una cuesti¨®n de uso de la fuerza cuanto de multilateralismo, que est¨¢ en la esencia de la construcci¨®n europea. Vulnerables desde hace a?os a la experiencia terrorista, los europeos tienen una sensibilidad distinta respecto a las amenazas. Quieren que la UE sea una potencia, pero no a costa de aumentar el gasto militar para lograrlo. EE UU se equivoca si cree que puede por s¨ª solo gestionar este mundo complejo a trav¨¦s de un nuevo imperialismo. Lo que le falta a EE UU, como apunta M¨ªster Pesc, no es poder¨ªo, sino capacidad de liderazgo, de compartir las decisiones, de convencer en vez de imponer.
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