Un paseo muy paseado

Amparo Rivelles bien puede llevar ya un par de a?os paseando a su personaje, la estricta Daisy, (estaba programada la temporada pasada en este mismo escenario, pero se suspendi¨® a causa de un esguince sufrido por la actriz, y parece que aqu¨ª concluir¨¢n las representaciones del espect¨¢culo), por los escenarios espa?oles, de manera que el montaje funciona ya pr¨¢cticamente solo sin que chirr¨ªe ni uno de sus muchos engranajes. Se trata de una premiada obra de Alfred Uhry que circul¨® ampliamente por el mundo anglosaj¨®n antes de convertirse en pel¨ªcula y que ahora, como parece moda de los ¨²ltimos a?os, vuelve al escenario, del que naci¨®, de la mano de Luis Olmos.

La historia es conocida. Una altiva se?ora anciana de no muy buenas pulgas, que tiene su opini¨®n particular sobre muchas de las cosas de la vida, una opini¨®n m¨¢s bien conservadora, ser¨¢ alentada a ver el mundo con otros ojos a partir de su relaci¨®n con Hoke, el chofer afroamericano que saca a pasear a la se?ora y con la que ir¨¢ estableciendo una relaci¨®n de comprensi¨®n y afecto, ya que al cabo la complejidad del mundo real no se corresponde del todo con los prejuicios de que alardea la se?ora antes de la evoluci¨®n de su car¨¢cter, que es el proceso que aqu¨ª se cuenta.

El montaje es pulcro, como es natural, y al servicio por entero de su protagonista, que se encuentra sobre el escenario como quien pasea por el saloncito de casa. Es mucho su oficio y muy buena su dicci¨®n antigua. Y es tambi¨¦n amable este trabajo, donde los buenos sentimientos de lo pol¨ªticamente correcto sortean cualquier arista que pudiera resultar estridente en un contexto testimonial que tampoco deriva hacia la blandura. Un personaje que se dir¨ªa escrito a la medida de los registros de esta veterana actriz valenciana.