Los cient¨ªficos espa?oles se organizan
Las sociedades cient¨ªficas han decidido crear la Confederaci¨®n de Sociedades Cient¨ªficas Espa?olas. Bienvenida sea la noticia. Uno de los aforismos que se aplican a la democracia es aquel de "inter¨¦s no representado, inter¨¦s no defendido" (enti¨¦ndase inter¨¦s en un sentido lato). No en vano el crecimiento de las organizaciones que representan intereses y defienden determinadas posiciones respecto a asuntos de inter¨¦s general es una tendencia persistente en las sociedades democr¨¢ticas.
Esto tiene aspectos positivos y negativos para la gobernaci¨®n de estas sociedades. Entre los positivos est¨¢n la reducci¨®n de costes y el aumento de la eficacia en los procesos de di¨¢logo y negociaci¨®n entre el Estado y las demandas sociales as¨ª articuladas; el mejor y m¨¢s directo conocimiento que estas organizaciones tienen de sus ¨¢mbitos de actuaci¨®n; y la capacidad y legitimidad que tienen para defender sus asuntos ante los centros de decisi¨®n pertinentes. El m¨¢s relevante de los negativos es el riesgo de que estas organizaciones deriven hacia posiciones de ego¨ªsmo gremialista, prescindiendo en su actuaci¨®n de los da?os colaterales que pudieran causar a los intereses generales (no es casual que por esta tendencia se haya caracterizado a las sociedades modernas como sociedades corporatistas, aunque nada tengan que ver con el corporativismo decimon¨®nico). Pero este riesgo no es suficiente para invalidar los aspectos positivos, casi imprescindibles.
Una de las carencias m¨¢s notables de estas ¨²ltimas d¨¦cadas ha sido la ausencia de una organizaci¨®n capaz de articular y representar a la comunidad cient¨ªfica en su conjunto. Una organizaci¨®n que pudiera haber tomado parte en los procesos de toma de decisiones sobre la pol¨ªtica cient¨ªfica. Es cierto que este espacio libre se ha llenado con opiniones individuales, de rectores, de juntas de gobierno o de informes realizados por expertos. Pero una organizaci¨®n de este tipo podr¨ªa haber contribuido mucho al an¨¢lisis, la formaci¨®n de opini¨®n y la formulaci¨®n de propuestas. Por ello, es bueno que las sociedades cient¨ªficas espa?olas, que agrupan a la mayor parte de los mejores y m¨¢s competitivos cient¨ªficos del pa¨ªs, hayan decidido crear esta organizaci¨®n. La tarea no ser¨¢ f¨¢cil, pero el empe?o merece todos los apoyos.
Pueden ponerse muchos ejemplos de lo que una organizaci¨®n de este tipo puede aportar. El primero podr¨ªa ser avivar el debate sobre la propia supervivencia de la comunidad cient¨ªfica, amenazada por una precaria pol¨ªtica de recursos humanos, por el uso y abuso de los becarios y por la ausencia de tipos de contrataci¨®n adecuados. En Espa?a hay unos 18.000 cient¨ªficos con un puesto permanente que compiten internacionalmente, que sostienen el prestigio cient¨ªfico adquirido por Espa?a.
En un supuesto de distribuci¨®n homog¨¦nea por edades, har¨ªa falta incorporar 450 cient¨ªficos anuales de caracter¨ªsticas similares para mantener este n¨²mero. La incorporaci¨®n al sistema de I+D de posdoctorales altamente competitivos, incluidos los que entran en la Universidad, es poco probable que haya superado los 200 al a?o en los ¨²ltimos 10 a?os. Al mismo tiempo, hay unos 2.000 doctores en el extranjero y en Espa?a que han pasado todas las fases de formaci¨®n y que representan el esfuerzo acumulado de 15 a?os de pol¨ªtica cient¨ªfica competitiva y que el sistema espa?ol no absorbe.
?ste es un derroche que Espa?a no puede permitirse. Complicando m¨¢s las cosas, cada a?o se convocan unas 2.000 becas para formar doctores (el n¨²mero exacto de becas predoctorales es muy dif¨ªcil de calcular por la dispersi¨®n institucional con que se conceden) cuyo destino m¨¢s probable es ser mano de obra barata en las universidades y el CSIC. Pero como los trucos funcionan un tiempo pero no siempre, pocos de los estudiantes con mejores expedientes entran ahora en el sistema de I+D. Un sistema cada vez m¨¢s viejo y menos brillante no es la mejor perspectiva para Espa?a. Esperemos que la nueva organizaci¨®n estimule este tipo de debates.
Manuel P¨¦rez Yruela es profesor de Investigaci¨®n del CSIC y director del Instituto de Estudios Sociales de Andaluc¨ªa (IESA).
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