Guerra
Durante meses la mayor parte de medios informativos del norte f¨¦rtil han hablado de la guerra contra Irak como un hecho emplazado, m¨¢s o menos pr¨®ximo, cuyo comienzo s¨®lo depender¨ªa del ritual investigatorio de una comisi¨®n de las Naciones Unidas. Fuera cual fuera ese resultado, la Administraci¨®n de Bush se reservaba la libertad de declarar la guerra en funci¨®n de la l¨®gica de su cruzada libertad duradera, heredera, m¨¢s modesta, de justicia infinita, un pretencioso objetivo a la altura de ya es primavera en El Corte Ingl¨¦s. Muy pocos han sido los medios, incluso los decididamente partidarios de la Administraci¨®n de Bush, que hayan razonado la necesidad de esa guerra, aunque tambi¨¦n han sido muy pocos los que han tomado partido en contra. Para unos, el Gobierno norteamericano todav¨ªa no ha compensado emocionalmente lo que signific¨® el atentado contra Nueva York y el Pent¨¢gono y admiten un cierto derecho de desquite. Para otros una determinada concepci¨®n del orden internacional pol¨ªtico, econ¨®mico y estrat¨¦gico pasa por una afirmaci¨®n de la hegemon¨ªa imperial de Estados Unidos en Oriente Medio y Asia Central, por encima de los cad¨¢veres inevitables de iraqu¨ªes y como advertencia directa a Ir¨¢n e indirecta a China.
Estas magnitudes son dif¨ªcilmente abordables y s¨®lo cerebros aut¨¦nticamente globalizados y globalizadores como el de don Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar comprenden que Espa?a deba colaborar en la matanza de iraqu¨ªes de un zarpazo, sin esperar a que el bloqueo econ¨®mico los siga matando poco a poco. Sin contar al premier del Reino Unido, sea quien sea y venga de donde venga, obligado a una pol¨ªtica internacional sucursalizada con respecto a la del Departamento de Estado y algo atemperados los alardes b¨¦licos de Berlusconi, queda Aznar como el ¨²nico aliado aparentemente sin causa del lobby petrolero armamentista que convierte la guerra contra Irak en una peripecia no atribuible a los norteamericanos en su conjunto, sino a intereses creados ampliamente representados en el Gobierno de Bush. De ah¨ª que estar contra esta guerra emplazada no sea expresi¨®n del enfermizo antinorteamericanismo que nos invade, sino pasiva expiaci¨®n del pecaminoso ¨¦xtasis de consumidores de petr¨®leo a precio asequible, caiga quien caiga.
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