Niebla sobre la nieve
Por bien armado que est¨¦ el pensamiento especulativo de un autor, sus poemas se erigen con la fragilidad aparente de una torre de cristal craquel¨¦. Entre las calidades te¨®ricas y las po¨¦ticas s¨®lo hay una vinculaci¨®n ocasional y azarosa, sin que quepa exigir una continuidad esencial entre ambos tipos de creaci¨®n. Antonio M¨¦ndez Rubio, el autor de Trasluz y, m¨¢s atr¨¢s, de otros libros po¨¦ticos como El fin del mundo y Un lugar que no existe, es un estudioso de la comunicaci¨®n que milita entre quienes combaten la papilla ideol¨®gica del pensamiento d¨¦bil, contra el que luchan no escudados en la trinchera de los viejos dogmas sino sobre la precariedad de un nuevo humanismo a¨²n en construcci¨®n. Ello por no abundar en su conexi¨®n con el colectivo Alicia Bajo Cero, cuyos an¨¢lisis de la poes¨ªa actual cuestionan el conservadurismo cultural dominante, y arrastran un lastre doctrinario que destaca tanto por el esquematismo de su formulaci¨®n como por su radicalidad ideol¨®gica.
TRASLUZ
Antonio M¨¦ndez Rubio Calambur/Editora Regional de Extremadura Madrid, 2002 80 p¨¢ginas. 9,61 euros
Pero, seg¨²n se ha dicho, todo eso es harina de otro costal. Al cabo, ya conocemos la neutralidad moral de la "obra bien hecha", que por s¨ª sola no garantiza ni la bondad ¨¦tica ni la excelencia art¨ªstica. Y, sin embargo, en los ensayos de M¨¦ndez Rubio hay un prurito de honestidad que se percibe tambi¨¦n en los poemas de este libro, un tratado sobre la contemplaci¨®n sin excrecencias anecd¨®ticas y con los nervios conceptuales bien visibles, alguna vez peligrosamente cerca de la logomaquia. Contemplaci¨®n, en efecto; aunque no aplicada a eso que llamamos realidad exterior, sino objeto ella misma que busca enajenarse: el alba es "luz exenta de luz, o de s¨ª misma, / queriendo desaparecer. Precisamente / donde el lugar, all¨ª, / llegaba el alba". Una pureza mineral y una frialdad acerada destacan en estos versos a la intemperie, heptas¨ªlabos muchos de ellos, dispuestos en poemas enjutos y de andadura breve, muy medidos en el vuelo de las im¨¢genes y sin cosquilleos efectistas.
En El elogio de la sombra, ponderaba Tanizaki las ventajas de tamizar la luz para poner sordina al grito chill¨®n de la evidencia. Aunque en sentido contrario, este elogio de la luz ha plantado su tienda en el silencio y el orden: un reclamo de pureza en un mundo ense?oreado por el ruido.
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