Bush aplaza la declaraci¨®n de guerra
Dificultades diplom¨¢ticas y militares condicionan al presidente de EE UU en una semana decisiva
Ha llegado el momento cr¨ªtico. Las circunstancias, sin embargo, no son las que George W. Bush esperaba. El solemne discurso del martes no podr¨¢ ser una declaraci¨®n de guerra contra Irak, como hab¨ªa previsto, sino el anuncio de una "¨²ltima fase diplom¨¢tica" a la que el presidente de Estados Unidos se enfrenta en relativa soledad. Sus aliados son pocos y tibios. Su opini¨®n p¨²blica titubea. El inicio de la invasi¨®n puede fecharse hacia principios de marzo y Bush deber¨¢ tomar en ese plazo las decisiones m¨¢s graves y arriesgadas de su presidencia. La paz parece imposible. Quedan dos grandes inc¨®gnitas: c¨®mo ser¨¢ la segunda guerra del Golfo y c¨®mo ser¨¢ despu¨¦s el mundo. Esta semana, que comenzar¨¢ con el informe de los inspectores y se cerrar¨¢ con una reuni¨®n entre Bush y el brit¨¢nico Tony Blair, empezar¨¢n a concretarse las respuestas.
El apoyo a la guerra contra Irak ha bajado 10 puntos en EE UU, seg¨²n los sondeos
George W. Bush ha esperado hasta el ¨²ltimo momento para confeccionar su discurso sobre el estado de la Naci¨®n, el mensaje con que el presidente de Estados Unidos marca cada a?o el rumbo de un pa¨ªs cuyo inmenso poder alcanza a todos los rincones del planeta. Quer¨ªa saber cu¨¢l ser¨ªa el informe de los inspectores de la ONU ante el Consejo de Seguridad y cu¨¢l ser¨ªa el ¨¢nimo de la comunidad internacional. Ahora ya lo sabe: el informe carecer¨¢ de pruebas concluyentes y ser¨¢ recibido con prudencia por pa¨ªses como Francia, Rusia y China, sin cuya aprobaci¨®n o asentimiento t¨¢cito es casi impensable una operaci¨®n militar.
Dar un paso atr¨¢s
Bush deber¨¢, por tanto, dar un paso atr¨¢s y hacer un nuevo esfuerzo para convencer al mundo y a los estadounidenses de que invadir Irak es imprescindible. Dir¨¢ que Sadam Husein dispone de "30.000 misiles" y de "miles de toxinas peligrosas que pueden matar a millones" de personas. Pero seguir¨¢ sin desvelar, en principio, ninguna de las pruebas que dice poseer. Su mensaje a las dos C¨¢maras del Congreso le ofrecer¨¢, seg¨²n Dan Bartlett, director de comunicaciones de la Casa Blanca, "la oportunidad de hablar directamente al p¨²blico sobre las perspectivas de guerra y sobre las razones por las que el mundo se uni¨® para exigir el desarme de ese r¨¦gimen". No ser¨¢, sin embargo, el discurso final. Bush calificar¨¢ el crucial mes de febrero como "la ¨²ltima fase de la diplomacia". "No habr¨¢ declaraci¨®n de guerra", dijo Bartlett.
Los esfuerzos pol¨ªticos y diplom¨¢ticos emprendidos en el mes de septiembre pasado por Bush y su secretario de Estado, Colin Powell, han sido hasta cierto punto un fracaso. La comparecencia del presidente de Estados Unidos ante la Asamblea General de la ONU, cuando se cumpl¨ªa el primer aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, obtuvo ecos positivos: Bush se comprometi¨® a buscar el consenso internacional y a respetar los mecanismos de la ONU, aunque fuera en un tono amenazante.
Cuatro meses despu¨¦s, los sondeos indican que el apoyo a la guerra contra Irak ha bajado, como promedio, 10 puntos en Estados Unidos, y menos de un 30% de la ciudadan¨ªa comparte las prisas de su presidente. De las cinco potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad, tres (Francia, Rusia y China) han incrementado sus reticencias. El Gobierno de Washington y su aliado de Londres, Tony Blair, no han reunido siquiera los nueve votos necesarios para contar con mayor¨ªa en el Consejo.
Uno de los grandes fallos de Bush ha radicado en su lenguaje, una ret¨®rica de telepredicador escasa de matices y abundante en sentencias religiosas y morales. La inquietud por el tono presidencial se extiende incluso entre los parlamentarios republicanos. El senador Chuck Hagel, una de las voces republicanas m¨¢s respetadas en asuntos militares, lament¨® el viernes la "creciente brecha entre Estados Unidos y el resto del mundo" y la atribuy¨®, en parte, a la agresividad y la arrogancia de George W. Bush. "En este momento decisivo de la historia americana, Estados Unidos necesita m¨¢s humildad y menos insolencia en el uso de su poder militar, y debe reconocer que la consecuci¨®n de sus objetivos requiere alianzas y consenso", dijo Hagel. Entre los dem¨®cratas, las cr¨ªticas son generalizadas.
Lo que se ver¨¢ a partir de ma?ana es si Bush cuenta con la flexibilidad suficiente para reconstruir un consenso internacional cada vez m¨¢s agrietado. Sus reacciones, por el momento, son las habituales. El viernes se puso furioso cuando Mohamed El Baradei, director de la Agencia Internacional de Energ¨ªa At¨®mica y jefe de los inspectores especializados en el desarme nuclear iraqu¨ª, adelant¨® que calificar¨ªa de "satisfactoria" la cooperaci¨®n de Sadam Husein en su informe ante el Consejo de Seguridad. La Casa Blanca intent¨® incluso que El Baradei se retractara. Hans Blix, que se ocupa del desarme qu¨ªmico y biol¨®gico, ser¨¢ m¨¢s duro con Irak, pero aconsejar¨¢ que prosigan las inspecciones.
La reuni¨®n de Bush y Blair, prevista para el pr¨®ximo viernes, no se centrar¨¢ en los detalles militares de la invasi¨®n, sino en redise?ar su envoltura diplom¨¢tica. Puede darse por seguro que acceder¨¢n a que los inspectores sigan operando en Irak, al menos durante el mes de febrero, por dos razones: el despliegue militar ha acumulado un cierto retraso y no estar¨¢ completo hasta principios de marzo (esta semana, cinco divisiones a¨²n estacionadas en Alemania realizar¨¢n un simulacro inform¨¢tico de la invasi¨®n y emprender¨¢n despu¨¦s un viaje hacia el golfo P¨¦rsico que durar¨¢ entre dos y tres semanas).
Por otro lado, la extensi¨®n de las inspecciones ser¨¢ ofrecida a los aliados m¨¢s esc¨¦pticos, especialmente a Francia, como prueba de que Bush y Blair est¨¢n dispuestos a agotar todas las opciones.
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