Las cajas de ahorros y el poder financiero de Catalu?a
El modelo de cajas de ahorros de Catalu?a ha funcionado francamente bien, seg¨²n todas las opiniones, a lo largo de estos a?os. Las cajas constituyen la columna vertebral del sistema financiero catal¨¢n, absorben el 70% de nuestro ahorro, est¨¢n enraizadas en el territorio y desempe?an un papel protagonista en muchos campos. Bajo este modelo han encontrado su encaje proyectos diversos. Las 10 cajas de ahorros catalanas son muy distintas entre s¨ª. Algunas tienen una clara vocaci¨®n territorial y su ¨¦xito est¨¢ estrechamente unido a su vinculaci¨®n al territorio, con el que existen externalidades mutuas. Otras, las dos grandes, son entidades de primera fila, con un importante volumen de activos y destacadas participaciones industriales. Una menci¨®n aparte merece La Caixa. Por primera vez en mucho tiempo, en Catalu?a existe una entidad financiera que juega en primera divisi¨®n, que ocupa el tercer lugar en Espa?a y ha sabido crear un grupo de participaciones industriales de primera magnitud, algunas en sectores estrat¨¦gicos para el futuro de nuestra econom¨ªa, como las infraestructuras y la energ¨ªa. Es una instituci¨®n que adem¨¢s, cuando los dos grandes bancos no atraviesan su mejor momento, lo tiene todo a favor para consolidar una posici¨®n muy destacada en el panorama financiero espa?ol.
Es evidente que no todo es de color de rosa. El modelo de cajas de ahorros tiene algunas debilidades notables. Primero porque, al no ser sociedades por acciones, no pueden acudir al mercado de capitales para obtener recursos propios como hacen otras instituciones. Despu¨¦s porque, al no tener unos propietarios claros, ni la configuraci¨®n ni el funcionamiento (ni los procedimientos de rendici¨®n de cuentas) de los ¨®rganos de gobierno est¨¢n satisfactoriamente resueltos, debilidad que es tanto m¨¢s patente cuando vemos que incluso las empresas que cotizan en Bolsa tienen mucho que mejorar en este sentido. Es, pues, preciso realizar reformas, porque es un modelo fr¨¢gil al que acechan los riesgos de la privatizaci¨®n y de la politizaci¨®n excesiva, sin caer en el descontrol de la direcci¨®n general, que es un peligro real, como se ha demostrado en algunos casos notables. Hasta ahora en Catalu?a se han sabido ahuyentar razonablemente bien estos riesgos, aunque ello no significa que no haya que hacer reformas. Pero con tiento y prudencia, conscientes de que cualquier paso en falso puede ser perjudicial; preservando siempre con un cuidado exquisito este bien b¨¢sico que es la estabilidad cuando de instituciones financieras se trata, y teniendo muy claro cu¨¢les son los objetivos desde el punto de vista del inter¨¦s del pa¨ªs: potenciar la existencia de instituciones financieras de indiscutible solvencia con el centro de decisi¨®n en Catalu?a y asegurar su autonom¨ªa e independencia.
Desgraciadamente, no ha sido ¨¦ste el esp¨ªritu que ha prevalecido en los ¨²ltimos meses, a lo largo de los cuales hemos asistido a un lamentable espect¨¢culo de intervencionismo, arbitrismo y partidismo que deber¨ªa sonrojar a quienes lo han realizado y a¨²n m¨¢s a quienes han escrito el gui¨®n. Y ello vale tanto para los cambios introducidos por la Ley Financiera estatal, respecto a la duraci¨®n y el n¨²mero de mandatos y la limitaci¨®n de edad para acceder a los ¨®rganos de gobierno (por cierto, seg¨²n informaciones no desmentidas, inspirados y alentados por el Gobierno de la Generalitat), como para las modificaciones en la normativa catalana, entre otras el l¨ªmite de 20 a?os para estar en los ¨®rganos de gobierno, acumulando el tiempo transcurrido en distintas entidades e incluso en el cargo de director general.
Todo ello ha tenido dos grandes v¨ªctimas: primero, la autonom¨ªa de Catalu?a, puesto que una ley estatal ha entrado en la regulaci¨®n de cuestiones que debe decidir el Parlament, que tiene competencia exclusiva en la materia, y segundo, la independencia y autonom¨ªa de las propias entidades, ya que se han regulado aspectos que deben ser establecidos por sus estatutos. Y lo m¨¢s lamentable han sido los intentos apenas disimulados del poder pol¨ªtico de intervenir en una decisi¨®n, como la de decidir qui¨¦nes deben ocupar los puestos de gobierno, que compete exclusivamente a las propias entidades. Y para no extendernos en detalles, s¨®lo hay que recordar el bochornoso espect¨¢culo, impropio de un pa¨ªs m¨ªnimamente serio, que realiz¨® el conseller en cap de la Generalitat cotilleando en una cena privada sobre qui¨¦n deb¨ªa ser el futuro presidente de una entidad privada como es La Caixa.
Parecen claras las motivaciones partidistas que hay detr¨¢s de todo ello. El PP trata de tener una incidencia, que hasta ahora ha sido escasa, en la tercera gran entidad financiera espa?ola. Y tampoco le importar¨ªa demasiado si una lucha sucesoria condujera a debilitarla. Y CiU se prepara para la traves¨ªa del desierto intentando extender tanto como puede sus zonas de influencia ahora que todav¨ªa dispone de los resortes del poder. En cualquier caso, todo esto es muy negativo e irresponsable porque, como antes se se?alaba, estamos hablando de un tema sensible, en el que cualquier signo de inestabilidad puede ser perjudicial. Y algunos aprendices de brujo deber¨ªan saber ya que tanto la gran banca privada como el poder pol¨ªtico central aprovechar¨¢n cualquier oportunidad para debilitar nuestro sistema financiero.
La historia de Catalu?a con las instituciones financieras ha sido en el pasado desafortunada. A ello ha contribuido, muy en primer t¨¦rmino, el poder pol¨ªtico financiero espa?ol, que siempre ha visto con hostilidad que Catalu?a tuviera grandes instituciones financieras. F. Cabana ha explicado cosas importantes al respecto. Pero tambi¨¦n han ayudado los errores propios, la incapacidad para hacer prevalecer proyectos colectivos por encima de las posiciones particulares de poder. No dejar¨ªa de ser una iron¨ªa del destino que ahora que, con las cajas de ahorros, ha resurgido un cierto poder financiero catal¨¢n, precisamente Jordi Pujol terminara su larga etapa de presidente permitiendo, por ego¨ªstas intereses partidistas, que se perjudicara gravemente a nuestras instituciones financieras.
Antoni Castells es catedr¨¢tico de Hacienda P¨²blica.
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