Sorprendentes necrol¨®gicas
EL PA?S viene dedicando las ¨²ltimas semanas bastante m¨¢s espacio del tradicional, de hecho una nueva secci¨®n, a las necrol¨®gicas, un g¨¦nero cl¨¢sico del periodismo donde los haya, del que son pioneros y estrellas indiscutibles los diarios anglosajones. Los lectores tambi¨¦n lo han notado. No sin algunos sobresaltos. Una lectora madrile?a, Natalia Bosch, pregunta bastante sorprendida c¨®mo es posible que el peri¨®dico dedicara, el pasado 16 de enero, un generoso espacio de dos columnas a glosar en una necrol¨®gica la figura de una diputada argentina cuyo ¨²nico m¨¦rito, al parecer por la tenaz insistencia en este punto, fuera el haber sido madre de "un presunto hijo" del ex presidente argentino Menem. "?Es que ustedes se han pasado a la prensa del coraz¨®n?", preguntaba la lectora, que se confesaba intrigada por conocer los criterios de selecci¨®n y valoraci¨®n de las necrol¨®gicas en esta nueva etapa, en la que dec¨ªa haber le¨ªdo varias sin inter¨¦s alguno. Y a?ad¨ªa: "?No ser¨¢ que s¨®lo quieren rellenar el espacio que deja libre las esquelas que est¨¢n promocionando?".
Viuda anticipada
Otro lector, Luis Puig Calverol, se?alaba con sentido del humor el gazapo deslizado en la necrol¨®gica del dibujante Ram¨®n Sabat¨¦s, uno de los autores de los inventos del TBO, publicada el domingo 12 de enero. "Se nos ilustra que el dibujante muri¨® asistido por su viuda. ?Ser¨ªa una viuda anticipada o por poderes?". Pocas veces en la historia, a?ad¨ªa el comunicante, "una persona tiene el privilegio de morir siendo asistido por su propia viuda. ?Le acompa?ar¨ªan tambi¨¦n sus hu¨¦rfanos?".
La Defensora del Lector ha revisado las necrol¨®gicas de una semana, y parece claro que la nueva secci¨®n, por la que muchos lectores amantes del g¨¦nero se felicitar¨¢n, ha producido ciertas situaciones chocantes, cuyos resultados provocan, en algunos casos, perplejidad, y en otros, sonrisas.
En la misma necrol¨®gica de la diputada argentina antes citada, generosa en espacio para un peri¨®dico que lo administra tan cuidadosamente, y generosa en "presuntos", se dec¨ªa que aqu¨¦lla hab¨ªa fallecido de un "presunto intento de suicidio" despu¨¦s de ingerir un poderoso veneno. De lo que se pod¨ªa deducir que el suicidio pod¨ªa ser "presunto", pero no "intento", ya que el resultado saltaba a la vista. El Libro de estilo de EL PA?S mantiene, por otra parte, en lo relativo a los suicidios, que s¨®lo deber¨¢n publicarse cuando se trate de personas de relevancia o supongan un hecho social de inter¨¦s general. ?Se daba el caso?
?Debe informarse en las necrol¨®gicas puntualmente de asesinatos?, como suced¨ªa con todo lujo de detalles en sendas necrol¨®gicas de periodistas rusos, los d¨ªas 16 y 18 de enero. ?O tales sucesos son propios de las p¨¢ginas de informaci¨®n y debe reservarse este espacio para glosar ¨²nicamente la figura del fallecido? ?Es l¨®gico, como suced¨ªa en la amplia necrol¨®gica del m¨²sico chileno Gato Alquinta (17 de enero), dedicar una parte de la misma a contar qui¨¦n era el poeta Pablo Neruda?
Vicente Jim¨¦nez, subdirector del diario, responde: "Todos los peri¨®dicos de referencia del mundo cuentan con una secci¨®n de obituarios. Para cubrir esa carencia, la direcci¨®n de EL PA?S decidi¨® abrir un espacio fijo que recoja las necrol¨®gicas que hasta ahora se inclu¨ªan en las secciones del peri¨®dico. Los criterios con los que se elabora la p¨¢gina son los mismos que se utilizan en el resto del peri¨®dico: inter¨¦s, relevancia, actualidad, rigor, calidad en la redacci¨®n... Al tratarse de una p¨¢gina diaria, en la que los textos deben combinarse con las esquelas, el lector puede tener la leg¨ªtima sensaci¨®n de que alguno de los personajes no merece aparecer o que el espacio que se les dedica es excesivo, en unos casos, o escaso, en otros. Lo mismo ocurre todos los d¨ªas en las otras secciones del peri¨®dico: algunas noticias son, a ojos de algunos lectores, irrelevantes, y otras, en cambio, no satisfacen plenamente el inter¨¦s que puedan suscitar. El reto de los que hacemos el peri¨®dico es evitar que eso ocurra. La secci¨®n de obituarios no es una secci¨®n de sucesos ni un caj¨®n de sastre en el que cabe cualquier cosa, por m¨¢s que en alguna ocasi¨®n hayamos incurrido en ese error. Es, por ¨²ltimo, una secci¨®n nueva, que requiere un periodo de ajuste en sus contenidos y en el trabajo diario de la redacci¨®n, un tiempo de rodaje en el que el equipo de direcci¨®n asume plenamente los errores que se puedan cometer".
Pese a su veteran¨ªa, la necrol¨®gica carece, algo habitual cuando se trata de g¨¦neros period¨ªsticos, de normas fijas. Las hay escuetas, breves, informativas y an¨®nimas. Y hay art¨ªculos, aut¨¦nticas piezas literarias, que llevan firmas de lujo, sin necesidad de recurrir a la famosa autonecrol¨®gica que se hiciera el escritor Jorge Luis Borges.
Como mantiene Antonio L¨®pez Hidalgo, profesor de Redacci¨®n de la Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de la Universidad de Sevilla, "apenas se ha escrito de la necrol¨®gica como g¨¦nero period¨ªstico, circunstancia ¨¦sta que hace m¨¢s dif¨ªcil el camino a la hora de acotar su perfil. Los libros de estilo de los distintos diarios apenas le dedican espacio, y los manuales sobre g¨¦neros period¨ªsticos, si acaso unas l¨ªneas".
El Libro de estilo de EL PA?S nada dice sobre este g¨¦nero. El diccionario de la Real Academia define la necrol¨®gica como "noticia comentada acerca de una persona muerta hace poco tiempo", y el de Julio Casares, como una "noticia o biograf¨ªa de una persona con ocasi¨®n de su muerte". Escuetos.
La defensora ha requerido la opini¨®n de una conocida periodista y escritora que ha tratado el tema en distintas ocasiones. Rosa Montero reconoce que la necrol¨®gica es un g¨¦nero que, cuando est¨¢ bien hecho, le encanta. "En este pa¨ªs no estamos muy acostumbrados a ella. Aqu¨ª, cuando alguien muere solemos hacer art¨ªculos paneg¨ªricos rebosantes de emocionalidad, algunos sinceros, la mayor parte pomposos y falsos. Una necrol¨®gica no es una loa funeraria. Tampoco es un ajuste de cuentas. La buena necrol¨®gica aspira a la distancia intelectual reveladora, a describir, entender y explicar al difunto en su sociedad y su ¨¦poca. Siempre deber¨ªa escribirse como si el personaje se hubiera muerto hace cien a?os, o como si pudieran leer el art¨ªculo dentro de un siglo y siguieran entendiendo y aprendiendo algo".
Vidas de novela
El escritor y reciente premio Planeta Andr¨¦s Trapiello elogiaba hace unos a?os las necrol¨®gicas sin firma de este peri¨®dico, tras las que adivinaba "el alma de un novelista". Eran, dec¨ªa el escritor, notas cortas. "No era raro que asisti¨¦ramos al nacimiento de un verdadero personaje de novela justo en el momento en que se nos comunicaba su cese de esta vida, pues nunca antes hab¨ªamos o¨ªdo hablar de ¨¦l. Eran vidas tambi¨¦n, en su mayor¨ªa, de otras partes, de pa¨ªses lejanos, a veces pa¨ªses extra?os o que hab¨ªan dejado de existir, como Siam; de ¨¦pocas remotas, un violinista del Imperio Austroh¨²ngaro, el raj¨¢ que se gast¨® toda su fortuna con una suripanta, la pen¨²ltima amante de Mussolini, el inventor que mor¨ªa pobre mientras ve¨ªa enriquecidos a los usurpadores de su talento, o el pen¨²ltimo propietario del diamante Excelsior. A menudo las notas eran tan breves que uno habr¨ªa querido conocer mucho m¨¢s de esas vidas fascinantes e insuficientes".
Me temo que no es el caso de algunas de nuestras ¨²ltimas necrol¨®gicas. Esta defensora ha lamentado, en ocasiones, que ese d¨ªa la p¨¢gina no tuviera m¨¢s esquelas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.