Comandante R¨ªos, un ex maquis pacifista
Con 77 a?os y tras nueve de lucha, Jos¨¦ Murillo est¨¢ convencido de que las armas s¨®lo le convienen al capital
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Jos¨¦ Murillo se ech¨® al monte con 17 a?os para esquivar su destino. Como ocurre en la pel¨ªcula Amanece que no es poco, de Jos¨¦ Luis Cuerda, en su pueblo, El Viso de los Pedroches (C¨®rdoba), cuando termin¨® la Guerra Civil se repartieron los papeles y a su familia le toc¨® una temible papeleta: rojos. En todos sitios se buscaron chivos expiatorios y cada municipio ten¨ªa que tener su raci¨®n de vencidos para que los vencedores pudieran saborear el poder.
Su padre, un pastor con ideas socialistas que no militaba en ning¨²n partido, tuvo que marcharse tras sufrir el acoso de los falangistas del pueblo y ¨¦l le sigui¨® los pasos "para luchar por mi vida y no morir de rodillas". Este ex maquis tiene ahora 77 a?os y es uno de los supervivientes andaluces de los miles que lucharon contra el r¨¦gimen franquista. Jos¨¦ Moreno, cordob¨¦s de 79 a?os, y Miguel Padial, granadino de 81 a?os, tambi¨¦n formaron parte de la resistencia contra la dictadura, pero su fr¨¢gil salud les ha impedido acudir a Tocina (Sevilla) a una cita de la asociaci¨®n Archivo, Guerra y Exilio (AGE) de la que forman parte.
Jos¨¦ Murillo, conocido como comandante R¨ªos por su pericia para atravesar los cauces, ha participado en las Jornadas de investigaci¨®n y debate sobre represi¨®n, exilio y posguerra que, desde el pasado 8 de enero y hasta el 14 de febrero, se celebran en Tocina. La agrupaci¨®n local del PSOE de este pueblo sevillano de 10.000 habitantes se ha propuesto refrescar una memoria sobre la que siempre se ha echado tierra encima. "Espa?a tiene una deuda hist¨®rica con todos los que durante la posguerra arriesgaron sus vidas para luchar contra la dictadura. Nosotros nos hemos propuesto romper ese pacto de silencio que firmaron todos los partidos pol¨ªticos durante la transici¨®n", asegura Dolores Cabra, secretaria general de AGE, quien tambi¨¦n ha participado en las jornadas de Tocina. La asociaci¨®n, de la que forman parte Murillo y los tres compa?eros de guerrilla que le acompa?aron en la mesa redonda, tiene 648 socios en todo el pa¨ªs; de los cuales 40 son ex guerrilleros y 25 enlaces. El m¨¢s veterano es el c¨¢ntabro Felipe Matarranz, de 88 a?os.
Adem¨¢s de Jos¨¦ Murillo, han pasado por las jornadas Alfonso Guerra, presidente de la Fundaci¨®n Pablo Iglesias y ex vicepresidente del Gobierno; el historiador y escritor Francisco Espinosa; el presidente de la Asociaci¨®n para la Recuperaci¨®n de la Memoria Hist¨®rica Emilio Silva, y Dolores Cabra, entre otros. La escritora y periodista Dulce Chac¨®n estar¨¢ el 8 de febrero con su conferencia La voz dormida y el ciclo terminar¨¢, el 14 de febrero, con la intervenci¨®n del ex brigadista internacional Teo Franco.
Tras nueve a?os de lucha y 15 de encarcelamiento, el Comandante R¨ªos tiene una cosa muy clara: "Soy enemigo de las armas y de solucionar los problemas pegando tiros. Las armas s¨®lo le convienen al capital, que es el que vive de eso. Yo tengo una fe enorme en las nuevas generaciones. Los j¨®venes de ahora, que tienen cultura, deben conocer la historia de su pa¨ªs y de los 40 a?os de dictadura, que ha sido lo peor que hemos pasado", explica Jos¨¦ Murillo.
El comandante R¨ªos, que vive en Madrid desde que en 1963 sali¨® de la c¨¢rcel, particip¨® el pasado jueves en Tocina en una mesa redonda junto a otros tres maquis de Le¨®n, Extremadura y Levante.
Cuando sali¨® de su casa Jos¨¦ Murillo ten¨ªa 17 a?os y era un pastor casi analfabeto. Se vio obligado a seguir los pasos de su padre para escapar al destino que los falangistas de El Viso le hab¨ªan adjudicado: la tapia del cementerio. El ex guerrillero pas¨® nueve a?os al mando de un comando de seis hombres, hasta que lo detuvieron, luchando en Sierra Morena (C¨®rdoba) y en la provincia de Badajoz. Parad¨®jicamente, a este hombre, ateo confeso, le salv¨® de ser condenado a cadena perpetua la amnist¨ªa que dio el r¨¦gimen tras la muerte del papa Juan XXIII. "Yo hab¨ªa renunciado a tener una vida normal, sab¨ªa que no saldr¨ªa de la c¨¢rcel hasta que no se muriera Franco", comenta el guerrillero, que conserva una memoria prodigiosa. A Jos¨¦ la libertad le cogi¨® por sorpresa, despu¨¦s de torturas en la c¨¢rcel y de dos consejos de guerra en los que se libr¨® de la pena de muerte porque el fiscal no pudo probar ning¨²n delito de sangre.
"Cuando me ech¨¦ al monte yo no ten¨ªa ni idea de pol¨ªtica. Lo hice porque la vida de mi padre estaba en peligro y no quise abandonarlo. Yo era el mayor de seis hermanos y todos le aconsejaron que huyera y me llevara con ¨¦l porque, de lo contrario, los falangistas se vengar¨ªan conmigo", afirma.
Entre sus muchos recuerdos no faltan algunos bonitos, como la solidaridad que recibi¨® al salir de la c¨¢rcel cuando no encontraba trabajo. "Nunca me falt¨® un plato de comida y una cama en casa de gente que yo no conoc¨ªa, de obreros". Los contactos se los proporcionaba el padre Llanos, el famoso cura del Pozo del T¨ªo Raimundo. Pero de aquellos a?os de clandestinidad le queda tambi¨¦n algo m¨¢s tangible: cinco balas en el hombro derecho, fruto de sus misiones en las que localizaban polvorines, serv¨ªan de enlaces o organizaban secuestros para obtener dinero. "Antes cuando estaba en prisi¨®n me molestaban mucho para hacer los ejercicios obligatorios, pero ellos no quisieron extra¨¦rmelas. Ahora soy yo el que no quiero que me las saquen", dice Jos¨¦ Murillo, un hombre que se encontr¨® con un destino.
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