Confesiones de un terrorista
Estados Unidos ha entrado en uno de sus periodos de locura hist¨®rica, pero ¨¦ste es el peor de cuantos recuerdo: peor que el macartismo, peor que la bah¨ªa de Cochinos y, a largo plazo, potencialmente m¨¢s desastroso que la guerra de Vietnam. La reacci¨®n al 11-S ha ido m¨¢s all¨¢ de lo que Osama hubiera esperado en sus sue?os m¨¢s siniestros. Como en la ¨¦poca de McCarthy, los derechos y libertades nacionales, que han hecho de EE UU la envidia del mundo, est¨¢n siendo erosionados de forma sistem¨¢tica.
La persecuci¨®n de residentes extranjeros en EE UU sigue a buen ritmo. Personas "no permanentes" de sexo masculino y origen norcoreano o de Oriente Pr¨®ximo desaparecen en c¨¢rceles secretas tras acusaciones secretas por la palabra secreta de los jueces. Palestinos que residen en Estados Unidos, a quienes antes se consideraba ciudadanos sin Estado, y por tanto no deportables, est¨¢n siendo entregados a Israel para ser "reasentados" en Gaza y en Cisjordania, lugares que quiz¨¢ no hayan pisado jam¨¢s.
Los que no est¨¢n con el se?or Bush est¨¢n contra ¨¦l o, lo que es peor, est¨¢n 'con el enemigo'
La opini¨®n p¨²blica no s¨®lo est¨¢ siendo enga?ada. Est¨¢ siendo amenazada y acosada
El tufo a santurroner¨ªa religiosa que hay en EE UU recuerda al peor Imperio Brit¨¢nico
?Estamos jugando al mismo juego aqu¨ª en Gran Breta?a? Supongo que s¨ª. Dentro de 30 a?os dejar¨¢n que lo sepamos. La combinaci¨®n de la complicidad de los medios de comunicaci¨®n estadounidenses con los intereses creados de las grandes empresas asegura una vez m¨¢s que un debate que debiera estarse oyendo en las plazas de todos los pueblos se reduce a los art¨ªculos m¨¢s sesudos de la prensa de la Costa Oeste de EE UU: "Ver columna A de la p¨¢gina 27, si es usted capaz de encontrarla en el peri¨®dico, y de entenderla".
Ning¨²n Gobierno norteamericano ha mantenido nunca sus cartas tan pegadas al pecho. Si los servicios de inteligencia no saben nada, ¨¦se ser¨¢ el secreto mejor guardado de todos. Recuerden que se trata de las mismas organizaciones que nos mostraron el mayor fracaso en la historia de la inteligencia: el 11-S. Esta guerra inminente estaba planeada a?os antes de que atacara Osama Bin Laden, pero fue Osama quien la hizo posible. Sin Osama, la junta de Bush seguir¨ªa intentando explicar asuntos tan peliagudos como la forma en que logr¨® salir elegida; Enron; sus desvergonzados favores a quienes son ya demasiado ricos; su desprecio irresponsable por los pobres del mundo, por la ecolog¨ªa, y por un sinn¨²mero de tratados internacionales derogados unilateralmente. Quiz¨¢ tambi¨¦n tendr¨ªan que explicarnos por qu¨¦ apoyan a Israel en su desprecio continuado por las resoluciones de la ONU.
Pero, oportunamente, Osama barri¨® todo eso bajo la alfombra. Los Bush cabalgan de nuevo. Se dice que el 88% de los norteamericanos quiere la guerra. El presupuesto de Defensa de EE UU ha aumentado en 60.000 millones de d¨®lares, hasta alcanzar alrededor de los 360.000 millones de d¨®lares. De las f¨¢bricas est¨¢ saliendo una espl¨¦ndida nueva generaci¨®n de armas nucleares americanas, preparadas para responder igualmente a las armas nucleares, qu¨ªmicas y biol¨®gicas en manos de Estados irresponsables. As¨ª que todos podemos respirar tranquilos.
Y EE UU no s¨®lo decide unilateralmente qui¨¦n puede y qui¨¦n no puede poseer estas armas. Tambi¨¦n se reserva el derecho unilateral de utilizar sin escr¨²pulos sus propias armas nucleares cuando quiera y donde quiera siempre que considere amenazados sus intereses, los de sus amigos o sus aliados. ?Qui¨¦nes exactamente van a ser estos amigos y aliados en los pr¨®ximos a?os? Ser¨¢, como siempre en pol¨ªtica, algo parecido a un acertijo. Uno se hace buenos amigos y aliados, as¨ª que los arma hasta los dientes. Entonces un d¨ªa ya no son ni amigos ni aliados, as¨ª que se les manda una bomba nuclear.
Merece la pena recordar aqu¨ª cu¨¢ntas horas de profunda reflexi¨®n emple¨® el Gabinete de EE UU en decidir si deb¨ªa atacar Afganist¨¢n con armas nucleares en los d¨ªas siguientes al 11-S. Afortunadamente para todos nosotros, pero particularmente para los afganos, cuya complicidad en el 11-S fue mucho menor que la de Pakist¨¢n, decidieron arregl¨¢rselas con s¨®lo 25.000 toneladas de las llamadas cortamargaritas convencionales, que, seg¨²n todos los testimonios, producen, en cualquier caso, tanta destrucci¨®n como una bomba nuclear peque?a. Pero la pr¨®xima vez ser¨¢ de verdad.
Un asunto mucho menos claro es cu¨¢l es exactamente la guerra que el 88% de los norteamericanos piensa que est¨¢ apoyando. ?Una guerra que durar¨¢ cu¨¢nto, por favor? ?A qu¨¦ precio en vidas de estadounidenses? ?A qu¨¦ precio para el bolsillo del contribuyente norteamericano? ?A qu¨¦ precio (porque la mayor parte de este 88% son gente profundamente decente y humanitaria) en vidas de iraqu¨ªes? Ahora ya probablemente sea un secreto de Estado, pero la Tormenta del Desierto cost¨® a Irak al menos el doble de las vidas que perdi¨® EE UU en toda la guerra de Vietnam.
El modo en que Bush y su junta consiguieron desviar la ira de EE UU contra Osama Bin Laden hacia Sadam Husein es uno de los grandes trucos de prestidigitaci¨®n en relaciones p¨²blicas de la historia. Pero les sali¨® bien. Una encuesta reciente dice que uno de cada dos estadounidenses cree ahora que Sadam fue responsable del ataque al World Trade Center.
Pero la opini¨®n p¨²blica norteamericana no s¨®lo est¨¢ siendo enga?ada. Est¨¢ siendo amenazada, acosada, reprendida y mantenida en un permanente estado de ignorancia y de miedo y, consecuentemente, de dependencia de sus l¨ªderes. Esta neurosis cuidadosamente orquestada deber¨ªa, con un poco de suerte, llevar c¨®modamente a Bush y a sus compa?eros de conspiraci¨®n hasta las siguientes elecciones. Los que no est¨¢n con el se?or Bush est¨¢n contra ¨¦l. O, lo que es peor (ver su discurso del 3 de enero), est¨¢n con el enemigo. Cosa rara, porque yo estoy completamente en contra de Bush, pero me encantar¨ªa ver la ca¨ªda de Sadam -s¨®lo que no seg¨²n los t¨¦rminos de Bush y no seg¨²n sus m¨¦todos-. Y tampoco bajo una bandera de tan escandalosa hipocres¨ªa. Un colonialismo de EE UU al viejo estilo est¨¢ a punto de extender sus alas de hierro sobre todos nosotros. Hay ahora m¨¢s americanos impasibles infiltr¨¢ndose en pueblos que nada sospechan de los que hab¨ªa en el momento m¨¢s tenso de la guerra fr¨ªa. La gazmo?er¨ªa religiosa con la que van a enviar a las tropas estadounidenses al frente quiz¨¢ sea el aspecto m¨¢s nauseabundo de esta surrealista guerra que se acerca. Bush tiene a Dios agarrado por el cuello.
Y Dios tiene opiniones pol¨ªticas muy particulares.
Dios eligi¨® a EE UU para salvar al mundo de la manera que m¨¢s convenga a EE UU.
Dios eligi¨® a Israel como nexo de la pol¨ªtica norteamericana en Oriente Pr¨®ximo. Y quien quiera poner en duda esta idea: a) es un antisemita, b) es un antiamericano, c) est¨¢ con el enemigo y d) es un terrorista.
Dios tambi¨¦n tiene conexiones aterradoras. En EE UU, donde todos los hombres son iguales a sus ojos, aunque no a los ojos de los dem¨¢s, la familia Bush contiene un presidente, un ex presidente, un ex jefe de la CIA, el gobernador de Florida y el ex gobernador de Tejas. Bush senior tiene algunas buenas guerras en su haber, y una reputaci¨®n bien merecida por saber mostrar la ira de EE UU a los Estados clientes que desobedecen. Una de las guerritas que mont¨® fue contra su viejo amigo de la CIA Manuel Noriega, de Panam¨¢, que le sirvi¨® bien en la guerra fr¨ªa, pero que luego se creci¨® cuando ¨¦sta hubo terminado. No se ve a menudo un poder tan desnudo como ¨¦ste, y los americanos lo saben.
?Quieren m¨¢s datos?
George W. Bush. 1978-84: alto ejecutivo de Arbusto-Bush Exploration, una compa?¨ªa de petr¨®leo; 1986-1990: alto ejecutivo de la compa?¨ªa de petr¨®leo Harken.
Dick Cheney. 1995-2000: presidente ejecutivo de la compa?¨ªa de petr¨®leo Halliburton.
Condolezza Rice. 1991-2000: alta ejecutiva de la compa?¨ªa de petr¨®leo Chevron, que bautiz¨® un petrolero con su nombre.
Y la lista sigue.
Sin embargo, ninguna de estas vinculaciones insignificantes afecta a la integridad del trabajo de Dios. Aqu¨ª estamos hablando de valores honestos. Y adem¨¢s sabemos a qu¨¦ colegio van tus hijos. En 1993, mientras el ex presidente George Bush hac¨ªa una visita de cortes¨ªa al siempre democr¨¢tico reino de Kuwait para que le dieran las gracias por liberar al pa¨ªs, alguien intent¨® matarlo. La CIA cree que ese "alguien" era Sadam. De ah¨ª que Bush junior exclamara: "Ese hombre intent¨® matar a mi pap¨¢". Pero esta guerra no es personal. Es necesaria. Se trata del trabajo de Dios. Se trata de llevar la libertad y la democracia al pueblo iraqu¨ª, pobre y oprimido.
Para ser aceptado como miembro del equipo de Bush parece que tambi¨¦n hay que creer en el Bien Absoluto y en el Mal Absoluto, y Bush, con un mont¨®n de ayuda de sus amigos, de su familia y de Dios, est¨¢ ah¨ª para ayudarnos a distinguir lo uno de lo otro. Creo que quiz¨¢ yo sea Malo por escribir esto, pero tendr¨¦ que averiguarlo.
Lo que Bush no nos dir¨¢ es la verdad acerca de por qu¨¦ vamos a la guerra. Lo que est¨¢ en juego no es un eje del mal, sino petr¨®leo, dinero y las vidas de la gente. La tragedia de Sadam es estar sentado sobre el segundo yacimiento de petr¨®leo m¨¢s grande del mundo. La de su vecino Ir¨¢n es poseer las reservas de gas natural m¨¢s grandes del mundo. Bush quiere ambas, y quien le ayude a conseguirlas recibir¨¢ una parte del pastel. Y quien no le ayude, no la recibir¨¢.
Si Sadam no tuviera petr¨®leo, podr¨ªa torturar y asesinar a placer a sus ciudadanos. Otros l¨ªderes lo hacen todos los d¨ªas -pensemos en Turqu¨ªa, en Siria, Egipto, Pakist¨¢n, pero ¨¦stos son nuestros amigos y aliados-. Sospecho que en realidad Bagdad no representa ning¨²n peligro cercano y real para sus vecinos, y tampoco para EE UU o Gran Breta?a. Las armas de destrucci¨®n masiva de Sadam, si es que todav¨ªa las tiene, ser¨¢n menudencias comparadas con lo que Israel o EE UU podr¨ªan desplegar contra ¨¦l en cinco minutos. Lo que est¨¢ en juego no es una amenaza militar o terrorista inminente, sino el imperativo econ¨®mico del crecimiento estadounidense. Lo que est¨¢ en juego es la necesidad de EE UU de demostrar su enorme poder militar a Europa y a Rusia y a China y a la pobrecita loca de Corea del Norte, as¨ª como a Oriente Pr¨®ximo; mostrar qui¨¦n manda dentro de EE UU y qui¨¦n debe someterse a EE UU en el exterior.
La interpretaci¨®n m¨¢s comprensiva del papel de Tony Blair en todo esto es que ¨¦l cre¨ªa que si montaba el tigre ser¨ªa capaz de dirigirlo. Pero no puede. En vez de eso, lo que hizo fue otorgarle una falsa legitimidad, y una voz suave. Me temo que ahora ese mismo tigre le ha acorralado en una esquina de la que no puede escapar. Ir¨®nicamente, tal vez el propio George W. sienta algo muy parecido.
En la Gran Breta?a del Partido ?nico, Blair fue elegido l¨ªder supremo con una participaci¨®n baj¨ªsima, de alrededor de un cuarto del electorado. En caso de darse la misma apat¨ªa p¨²blica y los lamentables resultados de los partidos de la oposici¨®n en las pr¨®ximas elecciones, Blair o sus sucesores lograr¨¢n un poder absoluto similar con una proporci¨®n incluso m¨¢s peque?a de los votos. Resulta absolutamente risible que, en un momento en el que sus propias palabras han puesto a Blair contra las cuerdas, ninguno de los l¨ªderes de la oposici¨®n brit¨¢nicos sean capaces de toserle. Pero ¨¦sa es la tragedia brit¨¢nica, la misma que la de EE UU: mientras nuestros Gobiernos manipulan, mienten y pierden su credibilidad, y las supuestas alternativas parlamentarias se limitan a hacer maniobras para no quedarse fuera de la foto, el electorado simplemente se encoge de hombros y mira hacia otro lado. Los pol¨ªticos nunca se creen lo poco que consiguen enga?arnos.
As¨ª que el tema en Gran Breta?a no es qu¨¦ partido pol¨ªtico formar¨¢ Gobierno despu¨¦s del desastre que se avecina, sino qui¨¦n estar¨¢ al volante. Lo mejor que podr¨ªa pasarle a Blair para sobrevivir personalmente ser¨ªa que, en la pen¨²ltima hora, la protesta mundial y unas Naciones Unidas improbablemente envalentonadas fuercen a Bush a volver a meterse la pistola en la funda sin haber disparado. ?Pero qu¨¦ pasa si el mayor vaquero del mundo cabalga de vuelta a casa sin la cabeza del tirano?
Lo peor que puede pasarle a Blair es que, con o sin Naciones Unidas, nos arrastre a una guerra que, de haber existido alguna vez la voluntad de negociar con energ¨ªa, podr¨ªa haberse evitado; una guerra sobre la que ha habido tan poco debate democr¨¢tico en Gran Breta?a como en EE UU. Al hacer esto, Blair habr¨¢ provocado una respuesta imprevisible, un gran desasosiego dom¨¦stico, y el caos en la regi¨®n de Oriente Pr¨®ximo. Habr¨¢ provocado un retroceso en nuestras relaciones con Oriente Pr¨®ximo que durar¨¢ varias d¨¦cadas. Bienvenidos al Partido de la ?tica en Pol¨ªtica Exterior. Existe un camino intermedio, pero es duro de seguir: Bush se lanza sin el apoyo de la ONU y Blair se queda en la orilla. Adi¨®s a la Relaci¨®n Especial.
El tufo a santurroner¨ªa religiosa que hay en el aire en EE UU recuerda a los peores momentos del Imperio Brit¨¢nico. El manto de lord Curzon no queda bien sobre los hombros de los columnistas conservadores de moda en Washington. A¨²n se me ponen los pelos m¨¢s de punta cuando escucho a mi primer ministro prestar sus obsequiosos sofismas de delegado de la clase a esta aventura claramente colonialista. Estamos en esta guerra, en caso de que suceda, para asegurar la hoja de parra de nuestra relaci¨®n especial con EE UU, para hacernos con nuestro trozo del pastel del petr¨®leo y porque, despu¨¦s de todos los apretones de mano p¨²blicos en Washington y en Camp David, Blair tiene que dar la cara en el altar.
-?Pero vamos a ganar, pap¨¢?
-Por supuesto que s¨ª, hijo. Y todo habr¨¢ terminado mientras todav¨ªa est¨¦s en la cama.
-?Por qu¨¦?
-Porque si no, los votantes del se?or Bush se van a poner muy impacientes, y podr¨ªan decidir no volver a votarle despu¨¦s de todo.
-?Y van a matar a gente, pap¨¢?
-A nadie que t¨² conozcas, cari?o. S¨®lo gente extranjera.
-?Puedo verlo por la tele?
-S¨®lo si el se?or Bush te da permiso.
-Y cuando todo termine, ?volver¨¢n las cosas a ser como antes? ?Nadie volver¨¢ a hacer cosas horribles nunca m¨¢s?
-Chsss, ni?o, a dormir.
El pasado viernes, un amigo m¨ªo estadounidense fue a un supermercado en California con una pegatina en el coche que dec¨ªa: "La paz tambi¨¦n es patri¨®tica". Cuando termin¨® de hacer la compra, la pegatina hab¨ªa desaparecido.
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