Gibraltar
Como brit¨¢nico residente en Almer¨ªa, el art¨ªculo de A. R. Almod¨®var me entristece. Me entristece su ira, dirigida no s¨®lo a Gibraltar, sino al Reino Unido, pero sobre todo me entristece el hecho de que muestra claras se?ales de sentir impotencia, lo que implica un cierto grado de complejo de inferioridad. Da la impresi¨®n de que se ve, como espa?ol, sin recurso ante la potencia imperial de Su Majestad Brit¨¢nica, ejercida a trav¨¦s de sus "extra?os hijos" en Gibraltar.
Perm¨ªtame asegurarle que no hay raz¨®n ninguna para tal actitud, que tal vez habr¨¢ sido v¨¢lida hace 100 a?os, pero no ahora. No creo que exista en el Reino Unido, ni en su gobierno, ning¨²n sentimiento hacia Espa?a que no la respete como un pa¨ªs amigo y del mismo rango. Entonces, ?cu¨¢l es el problema con Gibraltar, que hace peligrar la amistad que debe existir entre nuestros pueblos? Claro que todos sabemos que Espa?a considera que Gibraltar debe ser suya. No se puede objetar a esta consideraci¨®n por s¨ª; la cuesti¨®n para Espa?a es: ?C¨®mo conseguirlo? Es el mismo reto que tiene la Rep¨²blica de Irlanda, quiere incorporar a Irlanda del Norte. Despu¨¦s de 80 a?os de reclamarla como un derecho, que solamente sirvi¨® para provocar una reacci¨®n furiosa de parte de los protestantes del Norte, se dio cuenta de que solamente se conseguir¨ªa por la voluntad mayoritaria de los norte?os, y que para convencer a ¨¦stos se necesita paciencia y ninguna provocaci¨®n, sino el reconocimiento como personas que tienen derecho a opinar. Ahora le pregunto al se?or Almod¨®var: ?Por qu¨¦ los gibraltare?os habr¨¢n tratado tan mal a los ecologistas y periodistas que invadieron sus aguas? Le aseguro que no fue porque son salvajes, ni mucho menos porque fueron azuzados por la reina Isabel o Tony Blair. Reaccionaron as¨ª porque se sienten permanentemente amenazados por Espa?a, un pa¨ªs con el cual podr¨ªan tener muy buenas relaciones personales y comerciales, y con el cual el Reino Unido tiene el m¨¢s fuerte inter¨¦s en cultivar como amigo. Como el se?or Almod¨®var bien sabr¨¢, el gobierno franquista trat¨® de obligar a los gibraltare?os por el ya desacreditado m¨¦todo del encierro. Esa funesta pol¨ªtica destruy¨® para mucho tiempo todo acercamiento y, por eso, la posibilidad de que Gibraltar se hubiera vuelto a Espa?a por su propia voluntad. Para empezar a recobrar el tiempo perdido hay una condici¨®n esencial, que Espa?a acepte el derecho de los gibraltare?os a tener opini¨®n propia. Art¨ªculos iracundos que ningunean a los habitantes de la roca, solamente entorpecen a¨²n m¨¢s las posibilidades de reunirla con Espa?a. Veo en el art¨ªculo un deseo inmoderado de encontrar culpables a los gibraltare?os de toda desgracia que ocurra. Su referencia al tr¨¢gico hundimiento de la gabarra me es inexplicable, ?estar¨¢ insinuando que fue hundido por los malvados llanitos? Cierto es que tan lamentable suceso s¨®lo muestra que pueden ocurrir vertidos de petr¨®leo en los buques de todas las naciones y en todos los puertos. Para terminar, otra pregunta: Si un grupo de ecologistas y periodistas ingleses hubiesen invadido el puerto de Barcelona, ?habr¨ªan recibido mejor tratamiento?
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