Un profesor de espa?ol propone un sistema f¨¢cil para aprender los acentos
Divide las palabras en s¨®lo dos grupos y se basa en las tendencias naturales del habla
Imagine que es usted un estudiante novato de espa?ol y est¨¢ conduciendo por la provincia de Granada. A su derecha, un cartel le informa de que LACHAR est¨¢ a 20 kil¨®metros. ?Deber¨ªa llevar tilde el nombre de ese pueblo? No hay forma de saberlo, puesto que la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico padece una bien conocida alergia a las tildes, y no la hubiera puesto en ning¨²n caso. Lo ¨²nico que puede hacer usted es parar en una gasolinera y pedir al empleado que pronuncie el nombre. El experimento le revela que la fuerza pros¨®dica recae en la primera s¨ªlaba. Ahora s¨ª: ?Debe llevar tilde?
Seg¨²n el m¨¦todo convencional, el que todos los castellanohablantes hemos estudiado en la escuela, usted debe preguntarse en primer lugar si la palabra es aguda, grave, esdr¨²jula o sobresdr¨²jula. Es grave, seg¨²n le revel¨® el gasolinero. A continuaci¨®n, debe averiguar si acaba o no en vocal, n o s. No acaba en nada de eso. Por tanto, debe llevar tilde: L¨¢char.
El profesor Roberto Veciana le propone la siguiente alternativa. S¨®lo hay dos tipos de palabras en espa?ol:
1. Las que acaban en vocal, n o s, cuya tendencia natural es ser graves.
2. Las que acaban en cualquier otra letra, cuya tendencia natural es ser agudas.
S¨®lo llevan tilde las palabras que violan su tendencia natural. Y, por supuesto, la tilde va all¨ª donde manda el o¨ªdo. Eso es todo.
En el caso de la gasolinera, usted, pese a ser un estudiante novato de espa?ol, ya sabe nada m¨¢s ver el cartel de carretera que LACHAR es del grupo 2, puesto que acaba en r. Por tanto deber¨ªa ser aguda. En cuanto escucha al gasolinero pronunciarla de otra forma, usted se da cuenta de que la palabra viola su tendencia natural, y la multa con una tilde por esa transgresi¨®n: L¨¢char.
El sistema que propone Veciana tiene evidentes ventajas sobre el actual. S¨®lo requiere clasificar las palabras en dos grupos y saber c¨®mo se pronuncian. El m¨¦todo convencional tambi¨¦n requiere saber c¨®mo se pronuncian (s¨®lo as¨ª puede el hablante averiguar si son agudas, graves, esdr¨²julas o sobresdr¨²julas), pero luego exige al estudiante clasificarlas en seis grupos: agudas acabadas en vocal, n o s (que llevan tilde); agudas acabadas en otra letra (que no llevan); graves acabadas en vocal, n o s (que no llevan); graves acabadas en otra letra (que s¨ª llevan); esdr¨²julas (que s¨ª) y sobresdr¨²julas (que tambi¨¦n). Escalofr¨ªos dan de recordar aquellas ma?anas en la escuela.
Puede que usted est¨¦ pensando: ?y qu¨¦ pasa con las esdr¨²julas y sobresdr¨²julas en el sistema de Veciana? Pues no pasa nada. Estas palabras pueden acabar en cualquier letra, y por tanto pertenecer al grupo 1 o 2 indistintamente, pero da igual: no siguen ninguna de las dos tendencias naturales (pues no son ni agudas ni graves), y en consecuencia deben llevar tilde all¨ª donde mande el o¨ªdo.
Queda otro problema: los diptongos. La Academia manda tildarlos cuando la pronunciaci¨®n los descompone en dos s¨ªlabas (hac¨ªa en vez de hacia). Veciana hace lo mismo, pero le imprime el siguiente ¨¢ngulo: la tendencia natural de esos pares voc¨¢licos es formar una sola s¨ªlaba (hacia), as¨ª que cuando se pronuncian como dos (hac¨ªa) infringen la tendencia y se ganan la multa de la tilde. "Toda tilde es una infracci¨®n", dice Veciana.
Roberto Veciana naci¨® en El Salvador en 1936, estudi¨® en Espa?a Ciencias Pol¨ªticas -"un error", dice ¨¦l-, se fue al Reino Unido, se cas¨® con una inglesa tres d¨ªas despu¨¦s de desembarcar y se pas¨® 25 a?os dando clase de espa?ol en la Universidad de Portsmouth. Se jubil¨® pronto, en 1991, y a sus 66 a?os est¨¢ colaborando con el catedr¨¢tico de Filolog¨ªa Tom¨¢s Labrador, de la Universidad de Cantabria, en unos cuantos proyectos sobre la ense?anza del espa?ol. El de la acentuaci¨®n es uno de ellos, y ser¨¢ editado por esa universidad en forma de manual en los pr¨®ximos meses.
"El sistema que propongo se ha usado en Europa desde hace siglos, en la ense?anza del espa?ol para extranjeros", explica Veciana. "Para el lego en cuestiones ling¨¹¨ªsticas -es decir, para la mayor¨ªa de los usuarios- este sistema ofrece la excepcional ventaja de prescindir de toda terminolog¨ªa gramatical y de toda clasificaci¨®n previa de las palabras para determinar si van acentuadas o no. S¨¦ por experiencia que se puede ense?ar, literalmente, en un par de minutos".
Veciana no comprende que este m¨¦todo simple y f¨¢cil, muy extendido en la ense?anza del espa?ol como segunda lengua, no se utilice en las escuelas de los pa¨ªses hispanohablantes. "?Por qu¨¦ los gram¨¢ticos hispanistas adoptaron en sus pa¨ªses este planteamiento sencillo desde el primer momento, y la Academia Espa?ola no lo ha hecho despu¨¦s de 289 a?os de existencia? La adopci¨®n de este sistema por la Academia deber¨ªa beneficiar a los estudiantes tambi¨¦n en Espa?a: el aprendizaje se simplificar¨ªa, y el dominio de la acentuaci¨®n gr¨¢fica se fomentar¨ªa".
Un estudio publicado en junio de 2000 por el especialista Jes¨²s Mesanza concluy¨® que dos de cada tres fallos ortogr¨¢ficos cometidos por los estudiantes espa?oles eran de acentuaci¨®n. Ser¨ªa notable que el sistema de Roberto Veciana pudiera aliviar parte de ese lastre. Quedar¨ªan a¨²n las bes y las uves, pero ya se le ocurrir¨¢ algo.
Ahora el subjuntivo
Los acentos no son, ni mucho menos, los ¨²nicos problemas graves que abruman a los estudiantes de espa?ol. La mara?a de personas, tiempos y modos que exhiben los verbos en castellano (y otras lenguas romances) constituye una verdadera pesadilla incluso para los estudiantes muy avanzados, y, m¨¢s en particular, el uso del subjuntivo sigue unas reglas tan complejas, cuando no caprichosas, que lo m¨¢s frecuente es que el aspirante renuncie a dominarlas y acabe hablando como los indios de las pel¨ªculas (dobladas). Roberto Veciana est¨¢ preparando un ataque sistem¨¢tico a este problema, tambi¨¦n en colaboraci¨®n con la Universidad de Cantabria. Pero es consciente de la dificultad del proyecto."Durante muchos a?os, mientras trabajaba en Portsmouth, empec¨¦ a desarrollar un sistema para la ense?anza del subjuntivo", explica Veciana. "La idea es clasificar todas todas las estructuras gramaticales que requieren ir seguidas de un verbo en subjuntivo".Seg¨²n Veciana, los 4.000 verbos se agrupan en 16 clases seg¨²n los casos en que deben ir o no seguidos de otro verbo en subjuntivo. Los hay, como querer, que siempre van seguidos de subjuntivo ("quiero que vengas"). Otros, como sospechar, van seguidos de indicativo en el 85% de los casos ("sospecho que viene"), pero a veces admiten el subjuntivo ("sospecho que no sea ¨¦l").El verbo desear suele adscribirse a la misma clase que querer, pero no siempre se comporta igual que ¨¦l. Los dos verbos parecen funcionar igual en ejemplos como "deseo que seas feliz", "quiero que seas feliz". Pero si se cambia el tiempo del segundo verbo, el parecido se disipa. Decimos "deseo que hayas sido feliz", pero ?dir¨ªamos "quiero que hayas sido feliz"? ?Hasta qu¨¦ punto siguen los mismos mecanismos mentales los verbos querer y desear?El segundo cap¨ªtulo de esta exploraci¨®n no se refiere a los verbos, sino a los nexos no verbales que requieren ir seguidos de un verbo en subjuntivo. Nuevamente, hay nexos que siempre piden subjuntivo (para que te enteres, para que vengas) y otros que lo mismo pueden llevar un indicativo que un subjuntivo (aunque soy abogado, aunque sea abogado). El objetivo de Veciana es conseguir un sistema simple para ense?ar el subjuntivo. Que haya suerte.
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