La rutina de la miseria vuelve al poblado
La mayor¨ªa de los 131 rumanos detenidos en Sevilla ha regresado a sus chabolas una semana despu¨¦s de la intervenci¨®n policial
Hace hoy una semana que la polic¨ªa asalt¨® el asentamiento de inmigrantes rumanos bajo la autov¨ªa Sevilla-Huelva, a las afueras de la capital hispalense, en el que detuvo a 131 de los 150 residentes. Despu¨¦s de que el Gobierno trasladara a 44 de los detenidos, todos irregulares, a los centros de internamiento de M¨¢laga y Murcia antes de repatriarlos a Ruman¨ªa; y de liberar a otros 40 indocumentados que ten¨ªan menores a su cargo a la espera de tramitar sus ¨®rdenes de expulsi¨®n; nada ha cambiado en el poblado chabolista.
All¨ª, rodeados de escombros y basuras, acosados por las ratas, habitando a¨²n lo que ellos mismos llaman "bungalows", m¨ªseras chabolas, permanecen al menos un centenar de personas. Gobierno y Junta han iniciado una guerra de cifras sobre cu¨¢nta gente hay ahora en el asentamiento chabolista. El delegado del Gobierno, Juan Ignacio Zoido, ha reconocido que los liberados por la polic¨ªa han vuelto al poblado. Los propios rumanos dec¨ªan ayer, tal y como se?ala la Administraci¨®n auton¨®mica, que bajo el puente viven todav¨ªa m¨¢s de 100 personas, ni?os muchos de ellos. La Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos de Andaluc¨ªa denunci¨® ayer que seis de esos ni?os, dos de ellos beb¨¦s de 3 y 11 meses, han quedado desamparados, al cuidado de sus familiares, mientras sus madres esperan en M¨¢laga y Murcia su repatriaci¨®n.
Como si fueran miembros de una antigua garnacha, los inmigrantes rumanos esperan all¨ª a que las administraciones p¨²blicas escriban el gui¨®n de su futuro pr¨®ximo. Pendientes unos, los regularizados en Espa?a, de que llegue la ayuda prometida por la Junta y el Ayuntamiento; y a la espera los otros, los indocumentados, de que Delegaci¨®n del Gobierno ejecute las ¨®rdenes de expulsi¨®n que penden sobre sus cabezas.
Jon, Nicolai y Marisa son de los afortunados que pueden exhibir su permiso de residencia. Otros, los amenazados de expulsi¨®n, escurridizos entre sus furgonetas, evitan las fotograf¨ªas.
Jon, como Marisa, dice tener 22 a?os, aunque aparenta muchos m¨¢s, y lleva cinco en Espa?a. Pese a que la mayor¨ªa de sus compa?eros sobrevive vendiendo el peri¨®dico La Farola, ¨¦l asegura que trabaja en el campo. "En Huelva, en Albacete; he estado en muchos sitios".
Jon, y su compa?ero Preda, esperan la ayuda p¨²blica. "Llevo cinco a?os aqu¨ª y mira d¨®nde vivo. Quiero una casa, un piso", clama Preda. Funcionarios de las consejer¨ªas de Educaci¨®n, Asuntos Sociales y Gobernaci¨®n acudieron el pasado jueves al poblado para ponerse manos a la obra, pero tuvieron que desistir ante el caos existente. Esperan a que Delegaci¨®n del Gobierno aclare cu¨¢ntos son los habitantes del asentamiento. El consejero de Asuntos Sociales, Isa¨ªas P¨¦rez Salda?a, anunci¨® ayer que pedir¨¢ una reuni¨®n con Zoido para aclarar este punto. Mientras, hay un centenar de personas que sigue viviendo entre los escombros, sin luz ni agua, bajo una autov¨ªa.
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