F¨²tbol en estado puro
Tablas entre el juego b¨¢sico y esforzado del Athletic y el elegante y creativo del Madrid en un encuentro a tumba abierta
El f¨²tbol es una tarde de invierno en San Mam¨¦s, el sirimiri tenaz, la neblina sobre el c¨¦sped corto, los tacos afilados y dos equipos con una larga historia detr¨¢s. El f¨²tbol es el Athletic y el Madrid a tumba abierta, cada uno en su ley, uno b¨¢sico y esforzado, el otro elegante y creativo. Al fondo, el rumor de la fiel hinchada, el suplemento que siempre necesita el Athletic, m¨¢s todav¨ªa en estos d¨ªas de penuria y preocupaci¨®n. El f¨²tbol es el juego, pero a veces es m¨¢s que el juego. La vibraci¨®n, la intensidad, el aroma, las largas disputas hist¨®ricas, todo eso impregn¨® un partido que tambi¨¦n tuvo momentos de clase, interpretados fundamentalmente por las figuras madridistas, con Ronaldo cerca de la versi¨®n que le hizo imparable en sus mejores d¨ªas. Del duelo no sali¨® ganador nadie, y hasta se dir¨ªa que perdieron los dos. Un empate es una derrota cuando un equipo persigue al mete¨®rico l¨ªder de la Liga, pero tambi¨¦n lo es cuando no hay manera de evitar el abismo del descenso.
ATHLETIC 1 - REAL MADRID 1
Athletic:Aranzubia; Javi Gonz¨¢lez, Lacruz, Karanka, Del Horno; ?scar Vales, Gurpegui (Tiko, m. 64), Alkiza; Etxeberria (Arriaga, m. 88), Yeste (Ezquerro, m. 81); y Urzaiz. Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Pav¨®n, Roberto Carlos; Makelele, Flavio; Figo, Ra¨²l, Zidane; y Ronaldo. Goles: 0-1. M. 57. Ra¨²l se lleva la pelota con habilidad y dispara ante la salida de Aranzubia, que rechaza el bal¨®n. Ra¨²l insiste y el rebote llega a Ronaldo, que empuja con la izquierda. 1-1. M. 70. Centro medido de Yeste desde la izquierda para que Del Horno se adelante a la defensa y cabecee a gol. ?rbitro: Undiano Mallenco. Amonest¨® a Lacruz, Gurpegui, Javi Gonz¨¢lez, Karanka, Roberto Carlos, Salgado, Hierro y Figo. Unos 38.000 espectadores en San Mam¨¦s.
Fue una noche de juego trepidante, sin concesiones, menos exquisita que emotiva. El Athletic se pareci¨® a todos los Athletic que han sido. Apret¨® al Madrid con una energ¨ªa abrumadora, la clase de vitalidad que suele tener efectos disuasorios en el rival. El Madrid comprendi¨® muy pronto que no encontrar¨ªa un cent¨ªmetro libre. Tendr¨ªa que buscarlo, poner a prueba su capacidad de sacrificio, tantas veces puesta en duda cuando los partidos se vuelven bruscos. Pero esta vez respondi¨® con entereza al ¨¢spero partido que le plante¨® el Athletic. Y hasta tuvo tiempo de ofrecer detalles extraordinarios: apuntes de Zidane, la astucia de Ra¨²l, el poder de Ronaldo.
El drama de Ronaldo es que tiene que situarse a la altura del mito que cre¨® en sus momentos de esplendor. Hay en torno a ¨¦l una mirada suspicaz. Se le mide por lo que hace, pero sobre todo se le compara con el recuerdo de lo que fue. Pues bien, este Ronaldo, el delantero que camina sobre una rodilla de cristal, es un fen¨®meno del f¨²tbol. Es cierto que administra con cuidado sus esfuerzos, pero cuando se pone en marcha produce una impresi¨®n apabullante. Del partido quedar¨¢ especialmente su fascinante cabalgada desde el medio campo: el recorte instant¨¢neo a Lacruz, el despegue con la pelota, la aceleraci¨®n bestial que impidi¨® a Karanka medir la entrada y fallarla, la llegada ante el portero. Pareci¨® extra?o que Aranzubia fuera capaz de detener el remate, porque en esas situaciones Ronaldo es letal. En cualquier caso, all¨ª qued¨® la firma del mejor delantero del mundo.
Esa jugada, bien entrado el primer tiempo, signific¨® el final del terco asedio del Athletic, que atendi¨® todas sus se?as de identidad. Se vaci¨® con una generosidad conmovedora. Fue el equipo afanoso de toda la vida, dispuesto a discutir y ganar cada bal¨®n dividido, a producir en el adversario una sensaci¨®n aplastante de asfixia. De clase anda justo. Apenas Yeste tiene los recursos de los jugadores finos. Su primer tiempo fue notable porque a?adi¨® el punto de agresividad que no le caracteriza. El resto del equipo empuj¨® con todo, sin caer en el tremendismo. Ni tir¨® del pelotazo, ni se extravi¨® en su en¨¦rgico despliegue. Evidentemente le faltaba claridad, primero porque no la tiene en estos tiempos, y tambi¨¦n porque la excitaci¨®n imped¨ªa tomar decisiones serenas. Pero eso figuraba en el plan. Lo importante era atropellar al Madrid, abrumarle, sacarle de su partido. No lo consigui¨®.
Nadie se borr¨® en el Madrid, que respondi¨® jugada por jugada al Athletic, casi siempre por el costado izquierdo, donde Roberto Carlos y Ronaldo sacaban ventaja del desequilibrio que se produc¨ªa en esa zona. Cada incursi¨®n de Javi Gonz¨¢lez, y no se priv¨® de ninguna, abr¨ªa a su espalda la posibilidad de un contragolpe fulminante. Del rigor defensivo del Madrid se ocuparon varios, pero ninguno pudo compararse a Makelele, probablemente el mejor del partido. Makelele corrigi¨®, ayud¨®, abasteci¨®. Lo hizo en silencio, con la austeridad que acostumbra. Fue decisivo en el Madrid.
El Athletic pag¨® el gasto de energ¨ªa en el segundo tiempo. Se le vieron las carencias defensivas y la falta de naturalidad en su juego. La porter¨ªa de Casillas le qued¨® cada vez m¨¢s lejos, con Urzaiz y Joseba Etxeberria aislados en la delantera. Ra¨²l entendi¨® perfectamente que hab¨ªa llegado la oportunidad. Se retras¨® y comenz¨® a buscar las zonas blandas del Athletic mientras esperaba la hora de aparecer por sorpresa en el ¨¢rea. As¨ª lleg¨® el gol del Madrid, elaborado por Ra¨²l y firmado por Ronaldo, que aprovech¨® el rechace de Aranzubia. El estado del Athletic era cr¨ªtico: necesitaba el est¨ªmulo de su hinchada y nuevamente San Mam¨¦s no le fall¨®. Alentado por su gente, encontr¨® el segundo aire. Apret¨® y consigui¨® el empate en una buena volea de Del Horno, en medio del delirio de la gente. Volvi¨® el fragor y regres¨® la firmeza del Madrid, que estuvo a punto de marcar en un enredo en el ¨¢rea peque?a, pero Aranzubia salv¨® el gol en un milagro que evit¨® la derrota de su equipo en un partido de invierno en San Mam¨¦s. Un partido de verdad.
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