Maestro de la historiograf¨ªa espa?ola
De nuevo toca escribir para lamentar la muerte de otro maestro: don Antonio Dom¨ªnguez Ortiz. Ha sido sin duda uno de los grandes maestros de la historiograf¨ªa espa?ola en el siglo XX, uno de esos maestros insustituibles que abren nuevos horizontes y nuevas puertas. Todos somos deudores de la gran obra de Dom¨ªnguez Ortiz y todos hemos aprendido de sus incansables y continuas investigaciones. En lenguaje coloquial, don Antonio era lo que podr¨ªamos llamar un perfecto "todoterreno". No ha habido etapa o tema relacionado con la historia moderna de Espa?a -ya se trate de los Austrias o de los Borbones, ya de panor¨¢micas generales o de problemas especializados y concretos- en donde don Antonio no haya dicho algo nuevo para observar e interpretar la realidad hist¨®rica.
Goethe dec¨ªa, quiz¨¢s de forma un tanto tajante, que "un hombre es la lista de sus cosas hechas". En la parte que eso pueda ser verdad, Dom¨ªnguez Ortiz presenta una lista de cosas hechas impresionante. Un total de m¨¢s de 30 libros y m¨¢s de 300 art¨ªculos y monograf¨ªas. Desde 1941 en que publica su primer art¨ªculo hasta ahora mismo su vida ha sido un ejemplo de trabajo bien hecho y siempre en crecimiento. En esas m¨¢s de 300 obras, hay libros memorables que obligaron a reconsiderar periodos decisivos de nuestra historia como por ejemplo La sociedad espa?ola en el siglo XVIII y La sociedad espa?ola en el siglo XVII, su obra magna quiz¨¢ dentro de la excelencia de toda ella.
En esa lista tan extensa de trabajos hay escritos y libros sobre la Inquisici¨®n, los judeoconversos en Espa?a y Am¨¦rica, Felipe II, sobre todos y cada uno de los monarcas de la Casa de Austria y de la de Borb¨®n, y tambi¨¦n del reformismo borb¨®nico, de la situaci¨®n de las mujeres en el Antiguo R¨¦gimen, de pol¨ªtica y hacienda, de problemas varios de demograf¨ªa y de poblaci¨®n, de banqueros y mercaderes, de nobleza y se?or¨ªos, etc¨¦tera. Y tambi¨¦n ha escrito sobre embajadas en Rusia, sobre la vida de los extranjeros en Espa?a, sobre motines y autos de fe, hasta de "los primeros coches de caballos en Espa?a", o de los problemas arquitect¨®nicos de El Escorial. No hay pr¨¢cticamente nada que no haya sido trabajado seriamente por don Antonio. No s¨®lo asombra su capacidad de trabajo, sino la excelencia con que ese trabajo paciente y continuo de investigaci¨®n ha sido hecho.
Pues en el apotegma de Goethe se sobreentiende que no se refiere s¨®lo a la cantidad, sino muy especialmente a la calidad. Dom¨ªnguez Ortiz es pionero de una historia social realizada con ejemplar rigor historiogr¨¢fico. Ha sido capaz, en medio de modas metodol¨®gicas de gran esquematismo, de abrir nuevas puertas en el laberinto de nuestra historia, con tan especial cuidado que nos ha transmitido todo el colorido, todos los matices y cr¨ªticas, toda la diferenciaci¨®n y al tiempo toda la piedad que la historia de los hombres y de nuestros antepasados merece.
Pero adem¨¢s hay que destacar en don Antonio como persona su peculiar bondad y modestia, la falta total de afectaci¨®n. "Toda afectaci¨®n es falsa", se?alaba un cl¨¢sico. Don Antonio personificaba esa peculiar ausencia de vanidad superficial, acompa?ada de una cortes¨ªa c¨¢lida que no necesita afirmarse a costa de los otros. Es el "establecimiento en s¨ª mismo" que tambi¨¦n dec¨ªan los cl¨¢sicos, caracter¨ªstica de algunos sabios maestros. No todos los mayores en edad, saber y gobierno lo consiguen. Pero los que lo consiguen, como don Antonio, dejan su huella para siempre.
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